"... dime que es lo que quieres cambiar ó añadir, y tu boca será la medida, luz de mis ojos."
(Fragmento del capítulo VII)
- ¿Pero
iré yo contigo á uno de tus castillos, para ver como la magnificencia de tus
habitaciones se avendrá con vestidos tan sencillos?
-
¿Como? Amy, dijo el conde mirando a todas parles, ¿estas habitaciones no están
acaso adornadas con bastante lujo y brillantez? Habia dado orden de que las
amueblasen de un modo digno de tí y de mí; me parece en efecto que pudieran
estarlo mejor; pero dime que es lo que quieres cambiar ó añadir, y tu boca será
la medida, luz de mis ojos.
- Te
quieres reir a mi costa, sin duda: la magnificencia de esta habitación es
superior a
mis deseos y a mi mérito. ¿Pero tu esposa no se verá.revestida algún día,
pronto, del lustre que no resulta ni del trabajo de los artesanos que decoran
su habitación, ni de las ricas telas y joyas con que tu liberalidad quiere
adornarla, sino que es anexo al rango que debe tener entre las damas inglesas,
como esposa del conde mas noble del reino?
- ¡Algún día sí, Amy, amor mió! llegará ese día
por cierto, y tú no deseas con más ardor que yo que llegue cuanto antes ¡Con
que gusto abandonaré los cuidados del Estado, las penas y las inquietudes de la
ambición, para pasar honradamente mi vida en mis dominios contigo, mi amiga y
mi dulce compañera! Pero, Amy, ahora es imposible, y estas visitas secretas,
estos instantes preciosos son todo lo que puedo dar a la mujer mas amable y mas
amada de todo su sexo.
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