"Era una cabeza de muchacha, de piedra (...) la podía mirar por encima como se mira el rostro de una mujer dormida..."
(Fragmento de la primera etapa)
Cabeza de una Erinia dormida
Éste sí que fue un descubrimiento (en la misma sala lateral de la izquierda) sin la ayuda de ningún sacerdote bávaro, de todos modos, yo no sabía el título, pero no me importaba; al contrario, muchas veces me estorban los títulos porque, en general, tampoco me dicen nada los nombres clásicos; más bien me dan la sensación de que me estoy examinando... Aquello era magnífico, verdaderamente, magnífico, impresio- nante, muy impresionante, Era una cabeza de muchacha, de piedra, colocada de tal forma que se la podía mirar por encima como se mira el rostro de una mujer dormida cuando uno se apoya sobre el codo.
«¿Qué debe de estar soñando?»
Es posible que ésa no sea la buena manera de contemplar una obra de arte, pero a mí me interesaba más eso que saber si era del siglo cuarto o del siglo tercero antes de Jesucristo... Cuando me acerco de nuevo a mirar el nacimiento de Venus, dice ella, de pronto: «¡No te muevas!» Tengo que quedarme donde estaba. «¿Qué pasa?», pregunto. «¡No te muevas!», repite. «Cuando tú estás ahí, la Erinia es mucho más hermosa, parece mentira lo que cambia.» Tengo que convencerme por mí mismo. Sabeth insiste en que cambiemos de sitio. Efectivamente, no es lo mismo, pero no me extraña: cuestión de iluminación. Cuando Sabeth (o cualquier otra persona) está junto al nacimiento de Venus se producen unas sombras y el rostro de la Erinia dormida, al que le llega la luz por un solo lado, parece de pronto mucho más animado, más viviente, casi salvaje.
Max Frisch (Suiza, 1911-1991).
(Traducido al español por Margarita Fontseré).
La ilustración corresponde a Erinia dormida, también conocida como Furia de Ludovisi,
pieza esculturórica romana del siglo II que se encuentra en el Palazzo Altemps, de Roma.
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