(Fragmentos)
Presta un poco de atención. Se trata de intereses tuyos también, si no me equivoco.
Ella calla. En su mente los pensamientos aparecen y desaparecen como las cifras, se derriten como los trocitos de hielo que ha puesto en el vaso. La voz del marido la sorprende mientras estaba con los ojos cerrados.
- Discúlpame si he levantado la voz -dice él-. Este registro es un cementerio de insolventes. Deberías alegrarte de que me interese. Se trata de nuestro porvenir.
(...)
Milena está en duermevela, dice que sí, y le gusta imaginarse detrás de
la casa. La casa hace: trin-trin. ¿Duermes Milena?
- Tus padres te criaron entre algodones -le dice Alfredo-. Nadie se
figuraría que has crecido en la vía del Corno -como ya ha apagado la luz, no
advierte que le está hablando a su esposa dormida-. Pero tú sabes, porque has
tenido muchos ejemplos a tu alrededor, que la vida no siempre es color de rosa.
¡Acuérdate de cómo viven en casa de Clara! ¡Piensa en cómo terminó Aurora! Sólo
te pido que me ayudes a volver a poner la tienda en marcha. También es por tu propio
interés, no es verdad? -repite-. En el negocio serás la patrona. Bastará con
que estés atenta al dar los vueltos. Al principio no te preocupes si tardas. Ya
irás aprendiendo.
- Sí, Alfredo, sí. Buenas noches.
Tú duermes, trin trin, y la primera claridad ya abraza los cipreses
sobre las colinas.
(...)
Al fin se acostó definitivamente. Oyó a Beppino quejarse en el cuarto contiguo: pensó que María también estaría durmiendo desnuda, y la deseó.
- ¿Estás allí, Nanni? Gritaba el brigadier en ese momento desde la calle.
- Ahora me fijo, brigadier.
- No importa, adiós.
Vasco Pratolini (Italia, 1913-1991).
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