Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 5 de febrero de 2021

Febrero: INCESTO, de Anaïs Nin

 
5 de febrero de 1934.

Sentada aquí, esperando a Louise, después de trabajar cuatro horas con Henry en el esquema de su libro. Dije: «¡Traza un esquema!». Soy ágil y siempre sé lo que hay que arrojar por la borda para no sobrecargar nuestras alas. Pero no se fía de mí como hombre porque no tengo el conocimiento visible. Aun así, veo, sé, y siempre alcanza- mos hermosas alturas, luchando con la inmensa cantidad de ramificaciones, expan- siones y distensiones.

Consigo la serenidad por agotamiento. Inercia del agotamiento. Bien. Me tumbo de espaldas y espero a que llamen a la puerta mientras escucho El pájaro de fuego. Olvido los detalles del drama de Donald porque es parecido al de Lawrence y Frieda, al de Henry y June, al de Padre y Madre. Y Donald, sin duda, terminará casándose con su verdugo. Me invade el distanciamiento de la madurez. Padre y su hambre de coño, como representando en la vida en lugar de vivir. Bah, eso es poca cosa. Busco el material real de la vida. El drama profundo.

Anaïs Nin

Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin y Culmell (Francesa fallecida en Estados Unidos, 1903-1977).

jueves, 4 de febrero de 2021

Febrero: LOS SONÁMBULOS, de Arthur Koestler


(Capítulo 5)

1. La gravedad del destino

(Fragmento)

Por fin, el 4 de febrero de 1600, Tycho Brahe y Johannes Keplerus, cofundadores de un nuevo universo, se encontraron frente a frente, nariz de plata contra costrosa mejilla. Tycho Brahe tenía cincuenta y tres años; Kepler, veintinueve. Tycho Brahe era un aristócrata; Kepler, un plebeyo. Tycho Brahe era un creso; Kepler, un ratón de iglesia. Tycho Brahe se asemejaba a un gran danés; Kepler, a un perro sarnoso. Eran opuestos en todos los aspectos excepto en uno: ambos tenían el mismo carácter irritable y colérico. En consecuencia, se produjo entre ellos una constante fricción, que estallaba en acaloradas disputas, seguidas por forzadas reconciliaciones.

Pero todo esto era superficial. Daba la impresión de que era un encuentro de dos hábiles estudiosos, cada cual decidido a utilizar al otro para sus propios fines. Pero bajo las apariencias, los dos sabían, con la certeza de los sonámbulos, que habían nacido para completarse el uno al otro, que la fuerza de gravedad del destino los había unido. Su relación consistía en una continua alternancia entre esos dos estados: en tanto que sonámbulos, avanzaban cogidos del brazo por espacios no reflejados en ningún mapa; despiertos, extraían lo peor del carácter del otro, como por inducción mutua.

Arthur Koestler: Artúr Kösztler
(Húngaro nacionalizado británico, 1905-1983).

miércoles, 3 de febrero de 2021

Febrero: A UNA JOVEN ITALIANA, de Théophile Gautier

"... no hay vioetas excepto en tus ojos azules, y no hay más primavera que tu rostro encendido."

Aquel mes de febrero tiritaba en su albura
de la escarcha y la nieve; azotaba la lluvia
con sus rachas el ángulo de los negros tejados;
tú decías: ¡Dios mío! ¿Cuándo voy a poder
encontrar en los bosques las violetas que quiero?
Nuestro cielo es llorón, en las tierras de Francia
la estación es friolera como si aún fuera invierno,
y se sienta a la lumbre; París vive entre fango
cuando en tan bellos meses ya Florencia desgrana
sus tesoros que adorna un esmalte de hierba.

Mira, el árbol negruzco su esqueleto perfila;
se engañó tu alma cálida con su dulce calor;
no hay violetas excepto en tus ojos azules,
y no hay más primavera que tu rostro encendido.


Théophile Gautier (Francia, 1811-1872).

(Traducido al español por Carlos Pujol).

martes, 2 de febrero de 2021

Febrero (dia de la Candelaria): DELINCUENTE HONRADO, de Emilia Pardo Bazán

"... (no se me olvida la fecha, el día de la Candelaria) desapareció de casa sin dar siquiera un beso a la niña... que tenía sus cinco añitos y era como un sol."

(Fragmento)

- Padre confesor -empezó por decir-, ante todo sepa usted que yo soy un hombre decente, todo un caballero. Esa niña... que maté... nació al año de haberme casado. Era bonita, y su madre también.... ¡ya lo creo!, preciosa, que daba gloria el mirarla. Yo tenía ya algunos añitos..., y ella, una moza de rumbo, más fresca que las mismas rosas. Digo la madre, señor; digo su madre, porque por la madre tenemos que principiar. Los hijos, así como heredan los dineros del que los tiene.... heredan otras cosas... Usted, que sabrá mucho, me entenderá. Yo no sé nada, pero..., ¡a caballero no me ha ganado nadie!

La madre..., yo me miraba en sus ojos, porque la quería del alma, según corresponde a un marido bueno. Le hacía regalos; trabajaba día y noche para que tuviese su ropa maja y su mantón y sus aretes, y sobre todo.... ¡porque eso es antes!, a diario su puchero sano, y cuando parió, su cuartillo de vino y su gallina... No me remuerde la conciencia de haberle escatimado un real. Ella era alegre y cantaba como una calandria, y a mí se me quitaban las penas de oírla. Lo malo fue que como le celebraron la voz y las coplas, y empezaron a arremolinarse para escucharla, y el uno que llega y el otro que se pega, y éste que dice una pulla, y aquél que suelta un requiebro.... en fin, vi que se ponía aquello muy mal, y la dije lo que venía al caso. ¿Sabe usted lo que me contestó? Que no lo podía remediar, que le gustaba el gentío, y oír cómo la jaleaban, que cada cual es según su natural, y que no le rompiese la cabeza con sermones... De allí a un mes (no se me olvida la fecha, el día de la Candelaria) desapareció de casa, sin dar siquiera un beso a la niña..., que tenía sus cinco añitos y era como un sol.

Aquí -intercaló el padre Téllez- tuvo una crisis de sollozos, y por poco me enternezco yo también, a pesar de que la costumbre de asistir a los reos endurece y curte. Le consolé cuanto era posible, le di a beber un trago de anís, y el desdichado prosiguió:

- Supe luego que andaba por los coros de los teatros, y sabe Dios cómo... Y lo que más me barajaba los sesos, ¡por qué la honra trabaja mucho!, era que me decían los amigos, al pasar delante de mi obrador: «No tienes vergüenza... Yo que tú, la mato». De tanto oírlo, se me pegó el estribillo, y mientras batía suela, ¡tan, tan, catán!, repetía en alto: «No tengo vergüenza... ¡Había que matarla!» Sólo que ni la encontré en jamás, ni tuve ánimos para echarme en su busca. Y así que pasaron tres años, nadie me venía con que la matase, porque ella rodaba por Andalucía, hasta que se la llevaron a América..., ¡qué sé yo adonde! ¡Si vive y lee los diarios y ve cómo murió su hija...!

Emilia Pardo Bazán (España, 1851-1921).

La lectura del texto íntegro en PDF es posible en la Biblioteca Virtual Universal.

lunes, 1 de febrero de 2021

Febrero: AL ESTE DEL EDÉN, de John Steinbeck

"¿Por qué no va a la tienda de música de Logan y escucha uno de esos nuevos fonógrafos?"

(Fragmento inicial del capítulo 37)

El mes de febrero en Salinas suele ser húmedo, frío y muy despreciable. Es el mes en que caen los mayores aguaceros, y si el río tiene que desbordarse, lo hace siempre por esa época. El mes de febrero de 1915 fue especialmente lluvioso, pero los Trask se hallaban muy bien establecidos en Salinas. Lee, después de haber abandonado su agridulce sueño libresco, preparó un lugar para residir en la casa contigua a la panadería de Reynaud. En el rancho nunca había desempaquetado, en realidad, sus pertenencias, porque Lee vivía con la idea constante de trasladarse a alguna parte. Pero aquí, por primera vez en su vida, se creó un hogar, dotándolo de como- didad y permanencia.

El gran dormitorio cuya ventana daba a la calle y que estaba cerca de la puerta de la entrada era el suyo. Lee echó mano de sus ahorros. Nunca había gastado un céntimo sin necesidad, ya que destinaba todo el dinero a su biblioteca. Pero ahora se compró un pequeño y duro camastro y un escritorio. Se construyó estanterías, desempaquetó sus libros y adornó su estancia con una mullida alfombra, y clavó estampas en las paredes con chinchetas. Bajo la mejor lámpara de lectura que pudo encontrar, colocó un cómodo y amplio sillón. Y por último, se compró una máquina de escribir y empezó a aprender su manejo.

Habiendo roto así con su antiguo modo de vida espartano, Lee se dedicó a poner orden en la mansión de los Trask, a lo cual Adam no se opuso en lo más mínimo. Compraron una estufa de gas e instalaron en la casa la electricidad y el teléfono. Lee gastaba el dinero de Adam sin sentir el menor remordimiento: nuevo mobiliario, nuevas alfombras, un calentador a gas y una gran nevera. Al poco tiempo, era difícil encontrar en Salinas una casa mejor dispuesta. Lee se defendía ante Adam, alegando:

- Usted tiene mucho dinero. Sería una vergüenza no disfrutar de él.

- Yo no me quejo –protestaba Adam–. Lo que pasa es que a mí también me gustaría comprar algo. ¿Qué podría comprar?

- ¿Por qué no va a la tienda de música de Logan y escucha uno de esos nuevos fonógrafos?

- Eso haré –convino Adam.

Se compró una gramola Víctor y acudía regularmente a la tienda para ver qué discos habían llegado.

John Steinbeck (Estados Unidos, 1902-1968). Obtuvo el premio Nobel en 1962.

domingo, 31 de enero de 2021

Enero: GACELA DEL RECUERDO DEL AMOR, de Federico García Lorca

"... Algunas veces el viento es un tulipán de miedo, es un tulipán enfermo, la madrugada de invierno."

No te lleves tu recuerdo.
Déjalo solo en mi pecho,

temblor de blanco cerezo
en el martirio de enero.

Me separa de los muertos
un muro de malos sueños.

Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso.

Toda la noche en el huerto
mis ojos, como dos perros.

Toda la noche, corriendo
los membrillos de veneno.

Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo,

es un tulipán enfermo,
la madrugada de invierno.

Un muro de malos sueños
me separa de los muertos.

La niebla cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.

Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.

Pero deja tu recuerdo
déjalo solo en mi pecho.


Federico García Lorca (España, 1898-1936). 

sábado, 30 de enero de 2021

Enero: CALLE MAYOR, de Sinclair Lewis


(Fragmento del capítulo XVII)

Una noche de enero con luna fueron veinte amigos de excursión en trineo a las casitas de verano junto al lago. Cantaron País de juguete y Llevando a Nelly a casa; saltaban del trineo para echar carreras en la nieve y cuando se cansaban volvían a montar. Los caballos arrancaban con sus cascos una lluvia de pedacitos de hielo que caía sobre los viajeros, metiéndoseles por el cuello, y ellos gritaban, reían y se golpeaban el pecho con sus manos enfundadas en mitones de cuero. Los arneses se entrechocaban y los cascabeles producían un ruido infernal. El perro setter de Jack Eider saltaba delante de los caballos, ladrando furiosamente.

Carol corrió por la nieve como todos. El frío le infundía una energía ficticia. Se sentía capaz de correr durante toda la noche y de dar saltos de veinte pies. Pero tanto exceso de energía llegó a fatigarla, y se refugió en el trineo, abrigándose con unas mantas.

A lo largo del camino, las ramas de los robles dibujaban trazos negros sobre la nieve. Dejaron el camino para deslizarse sobre la superficie helada del lago Minniemashie. Los granjeros habían abierto un verdadero tajo sobre el hielo. La luna iluminaba toda la extensión del lago. Hacía resaltar la blancura de la nieve y convertía los árboles de la orilla en cristales de fuego. La noche era tropical y voluptuosa. En aquella atmósfera mágica no había diferencia entre el calor intenso y el frío penetrante.

Carol estaba absorta en sus sueños. Las voces tumultuosas, incluso la de Guy, que estaba a su lado, no significaban nada para ella. Decía versos mentalmente y las palabras y la luz se confundían, llenándola de una inmensa y vaga felicidad, anuncio de que una gran cosa iba a sucederle. Se recogió en sí misma, huyendo del vocerío, y rindió culto a los dioses impenetrables. La noche se expandía, Carol tenía conciencia del universo y todos los misterios se le rendían sumisos.

La sacaron de su éxtasis los vaivenes del trineo al entrar en el camino escarpado que conducía a la loma donde estaban los hotelitos.

Sinclair Lewis

(Estadounidense fallecido en Italia, 1885-1951). Obtuvo el premio Nobel en 1930.

viernes, 29 de enero de 2021

Enero: ESTIGMA (del poemario Mitología del olvido)

"... sólo queda la cicatriz en el cielo 
de una vieja luna de enero."

Recuerdo con precisión el verde pálido
de los ojos de mi padre,
el olor de Miramar en mi infancia
que se me quedó impregnado en el olfato
como alga sobre la piedra,
la piel tersa de una amante pasajera
guardada entre los escombros de la memoria.
Despedidas que rasgaron la tarde
tercos pasajes de la vida que asoman
disfrazados de nubes o de flores
mientras camino a ninguna parte:
la promesa de aquellas canciones
con las que soñábamos estar enamorados
y los labios que se esfumaron una madrugada
despojándome de tantos besos.
Porque su brillo se desvanece
sólo queda la cicatriz en el cielo
de una vieja luna de enero.
Nunca se regresa del amor perdido.
 
Jules Etienne

jueves, 28 de enero de 2021

Enero: PADRES E HIJOS, de Iván Turguéniev

"Aquel día de enero tocaba ya a su fin; el frío vespertino comprimia más aún el aire inmóvil..."

(Fragmento del capítulo 28)

Pasaron seis meses. Vino el blanco invierno, con sus crueles y silenciosas heladas sin nubes, sus densas y crujientes nevadas, sus rosadas escarchas en los árboles, su cielo de pálida esmeralda, sus gorros de humo sobre la chimenea, sus tufaradas de vapor saliendo de las puertas un momento entornadas, los frescos rostros literalmente mordidos de la gente y el desalado correr de los entumecidos caballos. Aquel día de enero tocaba ya a su fin; el frío vespertino comprimía más aún el aire inmóvil y rápidamente apagaba el crepúsculo color de sangre. En las ventanas de la casa de Marino se encendieron las luces. Prokofich, de frac negro y guantes blancos, con particular solemnidad, puso la mesa con ocho cubiertos. Una semana antes, en la reducida iglesia parroquial, sin ostentación y casi sin testigos, se habían celebrado dos bodas: la de Arkadii con Katia y la de Nicolai Petrovich con Zenichka; y aquel mismo día dio Nikolai Petrovich una comida de despedida a su hermano que marchaba a Moscú a resolver unos asuntos. Anna Serguieyevna partió inmediata- mente después de la boda, colmando de regalos a los novios.


Iván Turguéniev (Ruso fallecido en Francia, 1818-1883).

miércoles, 27 de enero de 2021

Enero: LA MUSA VENAL, de Charles Baudelaire


Tú que amas los palacios, oh musa de mi vida,
¿Tendrás, cuando el Bóreas*, sea el dueño de Enero,
Mientras cae la nieve en tediosas veladas,
Para caldear tus pies violáceos, un tizón?

¿Reanimarás acaso tus espaldas marmóreas
En los nocturnos rayos que filtran los postigos?
¿Socorrerás tu bolsa y tu garganta exangües
Con el oro que esplende en la bóveda azul?

Debes, para ganar tu pan de cada noche,
Agitar como niño de coro el incensario
Y salmodiar Te Deums en los que apenas crees,

Reiterando tus gracias, como hambriento payaso
Y tu risa velada por lágrimas secretas,
Para ver cómo estalla la vulgar carcajada.


Charles Baudelaire (Francia, 1821-1867)

* Dios que personificaba el viento del Norte en la mitología griega.

(Traducido al español por Antonio Martínez Sarrión)

martes, 26 de enero de 2021

Enero: NO SOY UNA LUZ, de Franz Kafka


 ... Por añadidura, desde hace una semana duermo como si estuviera de guardia; me despierto sobresaltado a cada instante. Los dolores de cabeza se han convertido ya en un fenómeno regular y otros nerviosismos menores y cambiantes tampoco dejan de actuar sobre mí. En resumidas cuentas: dejo de escribir por entero y me dedicaré a descansar de momento durante una semana, pero en realidad quizás llegue a hacerlo más tiempo. Ayer por la noche ya dejé de escribir, y de inmediato he gozado de un sueño incomparablemente mejor.

Carta a Felice. Praga, domingo 26 de enero de 1913.


Franz Kafka (Escritor checo en lengua alemana, 1883-1924).

lunes, 25 de enero de 2021

Enero: NO TE QUIERO SINO PORQUE TE QUIERO..., de Pablo Neruda

"Tal vez consumirá la luz de enero, su rayo cruel, mi corazón entero..." *

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.


Pablo Neruda: Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto (Chile, 1904-1973).
Obtuvo el premio Nobel en 1971.
 
* La ilustración corresponde a la luz de enero en el hemisferio boreal aunque el poema se refiere al verano austral.

domingo, 24 de enero de 2021

Enero: HOY HUBIERA PREFERIDO NO ENCONTRARME A MÍ MISMA, de Herta Müller

"Hay muchachas que parecen flores y ángeles..."

(Fragmento)

La instrucción duró todo enero. La madre de Paul decía que preferiría sacar toda la nieve de la gran montaña de allí fuera, que aprender ese lenguaje. Su marido desistió.

Tres días más tarde se supo en la fábrica que me había mudado al apartamento de Paul en la torre de pisos inclinada, aunque Paul no se lo había contado a nadie. Con la misma rapidez lo supo su madre. Con una letra vacilante y muchos errores le escribió a su hijo una carta que empezaba como sigue:

Luz de mis ojos, vida mía.

Luego decía: Hay muchachas que parecen flores y ángeles. Pero tú, hijo mío, te has puesto un pañuelo con el que todos ya se han enjugado. Esa mujer no te quiere a ti ni a su país. Envenenará tu corazón. Que no traspase el umbral de mi casa. Estás tirando tu vida a la basura. Te lo ruego, hijo mío, termina con ella.

Debajo de los besos no ponía: Tu madre, sino que había una firma alambicada y muy estudiada, como si fuera la de una mujer culta. Paul estaba seguro de que alguien le había dictado la carta. Las palabras de cariño le resultaban tan conocidas como la letra.

Herta Müller (Rumana nacionalizada alemana, 1953).
Obtuvo el premio Nobel en 2009.

(Traducido al español por Juan José del Solar).

sábado, 23 de enero de 2021

Enero: NO SÉ SI ESPERO, AMOR, NI SI TE ESPERO..., de Julia Prilutsky


No sé si espero, amor, ni si te espero
pero de pronto estás, inesperado,
con tu visaje cruel y desolado
en este abrazo cálido de enero.

Reconozco tus ojos de viajero,
tu inseguro silencio, tu llamado,
tus labios sin mañana y sin pasado:
eres el rostro del dolor primero.

Vuelvo a mirarte aún. Y eres el mismo
milagro de ternura y egoísmo,
triste y feliz, eterno y pasajero,

burlón, desesperado, inquieto, firme.
Cómo quedarme, amor, y cómo irme,
cómo estar sin estar. Ya no te quiero.


Julia Prilutsky (Nacida en Ucrania nacionalizada argentina, 1912-2002)

viernes, 22 de enero de 2021

Enero: LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES, de Stieg Larsson

"Sobre las nueve, un coche cruzó el puente y desapareció con dirección a la punta de la isla."

(Fragmento del capítulo 8)

Cada media hora se oía el tañido breve y apagado de la iglesia. Las ventanas de la casa de Gunnar Nilsson, al otro lado del camino, estaban iluminadas pero no se veía a nadie. En la casa de Harald Vanger reinaba la oscuridad. Sobre las nueve, un coche cruzó el puente y desapareció con dirección a la punta de la isla. A medianoche la iluminación de la fachada de la iglesia se apagó. Ésa era, al parecer, toda la vida nocturna existente en Hedeby un viernes por la noche del mes de enero. Un silencio sepulcral.

Stieg Larsson (Suecia, 1954-2004).

jueves, 21 de enero de 2021

Enero: NO ME LLAMES CARIÑO, de Isabel Franc

"Se apagaron las luces festivas, desaparecieron los abetos angalanados..." 

(Fragmento)

- No -respondió con sequedad-. Quiero que controlen todos sus movimientos. Es posible que la asesina quiera ponerse en contacto con ella.

En un interrogatorio posterior, la juez decretó su ingreso en prisión. Tras un breve tiempo en Wad-Ras, fue trasladada al centro penitenciario de Picassent, en Valencia, en prisión preventiva hasta la celebración del juicio. Los primeros meses del año trajeron un período de calma que llegó a resultar angustiante. Pasaban los días y la asesina no actuaba, no llamaba, no daba señales, ni de vida ni de muerte. Todo había vuelto a su ritmo habitual. Se apagaron las luces festivas, desaparecieron los abetos engalanados y aquella falsa exposición de felicidad anual se disipó para dar paso al histerismo de las rebajas y los regímenes depurativos y de adelgazamiento. Las clases de catalán se reinciaron el día 14 de enero y las investigaciones proseguían, aunque inmersas en una intensa espera. Volvieron las largas y entrañables conversaciones con Carol Choy y los encuentros furtivos con Helena Mayoral. Carol no sólo le ofrecía su colaboración en el caso, el anáñisis de las circunstancias, el estudio de esa personaje escurridiza y amorfa a la que estaban buscando. Lo que Caro le daba era, por encima de todo, cobijo, apoyo, una amistad que le resultaba necesaria y unos sabrosísimos menús vegetarianos a los que García acabó por aficionarse aunque siempre renegara.

Isabel Franc (España. 1955).

miércoles, 20 de enero de 2021

Enero: EL PRECIO DE LA SAL, de Patricia Highsmith

         "La mujer que a la luz de una cerilla miraba ansiosamente los nombres grabados en una puerta oscura..."


 (Fragmento del capítulo 12)

Enero.

Aquel enero hubo de todo. Y hubo algo casi sólido, como una puerta. El frío encerraba la ciudad en una cápsula gris. Enero era todos aquellos momentos, y también era todo un año. Enero dejaba caer los momentos y los congelaba en su memoria: la mujer que a la luz de una cerilla miraba ansiosamente los nombres grabados en una puerta oscura, el hombre que garabateó un mensaje y se lo tendió a su amigo antes de irse juntos por la acera, el hombre que corrió toda una manzana para alcanzar por fin el autobús. Cualquier acto humano parecía desvelar algo mágico. Enero era un mes de dos caras, campanilleando como los cascabeles de un bufón, crujiendo como una capa de nieve, puro como los comienzos y sombrío como un viejo, misteriosamente familiar y desconocido al mismo tiempo, como una palabra que uno está a punto de definir, pero no puede.


Patricia Highsmith (Estadounidense fallecida en Suiza, 1921-1995).

martes, 19 de enero de 2021

Año nuevo: Brindis de Patricia Highsmith para recibir 1947


Brindo por todos los demonios, por las lujurias, pasiones, avaricias, envidias, amores, odios, extraños deseos, enemigos reales e irreales, por el ejército de recuerdos contra el que lucho: que no me den descanso.

Patricia Highsmith (Estadunidense fallecida en Suiza, 1921-1995).

Hoy 19 de enero, se cumple un centenario de su natalicio.

lunes, 18 de enero de 2021

La tristeza del tercer lunes de enero


Hoy es lo que se ha dado en llamar el lunes triste (Blue Monday), es decir, el día más depresivo del  año. Con ese motivo, en algún enero anterior escribí un texto titulado Propósitos y despropósitos del año nuevo, y en el mismo explicaba: Si bien es una designación por demás discutible, gracias a una fórmula desarrollada por el sicólogo Cliff Arnall, profesor de la Universidad de Cardiff, en el año 2005, en la que mediante una ecuación matemática que incluye media docena de elementos: el clima, las deudas, el lapso transcurrido después de los festejos navideños, el índice de motivación, la sensación de que ha llegado el momento de tomar decisiones y -lo que a mí me parece más simbólico-, el tiempo de confrontar lo que se suele denominar propósitos de año nuevo y que, a estas alturas, ya empezaron a ceder ante la realidad de las costumbres y vicios propios.

Valdría la pena acotar el hecho de que mientras aquí vivimos el invierno boreal, al sur del Ecuador se encuentran en pleno verano, de manera que el factor climatológico, el cual también influye según indica el profesor Arnall, allá no procedería, aunque al igual que nosotros también hayan brindado por el paso del año concluido hacia el que comienza.
 
En El mono epigramático dedicado, como su título sugiere, a reunir mis epigramas, se encuentra uno al que he titulado Augurio:

La cuenta regresiva ha empezado
el último día se sabrá con rigor
si experiencia hemos logrado,
y vivimos otro año mejor.

Considero que la clave de todo radica en la experiencia. Si cada año logramos acumularla, en lugar de envejecer nos iremos haciendo más expertos en el complicado oficio de vivir. "El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza", escribió André Maurois en su novela Climas. El problema es que no siempre existe la disposición de aprender, incorporar lo vivido para modificar conductas, asumir los errores cometidos pero emprender de nuevo el camino procurando que no se repitan. Decía Aldous Huxley en el memorable prólogo de su novela Un mundo feliz (A Brave New World), al referirse al remordimiento crónico como el más indeseable de los sentimientos. "Revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse".

Por alguna extraña razón, parecería que forma parte de la condición humana el rechazo a la experiencia. Sobre todo si es ajena. Se nos podrá advertir lo que sucede si hacemos o dejamos de hacer esto o aquello. No importa, necesitamos experimentarlo en carne propia para comprenderlo. Hacemos más difícil el trayecto, en lugar de transitar por la vía más corta o por el lado sombreado de la vereda.

Karen Blixen, la escritora danesa que firmó su obra con el seudónimo literario de Isak Dinesen -y cuya prosa es definida por Vargas Llosa como "una anomalía genial"-, lo ha dicho, por supuesto, mucho mejor que yo. En su relato titulado El mono, que fue publicado en el volumen Siete cuentos góticos, la tía Cathinka le pregunta al pequeño Boris: "¿Qué es lo que cuesta mucho conseguir, se ofrece por nada y casi siempre se rechaza?" El niño escuchaba atento lo que la anciana tenía que decirle: "Experiencia, la experiencia de los viejos". Dicho lo anterior, le ofrece una reflexión acerca de los hijos de Adán y Eva, "si hubiesen estado preparados para hacer uso de la experiencia de sus padres, el mundo se habría comportado sensiblemente mejor desde hace seis mil años".

Jules Etienne

domingo, 17 de enero de 2021

Año nuevo: NUDO DE VÍBORAS, de François Mauriac

"... ya era un hombre, un hombre fuerte, y por eso no le interesaban ni los heridos ni los muertos."

(Fragmento del capítulo diez)

¡Pobre Isa! No temas que te devuelva la pelota. Jamás te he interesado; jamás te preocupaste de mí; pero durante aquella época menos que en ninguna. Nunca presentiste ese acrecentamiento de angustia que se producía en mí a medida que se sucedían las campañas de invierno. El padre de Lucas había sido movilizado en un ministerio; el niño estaba con nosotros, no solamente las vacaciones de verano, sino el día de Año Nuevo y por Pascua. Le entusiasmaba la guerra. Tenía miedo de que terminase antes de que cumpliera los dieciocho años. El, que nunca había abierto un libro en otras ocasiones, devoraba las obras especializadas y consultaba los mapas. Su cuerpo se desarrollaba metódicamente. A los dieciséis años ya era un hombre, un hombre fuerte, y por eso no le interesaban ni los heridos ni los muertos. De los horribles relatos que yo le obligaba a leer con respecto a la vida en las trincheras, deducía el espectáculo de un deporte terrible y magnífico al cual no siempre se tenía el derecho de jugar: era necesario apresurarse. ¡Oh! Tenía miedo de llegar tarde. Tenía ya en el bolsillo la autorización del imbécil de su padre. Y yo, a medida que se acercaba el fatal aniversario del 18 de enero, seguía estremecido la carrera del viejo Clemenceau, la acechaba, como aquellos padres de los presos que aguardaban la caída de Robespierre antes de que sus hijos fueran llevados a juicio.


François Mauriac (Francia, 1885-1970).
Obtuvo el premio Nobel en 1952,