Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

lunes, 1 de abril de 2019

Tu boca y Primavera: A ELISA EN LA PRIMAVERA de José Joaquín Pesado

"¿Qué fragantes violetas, qué jazmines, igualar de tu boca los colores?"

Idilio

(Fragmentos)

Cesó el invierno duro y aterido
De ejercer en los montes su violencia,
Y el sol de nueva claridad vestido
Llena el orbe de luz con su presencia
Aparece la hermosa primavera,
Y el campo cobra su beldad primera.

Aquesta es la estación de los amores
Alégranse las plantas y las fuentes
Reverdecen los árboles mayores
Alzando al cielo sus antiguas frentes,
Y en las orillas del sonoro río
Presentan un lugar siempre sombrío.

Todo respira amor, todo consuelo
En esta soledad encantadora
La selva florecida, el claro cielo,
La turba de los pájaros canora,
Abren las dulces fuentes del contento,
Y mitigan también el sentimiento.

Templando aquí  la cítara dorada
Cantar quisiera, a solas, sin testigo
Las gracias y belleza de mi amada,
Y el fuego ardiente que en mi pecho abrigo.

(...)

Muchas veces miré la blanca cumbre
Del elevado monte de Orizaba,
Cuando el nuevo sol la viva lumbre
En sus eternas nieves reflejaba;
Y no me pareció su albor tan bello
Como ru seno cándido y tu cuello.

¿Qué floridos planteles, qué jardines
Pudieran competir con tus colores
Qué fragantes violetas, qué jazmines
Igualar de tu boca los colores?
¿Qué palma cuando el aire la regala,
Imitará gentil tu talle y gala?

Con ru rara beldad, divina Elisa,
Los corazones prendas y encadenas,
Sus tempestades calmas con tu risa,
Y las almas sorprendes y enajenas.
¡Qué sonoro es tu acento, qué hechicero,
Cuando a tu amante dices: -Yo te quiero!

A estos amenos campos ven, señora;
Tu sereno semblante aquí convierte,
Que mal vivirá la alma que te adora
Con la pensión terrible de no verte.
Bajan las sombras y declina el día
¡Y no miro tu rostro, amada mía!

Pues que prestaste aquí benigno oído
A la encendida voz de mis amores,
Y te es aqueste sitio conocido,
Ven a gozar en él las nuevas flores;
Mas si sorda a mi ruego no vinieras
Te seguirá mi amor a donde fueras.


José Joaquín Pesado (México, 1801-1861).

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