"¡Ah, Charley, acaba de hablar el espíritu de nuestros antepasados por tu boca!"
(Fragmento del capítulo 7)
- Algunas veces me pregunto -dijo
el abuelo cuando les estaba contado estas cosas a los pequeños-, algunas veces
me pregunto, si hubo más de un solo hombre entre nuestros ancestros que
considerara que los indios poseían un corazón, una mente y un alma inmortal. Yo
creo que ese único hombre fue John Eliot. El resto de los primeros colonos, al
parecer, pensaban que los indios eran una raza inferior de seres, a los cuales
el Creador simplemente les había permitido cuidar de este magnífico país, hasta
que los blancos llegaran para reclamarlo.
- ¿Los colonos más piadosos de
aquellos días nunca intentaron evangelizarlos? -preguntó Lauren.
- En algunas ocasiones, es posible
que algunos ministros -respondió el abuelo-, hablaran de civilizar y evangelizar
a los nativos, pero en el fondo de su corazón querían civilizar los enmarañados
bosques para hacer de ellos un lugar lo más parecido que fuera posible al
paraíso. Ellos no tenían fe en el éxito de una misión como la de la
evangelización porque no sentían ningún aprecio por los pobres indígenas.
Eliot, por su parte, estaba lleno de amor por ellos, y no le faltó ni la fe ni
la esperanza necesarias para gastar toda su vida en beneficio de estas gentes.
- Yo primero los habría conquistado
y después los habría convertido -dijo Charley.
- ¡Ah, Charley, acaba de hablar el
espíritu de nuestros antepasados por tu boca! -replicó el abuelo-. Pero Mr.
Eliot tenía un espíritu mejor. Él los trataba como si fueran sus hermanos.
Persuadió a tantos como pudo para que dejaran sus costumbres desordenadas y se
dedicaran a construir casas y a cultivar la tierra, tal como lo hacían los
ingleses. Mr. Eliot montó escuelas para ellos y enseñó a muchos a leer.
Igualmente les enseño a orar, hasta tal punto que ya los conocían como los
indios rezanderos. Finalmente, habiendo dedicado los mejores años de su vida en
beneficio de los indígenas, Mr. Eliot decidió emplear sus últimos días en una
labor que los beneficiaría aún más.
Nathaniel Hawrhorne (Estados Unidos, 1804-1864).
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