"... y hasta a los del mismo príncipe a quien hemos servido y por cuya causa nos hemos expuesto mil veces a morir en el cadalso..."
Quinta parte
(Fragmento del capítulo VII: Los presentimientos de Morgan se realizan)
- He aquí lo que quería explicarte, mi pobre Amelia, antes de proponerte que huyamos juntos. A los ojos de la Francia, a los de las naciones extranjeras, y hasta a los del mismo príncipe a quien hemos servido y por cuya causa nos hemos expuesto mil veces a morir en el cadalso, no seremos probablemente mas que despreciables bandoleros, dignos de ser exterminados por cualquier medio que sea.
- Pero a mis ojos, querido Carlos, serás siempre, no obstante, el partidario fiel, el hombre de convicción, el obstinado realista que ha proseguido la lucha cuando todos habían depuesto las armas; a mis ojos serás siempre el noble, el leal barón de Sainte-Hermine, o si más te place, el valiente e invencible Morgan.
- ¡Ah! Eso es lo que yo quería oír de tu boca, mi adorada Amelia. A pesar de la infame mancha que quiere echarse sobre nuestro honor ¿no vacilarías pues, no diré en concederme tu amor, ya que de eso estoy seguro, sino en ser mi esposa?
- Ni un instante; esta es mi mayor alegría, ¡la dicha de toda mi vida! ¡tu esposa! Lo soy ya ante Dios, ¡ojalá pueda serlo luego también ante los hombres!
Alexandre Dumas (Francia, 1802-1870).
(Traducido al español por Juan Subirá).
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