"Las luminarias sobre los altares y todos los candelabros en el coro estaban encendidos."
(Párrafo inicial)
En 1479, el día de todos santos, al momento en que
esta historia comienza, la misa vespertina finalizaba en la catedral de Tours.
El arzobispo, Hélie de Boirdeilles, se ha levantado de su silla para dar la
bendición a los fieles. El sermón ha sido largo, la noche ha caído durante el
oficio, y reina la más profunda oscuridad en algunas partes de la hermosa
iglesia cuyas dos torres se encuentran todavía inacabadas. Un buen número de
veladoras arden en honor de los santos, sobre los portacirios triangulares
destinados a recibir esas piadosas ofrendas de las que su mérito o significado
no han sido nunca suficientemente explicados. Las luminarias sobre los altares
y todos los candelabros en el coro estaban encendidos. Distribuidos de manera
desigual entre el bosque de arcos y pilares en las tres naves de la catedral,
esa masa de brillo apenas iluminaba la inmensa estructura del edificio para proyectar las sombras
oscuras de las columnas a través de las galerías, provocando miles de fantasías
sobre las tenebras con sus reflejos sobre las capillas laterales, que
permanecían oscuras aún a plena luz del día.
Honoré de Balzac (Francia, 1799-1850).
Qué bien que alguien intente que no se pierdan en el polvo de los libros que (casi) nadie lee tantas obras de la Literatura como ésta, una joya más de tantas de Honorato. Grandisimo Balzac.
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