"... la noche casi no existe, y se diría que la inmensidad contiene su aliento, unos instantes, al pasar del anochecer al alba."
(Fragmento de la segunda parte: La hija)
Así
transcurrió el principio del verano. Durante algún tiempo, la noche casi no
existe, y se diría que la inmensidad contiene su aliento, unos instantes, al
pasar del anochecer al alba. Los jóvenes felices sólo aspiraban al sueño como
una corta pausa y no se preocupaban mucho de las comidas. Para muchas personas,
aquel verano fue el último; pero este año tenía un sabor particular. Todos lo
sentían oscuramente.
Después
llegó San Juan. Los hombres trataban de persuadirse de que las noches eran verdaderamente
claras; una mujer leía a medianoche, junto a la ventana, una carta que acababa
de recibir; y cogía incluso la pluma para redactar la respuesta; la luz era aún
suficiente, a pesar de que julio se acercaba. Pero la iluminación nocturna era
tan elocuente que no lograba pasar del principio de la carta. «Te escribo en
una noche espléndida…». Y olvidaba continuar, pensando en su amigo lejano,
imaginando que paseaba a su lado, como la noche en que… y ya el sol se
enrojecía al Sudoeste. Se encuentra de vacaciones aquí y había esperado más
aventuras que las que le han ocurrido, y, en intención, ha engañado a su amigo.
Pero los deseos no se han realizado, y trata ahora de redactar una hermosa
epístola. Sin embargo, el remordimiento la araña.
El
alba se acerca; ha transcurrido un hermoso día de verano y de juventud.
Franz Eemil Silanpää (Finlandia, 1888-1964).
Obtuvo el premio Nobel en 1939.
(Traducido al español por Fabricio Valserra).
La ilustración corresponde al amanecer a las 2 de la madrugada en Parkala, Finlandia, durante el verano.
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