"La llamaron las voces de un coro de rusalcas..."
¿Sabéis?
La rusa, la soberbia y blanca rusa
que
danzó en Buenos Aires, feliz como una musa
enamorada,
y sonrió mucho, y partió luego
a
dar sol a sus rosas al Paraguay de fuego.
La
rusa más hermosa de las rusas viajeras,
manzana
matutina, flor de las primaveras,
diamante
de los popes y perla de los zares;
la
rusa que tenía su ramo de azahares
fresco para la fiesta nupcial, Mima, no existe...
fresco para la fiesta nupcial, Mima, no existe...
Que
Menalcas, llorando, rompa la flauta triste;
que en desagravio a Venus se maten mis palomas;
que en desagravio a Venus se maten mis palomas;
rómpase
el vaso alegre y los frascos de aromas;
y vierta el dulce Véspero su elegía nocturna,
y vierta el dulce Véspero su elegía nocturna,
su
elegía de oro dolorosa, en la urna
en
que descansa aquella gentil carne divina.
No descansa. En el lago de la muerte patina
la regia rusa, brillan sus patines de plata
No descansa. En el lago de la muerte patina
la regia rusa, brillan sus patines de plata
al
halago lunar. Mágica serenata
hacer
sonar un ruiseñor en lo invisible,
y
Mima es ya princesa de un imperio imposible.
La llamaron las voces de un coro de rusalcas;
partió, y echó en olvido la flauta de Menalcas,
La llamaron las voces de un coro de rusalcas;
partió, y echó en olvido la flauta de Menalcas,
los
azahares y las tórtolas sonoras.
¿Recuerdas
aquel día, amante que la lloras,
en que gozosa y orgullosa fue mi rima
encadenada al libro con un guante de Mima?
en que gozosa y orgullosa fue mi rima
encadenada al libro con un guante de Mima?
Propiciatoriamente, yo invocaba a Himeneo...
Aún
veo el libro todo blanco y oro. Aún veo
una noche a la eslava que tú adoraste ciego,
una noche a la eslava que tú adoraste ciego,
digna
de amor latino, como de culto griego,
pues
la petersburguesa, parisiense y latina
tuvo
todas las gracias, y además, la argentina.
Como
la Diana de Falguière, ella ha partido,
virgen
a lanzar flechas al bosque del olvido.
Como
la Diana de Falguière, blanca y pura
a
cazar imposibles entre la selva obscura.
Rubén Darío (Nicaragua, 1867-1916).
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