"... primaveral, de un color blanquinegro aéreo y ligero, como un ventarrón de tempestad de nieve en mayo..."
Séptima parte: El viaje
Séptima parte: El viaje
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Hacia la mañana, Yuri Andriéevich se
despertó otra vez. Todavía soñaba algo agradable. No había cesado aún aquella
sensación de felicidad y liberación. De nuevo estaba parado el tren, acaso en
otra estación, o quizá continuaba en la misma. Otra vez rumoreaba una cascada,
probablemente la misma de antes, o acaso otra.
Volvió a adormecerse casi enseguida
y, durmiendo, le pareció oír un gran alboroto y gente que corría. Kostoied la
había emprendido con el jefe de tren y los dos gritaban. El paisaje era todavía
más hermoso. Alentaba algo nuevo que no existía antes, algo mágico, primaveral,
de un color blanquinegro aéreo y ligero, como un ventarrón de tempestad de
nieve en mayo, cuando los copos húmedos y sueltos, al caer, no blanquean, sino
que hacen más oscura la tierra. Algo diáfano, blanco, negro, perfumado.
- «¡Los cerezos silvestres!», pensó
Yuri Andriéevich en sueños.
Boris Pasternak (Rusia, 1890-1960). Obtuvo el premio Nobel en 1958.
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