Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 8 de mayo de 2024

Mirándolas dormir: 1984, de George Orwell

"Julia se quedaba dormida del modo más desconcertante. Era una de esas personas que pueden dormirse en cualquier momento y en las posturas más increíbles."

(
Fragmento final del capítulo V de la segunda parte)

- No me interesa la próxima generación, cariño. Me interesa nosotros.

- No eres una rebelde más que de cintura para abajo -dijo él.

Ella encontró esto muy divertido y le echó los brazos al cuello, complacida.

Julia no se interesaba en absoluto por las ramificaciones de la doctrina del partido. Cuando Winston hablaba de los principios de Ingsoc, el doblepensar, la mutabilidad del pasado y la degeneración de la realidad objetiva y se ponía a emplear palabras de neolengua, la joven se aburría espantosamente, además de hacerse un lío, y se disculpaba diciendo que nunca se había fijado en esas cosas. Si se sabía que todo ello era un absoluto camelo, ¿para qué preocuparse? Lo único que a ella le interesa- ba era saber cuándo tenía que vitorear y cuándo le correspondía abuchear. Si Winston persistía en hablar de tales temas, Julia se quedaba dormida del modo más desconcertante. Era una de esas personas que pueden dormirse en cualquier momento y en las posturas más increíbles. Hablándole, comprendía Winston qué fácil era presentar toda la apariencia de la ortodoxia sin tener idea de qué significaba realmente lo ortodoxo. En cierto modo la visión del mundo inventada por el Partido se imponía con excelente éxito a la gente incapaz de comprenderla. Hacía aceptar las violaciones más flagrantes de la realidad porque nadie comprendía del todo la enormidad de lo que se les exigía ni se interesaba lo suficiente por los aconteci- mientos públicos para darse cuenta de lo que ocurría. Por falta de comprensión, todos eran políticamente sanos y fieles. Sencillamente, se lo tragaban todo y lo que se tragaban no les sentaba mal porque no les dejaba residuos lo mismo que un grano de trigo puede pasar, sin ser digerido y sin hacerle daño, por el cuerpecito de un pájaro.

"Julia había estado inmóvil desde hacía un rato. Estaba echada de lado, desnuda de la cintura para arriba..."

(Fragmento del capítulo IX de la segunda parte)

Winston se dio cuenta del silencio, lo mismo que se da uno cuenta de un nuevo ruido. Le parecía que Julia había estado completamente inmóvil desde hacia un rato. Estaba echada de lado, desnuda de la cintura para arriba, con su mejilla apoyada en la mano y una sombra oscura atravesándole los ojos. Su seno subía y bajaba poco a poco y con regularidad.

- Julia.

No hubo respuesta.

- Julia, ¿estás despierta?

Silencio. Estaba dormida. Cerró el libro y lo depositó cuidadosamente en el suelo, se echó y estiró la colcha sobre los dos.

George Orwell: Eric Arthur Blair
(Inglés nacido en la India y fallecido en Inglaterra, 1903-1950).

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