Regresa la primavera a Vancouver.

domingo, 12 de febrero de 2023

Conejos: EL PERIQUILLO SARNIEN- TO, de José Joaquín Fernández de Lizardi

"... una de las tardes que andábamos a caza de conejos, vimos venir hacia nosotros un caballo desbocado..."

(
Fragmento del capítulo II)

¿Pues qué ha sido de tu vida, hijo de mi alma?, me preguntó; ¿qué suerte has corrido?, ¿qué malas aventuras has pasado que te veo tan otro y tan desfigurado de ropa?

- Qué ha de ser, le contesté, sino que soy el más desgraciado que ha nacido de madre […] me dijo el mulatillo interrumpiéndome; sube a las ancas de mi caballo, nos encaramaremos sobre aquella loma, y allí […] en los caminos reales espantamos la caza.

- No entiendo eso de espantar la caza, le dije, pues yo jamás he visto cazar en caminos reales, sino en los bosques y lugares no transitados por los hombres.

- Tanto así tienes de guaje, me dijo el Aguilucho; pero cuando sepas que nosotros no andamos a caza de conejos ni de tigres, sino de hombres…

(Fragmento del capítulo IV)

… Éste fue el fin glorioso que tuvo mi aventura de médico. Corrí como una liebre; y con tanta carrera y el mal pasaje que tuvo la mula, en el pueblo de Tlalnepantla se me cayó muerta a los dos días. Era fuerza que lo mal habido tuviera un fin siniestro.

Finalmente, yo vendí allí la silla y la guarlapa en lo primero que me dieron, tiré la peluca y la golilla en una zanja para no parecer tan ridículo, y a pie y andando con mi capa al hombro y un palo en la mano, llegué a México.

(Fragmento del capítulo VI)

… En una de las tardes que andábamos a caza de conejos, vimos venir hacia nosotros un caballo desbocado, pero en tan precipitada carrera, que por más que hicimos no fue posible detenerlo; antes si no nos hacemos a un lado, nos arroja al suelo contra nuestra voluntad […] el pobre jinete […] no valían nada las diligencias que hacía con las riendas para contenerlo. Creímos su muerte próxima por la furia de aquel ciego bruto, y más cuando vimos que, desviándose del camino real, corrió derecho por una vereda, y encontrándose con una cerca de piedras de la huerta de un indio, quiso saltarla, y no pudiendo, cayó en tierra cogiendo debajo la pierna del jinete.

José Joaquín Fernández de Lizardi (México, 1776-1827).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario