"Por el carnaval, me llamó cariñosamente por mi nombre de pila y me ofreció una tarta con mermelada de grosella."
(Fragmento)
(Fragmento)
Como es natural, me recuperé muy pronto de aquel amor infantil. En un edificio donde hubo un montón de pisos y en estos pisos un montón de habitantes, no solía ser difícil.
Un piso más abajo vivía una muchacha salvaje, sólo un poco mayor que yo. Tenía unos cabellos negros, mi madre decía que gitanos, y en ellos un gran lazo rojo. La encontraba casi a diario y siempre me sonreía. Una vez, cuando pasé por su puerta, me atrajo adentro y se puso a abrazarme y besarme con furia. Pero antes de poder darme cuenta de mi súbita felicidad, me sacó otra vez fuera. Como un trozo de trapo arrugado. Había oído a su madre que volvía del sótano con el carbón.
Al cabo de poco tiempo se mudó a un piso vecino una pareja de recién casados. En aquella ocasión fue la joven desposada la que sacudió mi corazón. Algunas veces me invitaba a la cocina para ofrecerme una tarta o un dulce todavía caliente. Me enamoré de ella en seguida, después de nuestro primer encuentro, y en vano reflexionaba cómo acercarme más estrechamente a ella. Por el carnaval, me llamó cariñosamente por mi nombre de pila y me ofreció una tarta con mermelada de grosella. Cuando me la acabé, cogí su mano y la besé con todo el corazón. Me dio otra tarta y medio en serio medio en broma me echó una bronca: por una tarta no hace falta besar la mano. No comprendió, por desgracia, que no era una expresión de agradecimiento, sino una declaración de amor y un torpe deseo de acercarme a su atractivo cuerpo.
Jaroslav Seifert (Nació en un suburbio de Praga cuando formaba parte del imperio Austro-húngaro y falleció también en Praga, Checoslovaquia, hoy República Checa, 1901-1986). Obtuvo el premio Nobel en 1984.
La ilustración corresponde a una mujer cabalgando durante el carnaval de Bohemia en Praga.
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