La canción popular nacía como una estalactita. Gota a gota se revestía de nuevos motivos y nuevas variantes. Iba pasando de generación en generación y cada uno de los que la cantaban le añadía algo nuevo. Cada canción tenía muchos creadores y todos ellos desaparecían humildemente detrás de su obra. Ninguna canción popular existía así porque sí. Tenía su función. Había canciones que se cantaban en las bodas, canciones que se cantaban al terminar la siega, canciones que se cantaban en carnaval, canciones para las Navidades, para la recogida del heno, para bailar y para los entierros. Tampoco las canciones amorosas existían al margen de ciertas ceremonias habituales. Los paseos vespertinos por la aldea, el canto bajo las ventanas de las muchachas, el noviazgo, todo eso tenía un rito colectivo y en ese rito las canciones tenían su sitio establecido.
Milan Kundera (Escritor de origen checo nacionalizado francés; 1929).
La ilustración corresponde al carnaval de Praga.
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