Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 6 de enero de 2016

Unicornios: PÁLIDO FUEGO, de Vladimir Nabokov

"... transformando peones en unicornios de marfil..."

 (Fragmento del Canto Tercero)
 
¡Vida Eterna... basada en una errata!
Mientras volvía a casa reflexioné:
¿aceptar la sugestión  y dejar de investigar mi abismo?
Pero de pronto vi que allí estaba
la verdadera cuestión, el tema en contrapunto;
nada más que esto: no el texto sino la textura; no el sueño
sino la coincidencia invertida,
no el absurdo fútil sino una trama de sentido.
¡Sí! Bastaba que yo pudiera encontrar en la vida
algún vínculo laberíntico, una especie
de estructura concordante en el juego,
un arte plexiforme y algo del mismo
placer que quienes lo jugaban encontraban.
 
No importaba saber quiénes eran. Ningún ruido,
ninguna luz furtiva salía de su intrincada
morada, pero allí estaban, apartados y mudos,
jugando a un juego de mundos, transformando peones
en unicornios de marfil y faunos de ébano;
manteniendo aquí una larga vida, extinguiendo
allá una breve; matando a un rey balcánico;
haciendo caer del cielo un gran trozo de hielo formado
en un avión que vuela a gran altura
y causando la muerte de un granjero; escondiendo mis llaves,
mis anteojos o mi pipa. Coordinando estos
acontecimientos y estos objetos con sucesos lejanos
y objetos desaparecidos. Haciendo ornamentos
de accidentes y posibilidades.
 
 
 Vladimir Nabokov (Ruso nacionalizado estadounidense, 1899-1977).

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