El compositor Richard Strauss era contemporáneo -aunque trece años mayor- de Hermann Hesse. Al final de la segunda guerra, siendo ya un anciano octogenario se trasladó a vivir a Suiza, en donde Hesse llevaba radicando desde hacía tiempo e incluso había adoptado esa nacionalidad. Ambos desarrollaron una amistad que se acentuó conforme Strauss fue adoptando una postura pacifista y cada vez más crítica del régimen de Hitler. Aunque al principio fue bastante favorecido por éste, al grado de ser nombrado presidente de la cámara de música del III Reich, además de que compuso el himno para los juegos olímpicos de Berlín en 1936, se fue distanciando paulatinamente del régimen, sobre todo porque su nuera tenía origen judío y por lo tanto sus nietos, así fuese sólo de manera parcial, también lo eran.
En 1938, bajo una ominosa atmósfera bélica, estrena la ópera en un acto El día de la paz. Cuando la guerra estaba a punto de concluir, decepcionado escribió en su diario: "El período más terrible de la historia humana se ha terminado, el reinado de doce años de bestialidad, ignorancia y destrucción de la cultura por parte de los mayores criminales, durante el cual los dos mil años de la evolución cultural de Alemania llegaron a su fin."
Dedicada a la soprano María Jeritza, Septiembre, poema de Hermann Hesse, es una canción elaborada con un sumo cuidado en los
detalles, una pieza de auténtico orfebre, delicada pero densa, venida de la más
pura inspiración melódica.
La última de las composiciones para orquesta, fue
creada precisamente en ese mes de septiembre, como indica su título, de 1948 y
podría tomarse en solitario como un magnífico broche final en el que Strauss
parece estar imbuido por la tristeza del verano, que simboliza sus años de
juventud y que se va apagando lentamente con la llegada de las lluvias
otoñales.*
La leve introducción orquestal está cargada de matices que
parecen llevarnos a ese jardín triste dónde la lluvia derrama sus frías lágrimas
en las flores. Es notable el uso de las flautas y el arpa, entre las cuerdas,
semejando las gotas de lluvia así como el acento en la palabra "Blumen"
(flores).
En la siguiente frase, aparece el verano (Der Sommer) que se
estremece porque se acerca su fin y en este pasaje descubrimos unas texturas más
cálidas y resplande- cientes.
De nuevo la presencia de las flautas y el arpa en
el goteo de las hojas de las acacias, desde "Golden tropft".
Y otra vez el
verano, que no quiere irse y que sonríe extrañado y de nuevo volvemos a un
momento radiante en la voz y la orquesta. La frase termina con el verano ya
cansado y agonizante en una magnífica y ondulante melodía en la palabra
"Gartentraum" (sueño del jardín) que parece llevarnos a terrenos etéreos y de
fantasía.
El espectro de la obra se va abriendo en los compases siguientes en
dónde ese verano (o juventud) anhela el descanso. Es particularmente destacable
el ascenso y posterior caída de la orquesta en estas frases y después de
"stehen".
La última frase, prodigio de emociones, queda aplicada de manera
magistral en un pianísimo que subraya el texto: "lentamente cierra los grandes
ojos, rendidos de cansancio" haciendo énfasis en la palabra "Augen" (ojos) y la
palabra "zu" que es protagonizada por la trompa solista, como rendido homenaje
no solamente al intrumento del padre de Strauss, si no también a la juventud
sugerida que va desapareciendo de este anciano compositor.
Jules Etienne
* Casualmente Richard Strauss falleció al año siguiente en el mes objeto de la canción: el 8 de septiembre de 1949.
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