Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

lunes, 19 de septiembre de 2022

Equinoccio: LA HISTORIA DE GENJI, de Murasaki Shikibu

"No se preocupen, (...) Por más que estemos en el noveno mes, tengo entendido que mañana es el equinoccio."

(Fragmento del capítulo 50)

Puerta corrediza

Se oyeron los sonidos de los guardianes que abrían la puerta y se marchaban. Cuando oyó que los demás hombres entraban y se tendían, pidió que acercaran su carruaje a las puertas dobles. Entonces tomó en brazos a la muchacha y la subió al vehículo. Sus damas de honor estaban horrorizadas. ¡Aquello era demasiado repentino!

- Pero, mi señor -protestaron-, ¡es el noveno mes!* ¡Eso no está bien! ¿Qué está haciendo?

La monja Ben no había previsto que él pudiera comportarse así, y se sentía muy ofendida, pero hizo lo que pudo por tranquilizar a las mujeres.

- Es evidente que su señoría tiene sus propios planes -les dijo-. No se preocupen, por favor. Por más que estemos en el noveno mes, tengo entendido que mañana es el equinoccio -era el decimotercer día del mes.

- Ahora no puedo ir contigo -le dijo ella-. La princesa podría enterarse de que he estado en la Ciudad, y sería una extremada falta de tacto por mi parte que regresara sin decírselo.

- Preferiría que te disculparas más tarde -insistió el comandante, azorado al pensar que alguien pudiera informar tan pronto a la princesa-. Además, necesitaré tu ayuda cuando estemos allí. ¿Me hará también alguien más el favor de venir? -añadió.

La monja subió al carruaje con Jijû, que tenía una intimidad especial con su señora. El aya, la muchacha paje que había ido con Ben y las demás se quedaron atrás, llenas de asombro.

Ben supuso que no irían muy lejos, pero resultó que se dirigían a Uji. El comandante había convenido un cambio de bueyes a mitad del camino. Al amanecer abandonaron la orilla del río Kamo y llegaron al Hôshôji. Ahora que, a la luz del amanecer, Jijû distinguía mejor al comandante, el necesario decoro no impidió que le mirase sin recato, pasmada de admiración.

En cuanto a la joven, yacía de bruces, aturdida por la conmoción del inesperado viaje.


Murasaki Shikibu (Japón, siglo XI. Probablemente 978-1014).

* Según la tradición, se le consideraba un mes adverso para contraer matrimonio.

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