"... iba sola al pueblo, buscaba siempre al anochecer la compañía de sus amigas para volver a casa más segura."
(Fragmento del capítulo X)
En su primera excursión se divirtió la joven más de lo
que esperaba, contagiada de la alegría de los demás, que formaba tan vivo
contraste con la monótona tarea que diariamente realizaba en el gallinero. Por
lo que la repitió una y otra vez. Como la joven era interesante y agraciada,
hallándose además en el momentáneo umbral de la feminidad, su paso por las
calles de Chaseborough atraía algunas furtivas miradas varoniles, por lo cual,
aunque algunas veces iba sola al pueblo, buscaba siempre al anochecer la
compañía de sus amigas para volver a casa más segura.
Así transcurrieron un mes o dos, hasta que llegó un
sábado de septiembre, en el que coincidían una feria y un mercado. Con este doble
motivo, los peregrinos de Trantridge se las prometían doblemente felices en las
tabernas. Tess estuvo muy atareada todo aquel día, llegando al pueblo mucho
después que sus compañeras. Era una hermosa tarde de septiembre, a esa hora del
crepúsculo en que las amarillentas luces luchan con las sombras azules en
líneas finas como cabellos y la atmósfera misma forma perspectivas sin
necesidad de objetos más sólidos, si se exceptúan las miríadas de alados
insectos que en ella danzan. Por entre esta bruma del atardecer hizo Tess el
camino.
Thomas Hardy (Inglaterra, 1840-1928).
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