Salió el sol y las
armas formaban un cambiante de luz hermosísimo. Todos los amigos se reconocían,
se abrazaban, preguntaban por los compañeros. Para dar idea de estas
conversaciones, haremos que el lector conozca algunos diálogos.
- Querido, vienes muy
triste.
- Un poco, la familia,
la…
- La novia, ya no pasarás tanto por los arbolitos, chico, ya estabas secándolos
con tanto reclinarte, debías pagar la contribución de paseos.
- Iba yo por
refrescarme.
- Ya entiendo, la
sangre; eres más feliz que yo, a mí siempre me la han quemado.
- ¿Quién es aquella
muchacha que va con el teniente Ibáñez?
- Hombre, su hermanita.
- ¡Ya!, la hermana de su hermano. A propósito de hermanos, ¿dónde van los
tuyos?
- Por el camino del
interior hasta San Luis Potosí.
- ¿Y tú por qué no
los sigues?
- Yo estoy con el
general Garza, marcho hasta Tampico.
- Querido, viajas mucho
para proporcionarte las intermitentes.
- La intervención
me ha salvado; figúrate que el maldito viejo quería atraparme,
y entre el matrimonio y la fiebre amarilla no hay disyuntiva.
- Ése es mi programa.
- ¡Bravo!, gritó con acento alegre el capitán Martínez, estos jóvenes son de mi escuela,
¡ah de los solteros! Yo llevo la bandera y pienso ponérmela de sudario; ¿pero qué
es este pueblo inmediato?, ¡rayo!, esto es un aduar por donde han pasado los comanches.
Juan Antonio Mateos (México, 1831-1913).
La ilustración corresponde a una antigua fotografía de la capilla en el Cerro de las Campanas, estado de Querétaro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario