Regresa la primavera a Vancouver.

domingo, 16 de enero de 2022

Día de reyes: EL COMENDADOR, de Camilo Castelo Branco

"Podría ponérsele Melchor al niño, si quiere el señor cura."

(Fragmentos de la primera parte)

Seis de enero de 1832. Mañana lluviosa y glacial. El viento silbaba en las ventanas de la iglesia de Santa María. Crujían los robles, azotados por el viento norte. Al rayar el día, la devota de los tres Reyes Magos, la tía Bernabé, tejedora -viuda del operario Bernabé, que le había dejado el nombre y una humilde casita con su huerta-, se levantó, fue a casa del párroco a pedir la llave de la iglesia y, llevando bajo el brazo la escoba de retama, para barrer el suelo, y la aceitera, para llenar las lámparas, entró en el atrio. Al pasar frente a la puerta principal se arrodilló, persignó y rezó. En aquel momento oyó el vagido convulsivo y áspero de un niño. Volvió el rostro hacia el lado de donde le parecía que había salido aquel llanto. No vio a nadie. Se asustó.

- ¡Jesús! ¡Santo nombre de Jesús! ¡Esto debe ser algo malo! -exclamó, dejando en el escalón de la puerta la alcuza y la escoba.

Y el llanto del niño cesó.

* * *

El cura salió de casa malhumorado y bostezando. Cada vez que abría las mandíbulas trazaba en la entrada de la boca tres cruces con el dedo pulgar.

La tejedora, que le esperaba en el atrio, se acercó a él, mostrándole la cara amora- tada del niño. El cura le miró de reojo y preguntó:

- ¿Es macho o hembra?

- Es un niño -respondió la viuda.

- Encienda uno de aquellos cabos -dijo el párroco a Isidro, señalando los miserables candeleros de plomo de un altar-. ¿Tiene agua la pila?

- Ahí viene mi chico con el cántaro.

- ¿Son ustedes los padrinos? ¿Ponemos Isidro al niño o le ponemos el nombre del santo de hoy? -dijo, bostezando y persignándose en la boca, el párroco, que estaba en el umbral de una de las puertas, donde, según el ritual, esperaba la mujer.

- Hoy es el día de los Reyes Magos -dijo ella.

- Es verdad -afirmó también el cura- y dudó si "Reyes" sería nombre o apellido. No se acordaba de haber estudiado este asunto.

- Los Santos Reyes Magos eran tres -prosiguió la tía Bernabé.

- Ya lo sé -replicó el cura.

- Uno se llamaba San Melchor; otro, San Gaspar; otro, San Baltasar -expuso la devota de los magos orientales-. Podría ponérsele Melchor al niño, si quiere el señor cura.

- Yo quiero todo lo que ustedes quieran. Y vamos a ello, que hace mucho frío.


Camilo Castelo Branco (Portugal, 1825-1890).

(Traducido al español por Pedro Blanco Suárez).

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