Regresa la primavera a Vancouver.

domingo, 2 de enero de 2022

Año nuevo y Venecia: DÉBIL ES LA CARNE, de Lord Byron

"El Carnaval está empezando y hay mucho jolgorio por todas partes..."

(Débil es la carne. Correspondencia veneciana 1816-1819, de Lord Byron)

A John Murray.
Venecia, 2 de enero de 1817.
 
Estimado señor. Muchas gracias por sus noticias y por el optimismo de su carta. Venecia y yo nos avenimos mucho, pero no tengo nada que agregar, salvo lo referen- te a la última Ópera, a lo que ya le conté en mi última carta. El Carnaval está empe- zando y hay mucho jolgorio por todas partes, y también muchas componendas porque todo el mundo está urdiendo sus intrigas para la temporada que empieza -mudándose o prorrogando sus arriendos-. Yo estoy muy bien con Marianna, que no es en absoluto persona que me canse, en primer lugar porque yo no me canso de una mujer por mi propia inclinación, sino porque ellas suelen ser de natural aburridas; en segundo lugar, porque es afable y tiene un tacto poco común entre la parte más bella de la creación, y 3º, porque es muy guapa, y 4º… pero no es momento de entrar en detalles. Desde que llegué a Venecia he pasado con ella buena parte de mi tiempo, y nunca veinticuatro horas sin dar y recibir de una a tres (y a veces más) pruebas ine- quívocas de nuestro mutuo agrado. Hasta el momento nos hemos llevado muy bien, y en cuanto al futuro, yo nunca hago vaticinios. "Carpe Diem", al menos el pasado es nuestro -lo que es una buena razón para asegurarse el presente-. Y basta ya de mis propias relaciones.
 
Por lo que hace al estado de las costumbres aquí, poco difiere del tiempo de los Dux: se considera virtuosa (según el código) a la mujer que se limita a un marido y un amante -la que tiene dos, tres o más, es un poco "alocada"-, pero sólo se considera que faltan al decoro del matrimonio las que son indiscriminadamente difusas y establecen relaciones de bajo rango, como la Princesa de Gales con su Recadero (a quien, por cierto, han hecho Caballero de Malta). En Venecia, la Nobleza es proclive a casarse con bailarinas y cantantes, y, a decir verdad, las mujeres de su propia clase no son guapas. En cambio la raza común, las mujeres de segundo orden y los siguientes, las esposas de los abogados, comerciantes y propietarios, y las clases sin título, son por lo general "bel' sangue", y con éstas es con las que se suelen establecer lazos amatorios. También se dan casos de admirable constancia. Conozco a una mujer de cincuenta años que sólo tuvo un amante, que murió pronto, tras o cual se volvió devota y renunció a todo salvo a su marido. Como cabe suponer, se vanagloria de su milagrosa fidelidad, refiriéndose a ella en un tono de moralidad fuera de lugar que resulta bastante divertido. Aquí no hay forma de convencer a una mujer de que se desvía un ápice de la norma o de la conveniencia de las cosas si tiene un "Amoroso". El mayor pecado parece ser mentir para ocultarlo, o tener más de uno, a menos, claro está, que esta extensión de la prerrogativa sea entendida y aprobada por el anterior causahabiente. En mi caso, no sé si hubo algún predecesor, y estoy seguro de que no hay un copartícipe. Me inclino a pensarlo debido a la juventud de la otra parte, y a la forma franca y sin disimulo con que todos lo admiten todo en esta parte del mundo cuando hay algo que admitir, así como por otras circunstancias, a saber, que el matrimonio es reciente, etcétera, etcétera. Que esta ocasión sea el "premier pas" no significa gran cosa.

Queda suyo afectísimo
Byron

Lord Byron 
George Gordon Byron (Inglés fallecido en Grecia, 1788-1824)

(Traducido al español por Eduardo Mendoza).

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