Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 22 de junio de 2021

Venecia: LA HISTORIA DE SIR CHARLES GRANDISON, de Samuel Richardson


(Fragmento de la carta IV)

De la señorita Harriet Byron a la señorita Lucy Shelby

Viernes, una de la tarde, 3 de marzo.

Sir Charles: Tuve un malentendido en Venecia con un caballero del lugar. Debía tener unos veintidós años. Yo era un año más joven.

Señor Bagenhall: ¡En el Carnaval, supongo! ¿Sobre una dama, Sir Charles?

Sir Charles: Se trataba del único hijo de una noble familia veneciana, que tenía grandes expectativas para él. Era un joven genio. Otra familia noble de Urbino, con la que se aliaría en matrimonio, también estaba interesada en su bienestar. Habíamos hecho amistad juntos en Padua. Estuve en Venecia invitado por él y la pasé muy bien con toda su familia. Se ofendió en contra mía, instigado por un pariente suyo; para reconocer la verdad, por una dama, como supone el señor Bagenhall, su hermana. No me permitió defender mi inocencia ante el acusador; ni tampoco apelar a su padre, que si bien era una persona de temperamento, a su vez era sensato. Al contrario, me reprendió de una manera que apenas pude soportar. Estaba resuelto a abandonar Venecia; y me despedí de toda su familia, excepto de la dama, que no quería ser vista por mí. El padre y la madre me dejaron partir con pesar. El joven caballero lo había logrado y no podía apelar a ellos manteniendo mi honor. Al despedirme de él perso- nalmente, pretextando que me daba una carta de recomendación, me entregó un desafío. La respuesta que le di, después de protestar por mi inocencia, para tal efecto fue: "Partiré para Verona dentro de unas horas. Tú conoces mis principios y espero considerar mejor el asunto. Nunca, mientras sea dueño de mi temperamento, me daré tanta causa de arrepentimiento hasta la última hora de mi vida, como sucedería si desenvainara mi espada para causar un daño irreparable a la familia de cualquier hombre, o si corriera el mismo riesgo de dañar a la mía, ¡y de incurrir en la perdición final de ambos!".

Señor Merceda: Esa respuesta era más provocadora de lo que sería una satisfac- ción, supongo.

Sir Charles: Una provocación no era lo que yo intentaba. Más bien la había elabo- rado sólo para recordarle las obligaciones que ambos teníamos con nuestras respectivas familias, y para darle un indicio de otra consideración superior. Era probable que tuviera mayor fuerza en ese país católico que, lamento decirlo, en este que es protestante.

Samuel Richardson (Inglaterra, 1689-1761).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

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