"Cuando tus palacios de mármol estén ya al nivel de tus olas..."
(Fragmento del Libro Quinto)
Lord Byron es para Venecia lo que nuestro Zorrilla para Granada: el gran panegirista de su hermosura, el cantor infatigable de su peregrina historia, el que creó en todas las imaginaciones un mágico ideal de su belleza; el que dijo al mundo, olvidado ya de una ciudad que había cumplido su destino histórico: «Venecia existe todavía: sus encantos no han desaparecido con su poder: sus palacios no se han hundido con sus guerreros y navegantes: la poesía y la tradición levantan aquí su voz entre las ruinas. ¡Venid a verla!»
El canto cuarto de La peregrinación de Childe-Harold, que principia: «Estaba yo en Venecia, sobre el Puente de los Suspiros, entre un palacio y una prisión...» fue la primera señal de aquel entusiasmo por la ciudad de los Dux que le llevó á escribir después sus dos famosas tragedias Marino Faliero y Los dos Foscari, y por último, la sublime Oda a Venecia: «¡Oh Venecia, Venecia! Cuando tus palacios de mármol estén ya al nivel de tus olas, se oirá el grito de las naciones sobre tus ruinas, y un largo lamento resonará en las orillas del agitado mar. -Si yo, peregrino del Norte, lloro sobre tus escombros, ¿qué no te deberán tus hijos? -¡Todo, menos estériles lágrimas! -Y sin embargo, ellos se contentan con murmurar en medio de su sueño!- ¡Qué contraste con sus mayores! ¡Ah! ellos son a sus padres lo que el verdoso fango, desechado por la mar, es a la potente ola que separa al marinero de su nave!» Estos enérgicos acentos pusieron de moda a Venecia en ambos mundos. Desde entonces, la poesía, la música y la novela hicieron de la hija de las lagunas la Isla de Délos del romanticismo, y los poetas y los artistas fueron en peregrinación a saludarla.
Pedro Antonio de Alarcón (España, 1833-1891).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario