Regresa la primavera a Vancouver.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Venecia: SONATA DE PRIMAVERA, de Ramón del Valle-Inclán


(Fragmento)

Al verla sentada al pie de la fuente, sobre aquel fondo de los bojes antiguos, leyendo el libro abierto en sus rodillas, adiviné que María Rosario tenía por engaño del sueño, mi aparición en su alcoba. Al cabo de un momento y olvió a levantar la cabeza, y sus ojos, en un batir de párpados echaron sobre mí una mirada furtiva. Entonces le dije:

-¿Qué leéis en este retiro?

Sonrió tímidamente.

- La Vida de la Virgen María.

Tomé el libro de sus manos, y al cedérmelo, mientras una tenue llamarada encendía de nuevo sus mejillas, me advirtió:

- Tened cuidado que no caigan las flores disecadas que hay entre las páginas.

- No temáis... Abrí el libro con religioso cuidado, aspirando la fragancia delicada y marchita que exhalaba como un aroma de santidad. En voz baja leí:

- La Ciudad Mística de Sor María de Jesús, Llamada de Ágreda.

Volví a entregárselo, y ella, al recibirlo, interrogó sin osar mirarme:

- ¿Acaso conocéis ese libro?

- Lo conozco porque mi padre espiritual lo leía cuando estuvo prisionero en los Plo- mos de Venecia.

María Rosario, un poco confusa, murmuró:

- ¡Vuestro padre espiritual! ¿Quién es vuestro padre espiritual?

- El Caballero de Casanova.

- ¿Un noble español?

- No, un aventurero veneciano.

- ¿Y un aventurero...?

Yo la interrumpí.

- Se arrepintió al final de su vida.

- ¿Se hizo fraile?

- No tuvo tiempo, aun cuando dejó escritas sus confesiones.

- ¿Como San Agustín?

- ¡Lo mismo! Pero humilde y cristiano, no quiso igualarse con aquel Doctor de la Igle- sia, y las llamó Memorias.

- ¿Vos las habéis leído?

- Es mi lectura favorita.

- ¿Serán muy edificantes?

- ¡Oh...! ¡Cuánto aprenderíais en ellas...! Jacobo de Casanova fue gran amigo de una monja de Venecia.

- ¿Como San Francisco fue amigo de Santa Clara?

- Con una amistad todavía más íntima.

- ¿Y cuál era la regla de la monja?

- Carmelita

- Yo también seré Carmelita.

María Rosario calló ruborizándose, y quedó con los ojos fijos en el cristal de la fuente, que la reflejaba toda entera. Era una fuente rústica cubierta de musgo. Tenía un mur- mullo tímido como de plegaria, y estaba sepultada en el fondo de un claustro circular, formado por arcos de antiquísimos bojes.

Ramón del Valle-Inclán:
Ramón María Valle Peña (España, 1866-1936).

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