Juan (angustiado): ¡Nora!
Nora: ¿Qué?
Juan: ¡No seas cruel, Nora! ¡No seas cruel conmigo!... ¡No puedo más!... ¡Dios mío!... ¿Qué... qué... qué... qué quieres de mí? ¿Qué quieres que te diga?
Nora (un poco asustada): ¡Juan!
Juan: ¿Querías que te dijera que no puedo vivir sin ti, que desde hace un mes vivo en un infierno, que no sé lo que pienso, ni lo que siento, ni lo que quiero; que has revolucionado todos mis sentimientos y mis ideas, que eres la primera mujer de mi vida, que te adoro, que sueño contigo por las noches, que tengo ansia de tu boca? ¡Nora de mi alma!
Nora: ¡Déjame... deja... Me das miedo.
Juan: Ahora no huyas, no; tienes que oírme. Pero ¿no sabías que la maldad que estabas haciendo conmigo, que desde que has llegado no tengo un minuto tranquilo, que la paz ha huido de mi espíritu? ¡No, maldad, no! He sido yo..., no sé. Ni sé si ha sido el demonio quien te ha traído a esta casa para perderme, o Dios para probarme y para castigar mi orgullo haciéndome ver que mi vocación no era más que orgullo, y orgullo mi virtud, que sólo existía porque yo ignoraba que tú existieras en el mundo.
Nora: ¡Dios mío! ¿Qué he hecho yo?
Juan: Abrirme los ojos a la vida, hacerme pensar en la felicidad de tu cariño y soñar con el momento que puede ser éste, y que, sin embargo, me sigue pareciendo un sueño, de que tú me digas que me quieres, Nora. Porque tú también me quieres, ¿verdad? ¡Dímelo, Nora
Juan Ignacio Luca de Tena (España, 1897-1975).
La ilustración corresponde a la puesta en escena durante el estreno de la obra en 1929. En las fotografías aparecen Carmen Larrabeiti y Emiio Thuillier como el tío y obispo; y la propia Larrabeiti junto con su marido, Carlos Díaz de Mendoza, en los papeles protagónicos de Nora y Juan.
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