Se rindieron las líneas de Tu cuerpo a mis caricias y Tus labios se secaron succionados por los míos. Te echaste sobre mí y profané todos los secretos y los escalofríos y las ondulaciones de Tus carnes. Sellé con el beso de mi deseo todos los nidos de Tu cuerpo. Y el hastío crece, crece a la par que el amor.
Te he analizado toda al microscopio de mi alma perversa. Sé lo que dicen Tus ojos tras sus largas pestañas y lo que dice la opresión de Tu mano y lo que grita Tu silencio en la penumbra. Sé, cuando arqueas Tu cuerpo, de qué forma se aprietan y se arrugan Tus carnes y cuántos hoyitos se forman en Tus pechos y cómo de Ti sale caliente y profundo Tu aliento. Todo, lo sé todo. Tu cuerpo cae sobre la cama con la palidez de los lirios y con la gracia de los nenúfares. Y Tus labios se aprietan y atardecen blancos los bulbos de Tus ojos. Y Tu brazo derecho, rendido y blanco, se enreda en mi cuello. Sé qué quieres decir cuando entreabres Tu boca y sé qué ves cuando cierras tus ojos y qué piensas cuando tímidamente se van sonrosando Tus mejillas.
Por Tu andar cuando llegas y la temperatura de Tu mano al saludar, sé cuántos besos has de darme y qué palabras me vas a decir. Te he analizado toda, ¡oh, infeliz!, al microscopio de mi alma perversa... Y he aquí, he aquí como crece el hastío a la par que el amor.
Nikos Kazantzakis (Griego fallecido en Alemania, 1883-1957).
(Traducido al español por Pedro Olalla).
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