Suéltate el cabello, Magdalena, y ata con él los pies de Jesús. ¡Qué cadenas más delicadas dispone Magdalena para su vencedor al que quiere hacer su cautivo! Magdalena, no temas. Aquél que confiesa en el santo Cantar que "se deja prender el corazón con un solo cabello de su Esposa", ¿podrá acaso desenredar sus pies de las redes de toda tu cabellera? Pero, ¿y si escapa?, ¿y si estas ataduras las rompe sin esfuerzo? No, no: no busques otras. Conoce el genio del amor: no rehúsa ser cautivo, pero quiere a la vez ser libre. Quiero decir que sólo quiere ser cautivo por su propia voluntad. Quiere lazos delicados y tiernos; lazos que no sean fuertes más que porque nadie quiere romperlos. Así pues, tu cabellera basta para prenderlo y comprometerlo; no hallarás lazos mejores.
Sermón anónimo francés (que algunos atribuyen a Bossuet) del siglo XVII encontrado por Rainer María Rilke en la tienda de un anticuario en 1911.
(Traducido al español por Nicole d'Amonville Alegría)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario