Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 16 de mayo de 2013

La vieja amistad entre Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes


"Lo que no tenemos lo encontramos en el amigo", escribió Carlos Fuentes en su indispensable ensayo de tintes autobiográficos En esto creo. "La amistad le abre el camino a los sentimientos que sólo pueden crecer fuera del hogar. Encerrados en la casa familiar, se secarían como plantas sin agua. Abiertas las puertas de la casa, descubrimos formas del amor que hermanan al hogar y al mundo. Estas formas se llaman amistades."

La cercana relación amistosa entre Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, jóvenes escritores aún lejanos del premio Nobel que coronaría las trayectorias de ambos, quedó más que refrendada en septiembre de 1967, cuando García Márquez fue padrino de bautizo del primogénito de Vargas Llosa, quien llevaría los nombres del colombiano y sus dos hijos: Gabriel Gonzalo Rodrigo. Poco después, en diciembre, luego de que Vargas Llosa publicara un artículo sobre Cien años de soledad, aquél le escribió una emocionada carta de agradecimiento:
 
"Hermano:
¡Eres un bárbaro! Acabo de leer tu nota sobre Cien años de soledad reproducida por El Espectador, de Bogotá, y estoy sencillamente abrumado. Creo que en el mundo de la amistad se vale un poco de generosidad, ¡pero no tanta, viejo! Es lo mejor que he leído sobre la novela, y ahora no sé muy bien dónde meterme, en parte agobiado y en parte avergonzado, y en parte muy jodido por no saber qué hacer con esta papa caliente que me has tirado."
 
Después prosigue Garcia Márquez disculpándose por su imposibilidad de viajar a Londres.
 
"No: no puedo ir a Londres ahora. Necesito sentarme, urgentemente, a escribir. Tengo el brazo frío y la novela del Patriarca se me está pudriendo dentro."
 
En efecto, a García Márquez no le resultó possible coincidir con Fuentes y Vargas Llosa. Dicho encuentro quedó documentado en el artículo Carlos Fuentes en Londres, escrito por el peruano. La novela a la que se refiere Garcia Márquez, El otoño del patriarca, tendría que aguardar otro rato, puesto que antes apareció publicado el relato La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. Se despide muy afectuoso:
 
"Besos a Patricia y a la prole. Y para ti un inmenso abrazo, Gabo."
 
En noviembre de 2012 se entregó por primera vez el premio Carlos Fuentes a la creación literaria en idioma español a Mario Vargas Llosa. Durante la ceremonia, éste recordó que había conocido a Fuentes en 1962, durante una fiesta en la ciudad de México y reconoció que gracias a él fue posible la traducción de La ciudad y los perros, cuando ambos eran escritores labrándose un prestigio.

En el mencionado artículo sobre la visita de Fuentes, en el que Vargas Llosa reconoce que en un par de días le mostró sitios y personajes fascinantes de los que él -a pesar de llevar un tiempo radicado en Londres-, ignoraba su existencia, comenta que Fuentes solía escribir a máquina con un solo dedo. A García Márquez siempre le ha parecido "un arte de magia que alguien, como es el caso de Mario, pueda hacerlo con mucha velocidad y con todos los dedos, porque es más común lo contrario: a fuego lento y con dos o cuatro dedos." En un artículo titulado El amargo encanto de la máquina de escribir, publicado en Julio de 1982, decía:

"No es frecuente que los escritores que escriben a máquina lo hagan con todas las reglas de la mecanografía, que es algo tan difícil como tocar bien el piano (...) El extremo contrario es el de Fuentes, que escribe sólo con el índice de la mano derecha."

García Márquez llegó a México en 1961, el mismo día en que se suicidó Hemingway. Fue su paisano el poeta Álvaro Mutis, que ya llevaba años radicando en la capital mexicana -entre otras cosas, era la voz que narraba con un estilo muy peculiar la serie televisiva Los intocables-, y lo empezó a conectar con el medio intelectual. Para sobrevivir se dedicó a escribir guiones de cine y Mutis lo propuso con el productor Manuel Barbachano Ponce, quien le encomendó la adaptación de un argumento de Juan Rulfo. Cuando se lo llevó ya terminado, Barbachano le dijo: "Está muy bien, pero lo has escrito en colombiano, y hace falta traducirlo al mexicano". Fue entonces que lo presentó con Fuentes y trabajando juntos en El gallo de oro daría principio la amistad entre ambos. Así es como lo relatan Ángel Esteban y Ana Gallego en su libro De Gabo a Mario. Añadiré como acotación personal, que siempre tuve en gran estima a Manuel Barbachano Ponce -lo mismo que a su hijo Pablo-, y guardo de ellos un grato recuerdo. Durante la época en que estuve al frente de la Cineteca Nacional de México le concedimos la medalla Salvador Toscano al mérito cinematográfico.  

Ha quedado ampliamente documentado el incidente del 12 de febrero de 1976, cuando en un cine de la ciudad de México Vargas Llosa le asestó un derechazo en el ojo a García Márquez, que nunca ha sido explicado en detalle por ellos.
 
Muchos años después, Vargas Llosa volvió a ratificar que tiene "un pacto tácito" para no hablar sobre García Márquez, con la intención de darles trabajo a los biógrafos "para que ellos lo averigüen y digan qué pasó", cuando se le sigue cuestionando sobre la rencilla que acabó con una de las amistades más memorables de la literatura en nuestra lengua.
 
Carlos Fuentes, en cambio, mantuvo la relación amistosa con ambos. En alguna ocasión en este mismo blog recordaba que a mediados de la década de los años noventa, cuando dirigía una revista de cine, invitado por los organizadores del festival de Cartagena me hospedaba en el hotel Caribe en compañía de mis entrañables amigos Eduardo Marín y Paul Lenti, y en varias ocasiones tuvimos la oportunidad de desayunar en la mesa contigua a la que ocupaban precisamente García Márquez y Fuentes.
 
Lo opuesto a lo que aconteció entre el colombiano y Vargas Llosa. Retomo el texto de Fuentes sobre la amistad: "Yo creo que hay más dolor que cinismo en las amistades perdidas. Los sentimientos descubiertos y compartidos. La ilusión de sabiduría confirmada que nos proporciona un amigo. La constitución de la esperanza que solo nos otorga la juventud compartida en la amistad." Una de sus conclusiones es la de que "todos, en grado menor o mayor, hemos traicionado o sido traicionados por la amistad. Las bandas se desbandan y los íntimos amigos de la juventud pueden convertirse en los más alejados e indiferentes fantasmas de la edad adulta. Y es que no hay nada más traicionable que la amistad."
 
De aquellos tres amigos de juventud, jóvenes impetuosos que aspiraban a darse a conocer en el mundo de la literatura -y lo consiguieron, de eso no queda ninguna duda-, ha muerto Carlos Fuentes, quien era el nexo que aún conservaban, el eslabón de la cadena que los unía. Muerto Fuentes, sólo quedan García Márquez y Vargas Llosa quienes desde hace mucho tiempo dejaron de ser amigos. Ojalá volvieran a serlo. Aunque sólo fuese para morir en paz. Esa paz con que la conciencia retribuye a las reconciliaciones.


Jules Etienne
 
La ilustración es una vieja fotografía de Vargas Llosa, Fuentes y García Márquez
 
Esta es la liga con el artículo Carlos Fuentes en Londres, de Mario Vargas Llosa: http://mitosyreincidencias.blogspot.ca/2013/05/paginas-ajenas-carlos-fuentes-en.html

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