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miércoles, 11 de agosto de 2021

Venecia: ANALOGÍAS VENECIANAS DE JULES VERNE

"... durante el trayecto en un singular artefacto volador, se expresan algunas analogías con Venecia."

No deja de ser curioso que la mayoría de las novelas de Jules Verne giran en torno a las aventuras y peripecias de viajeros, como sería el caso de La vuelta al mundo en ochenta días o Cinco semanas en globo, y en ningún pasaje se hace mención alguna a Venecia. Si bien, éste no sería el caso de Robur, el conquistador, en cuyo capítulo VII, durante el trayecto en un singular artefacto volador, se expresan algunas analogías con Venecia:

"Phil Evans no se engañaba. Debajo del Albatros aparecía Montreal, muy conocido por el Victoria-Bridge, puente tubular lanzado sobre el San Lorenzo, como el viaducto del ferrocarril encima de las lagunas de Venecia. Además, se distinguían sus anchas calles, sus inmensos almacenes, los palacios de sus Bancos, y su catedral basílica, recién construida según el modelo de San Pedro de Roma; y en fin, el Mont-Royald, que domina el conjunto de la ciudad y del cual se ha hecho un parque magnífico."

Más adelante, en el décimo capítulo resulta más enfático:

"Durante la mañana, el Albatros voló sobre Srinagar, más conocido bajo el nombre de Cachemira. Uncle Prudent y su compañero vieron una magnífica ciudad exten- dida sobre las dos márgenes del río, sus puentes de madera tendidos como unos hilos, sus casas de recreo adornadas con ventanas rasgadas, sus vergeles sombreados por altos y copudos árboles, sus múltiples canales, con barcas como cáscaras de nueces y remeros como hormigas, sus palacios, templos, kioscos, mezquitas, sus bungalows a la entrada de los barrios, todo aquel panorama envuelto por la reverberación de las aguas; además, su antigua ciudadela de Hari Parvati, situada sobre una colina como el más importante de los fuertes de París enfrente del Monte Valeriano.

- Esto se llamaría Venecia -dijo Phil Evans-, si estuviéramos en Europa."

En su novela Una ciudad flotante, cuyo título por sí mismo merecería haberse dedicado a una exploración de Venecia, en el capítulo XXXVI refiere:

"El Saint-John y su gemelo el Dean Richmond, eran los más hermosos steam-boats del río; son más bien edificios que barcos. Tienen dos o tres pisos con plataformas, corredores, galerías y paseos, asemejándose a la morada flotante de un plantador; el conjunto lo dominan unos veinte postes empavesados y ligados entre si por armaduras de hierro que consolidan el total de la construcción: sus dos enormes tambores estaban pintados al fresco como los tímpanos de la iglesia de San Marcos de Venecia; detrás de cada rueda se eleva la chimenea de las dos calderas, las cuales no van colocadas dentro del casco del steamboat, precaución muy prudente para el caso de una explosión. En el centro, entre los tambores, se mueve una máquina de extremada sencillez: un cilindro, un émbolo que pone en movimiento un largo balancín, el cual sube y baja como el enorme martillo de una fragua y una sola biela que mueve el árbol de aquellas macizas ruedas."

Entre tantos viajeros que habitan y se desplazan por las páginas de la obra de Verne, uno de ellos es un noble veneciano de nombre Luis Conaro. Aparece en Claudio Bombarnac, traducida al español como A través de la estepa y en una versión más actual bajo el título de Aventura en el Transasiático, un tren similar al legendario expreso de Oriente. En el capítulo XII se establece que: "Estas maravillas se hallan en el mismo estado en que las encontró Marco Polo, el viajero veneciano del siglo XIII."

Entre las obras más conocidas de Verne, sólo en Veinte mil leguas de viaje subma- rino aparecen alusiones a Venecia, en un párrafo de su capítulo 11: El Nautilus.

"Además de las obras de arte, las curiosidades naturales ocupaban un lugar muy importante. Consistían principalmente en plantas, conchas y otras producciones del océano, que debían ser los hallazgos personales del capitán Nemo. En medio del salón, un surtidor iluminado eléctricamente caía sobre un pilón formado por una sola tridacna. Esta concha, perteneciente al mayor de los moluscos acéfalos, con unos bordes delicadamente festoneados, medía una circunferencia de unos seis metros; excedía, pues, en dimensiones alas bellas tridacnas regaladas a Francisco I por la República de Venecia y de las que la iglesia de San Sulpicio, en París, ha hecho dos gigantescas pilas de agua bendita."

De lo anteriro se puede inferir que el papel de Venecia en la extensa obra de Verne resulta apenas limitado. Sobre todo si se toma en cuenta el enfásis que ponen sus protagostas para trasladarse a los más variados puntos del planeta.

Jules Etienne 

Jules Verne (Francia, 1828-1905).

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