"El rebaño pacía a los lejos. Algún gracioso corderillo de otoño, (...) balaba con lamentos de niño mimado."
(Fragmento inicial del capítulo VI)
Avanzaba
el otoño, trayendo una dulce melancolía a la tanca. En los días
vaporosos, el paisaje parecía más amplio, con misteriosos confines más allá del
límite velado del horizonte. Y una soledad más intensa gravitaba sobre los
campos; los árboles, las piedras, las matas, adquirían cierta gravedad, como si
también ellos sintieran la tristeza otoñal. Grandes cuervos lentos y
melancólicos surcaban el cielo pálido. La hierba otoñal renacía en los rastrojos
ennegrecidos por las abundantes lluvias caídas últimamente.
En
uno de estos días velados, todavía tibios, pero tristes, Elías se encontraba
solo sentado junto a la cabaña. Leía uno de sus acostumbrados libritos de
plegarias y de meditaciones. El rebaño pacía a los lejos. Algún gracioso
corderillo de otoño, blanco como la nieve, balaba con lamentos de niño mimado.
Elías
leía y esperaba a tío Martinu Monne, al que había mandado llamar para pedirle
un consejo.
Grazia Deledda (Italia, 1871-1936). Obtuvo el premio Nobel en 1926.
(Traducido al español por José Miguel Velloso).
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