Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 24 de abril de 2015

Tu boca: MIRÁNDOLA DORMIR, de Homero Aridjis

"... sonríes con negligencia, con esfuerzo estás ahí, extraña para la luz precaria de la lámpara..."

(Fragmento)
 
Ágil, azul, irreversible desciendes a tu cuerpo; el insomnio de alguien te despierta; dócil miras tu desnudez, los  objetos vestidos de sí mismos; tus cabellos tocan la punta de tus hombros; hay un ojo rosado que se asoma más abajo de ti; se te oye respirar, mirar, ser tú; no argumentas, recomienzas enervada; hay una suspensión de todo, hay una pausa: sonríes con negligencia, con esfuerzo estás ahí, extraña para la luz precaria de la lámpara; puedo llevar mis dedos a la sábana, al tapete gris, eso es tocarte; nada te apremia; por hoy se ha hecho el sueño, lo que separa, el juego sutil: que duermas bien; no estás ahí, me estoy pensando desde adentro de algo que te mueve, te estoy llamando sin sentirlo; hay un ojo rosado que se apaga, unos párpados negros que miran sin mirar;  lo que une es lo diferente que se sueña; puedo llevar mis dedos a tu cuello, a la mesurada, blanda noche de tu boca, y no te toco: eso es matarme.
 

Homero Aridjis (México, 1940)

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