"Se habrá posado en mi cuello tu boca como mariposa..."
Sobre tu piel brilla en la penumbra una luz verdosa
y la cuenca de tus ojos se ha vuelto sombría.
Se habrá posado en mi cuello tu boca como mariposa,
en la hondura de mi hombro tu aliento caería.
Me hiere el corazón y tu corazón sigue latiendo,
tensas lianas se entrelazan en torno a mi cintura,
me rodeas, arriba y abajo, a cada lado sintiendo
que soy ataúd vivo, cubierto del todo en tu captura.
Junto a las óseas arenas de mi costado pleno
¡cómo rompe el oleaje de tu vientre y tu seno!
Yacemos sin espíritu, igual que las urpilas.
Se ponen en camino corrientes pavorosas,
como el rayo hacia tierras de nubes tenebrosas.
Y luego en una lágrima se velan las pupilas.
Sándor Weöres (Hungría, 1913-1989)
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