"Parecías la paloma extraviada en su vuelo: la paloma del ansia, la paloma que ama."
La dicha
(poema inconcluso)
Doy la mano a la dicha de ser el más amado,
dueño y siervo de amor, medalla de oro,
paz en el sueño y piel abierta al sueño.
Mediodía, medianoche, danza, perfil y ala.
Todo se me aparece lleno de cielo y fuego.
Mi mano con tu mano, mi palabra en tu boca,
encuentro en el estío, donde nace la lluvia,
y al corazón gigante le ha nacido una aurora.
A mi lado, la dicha es la dulce victoria,
el arrebato, el vuelo, el mármol tembloroso,
la estatua vegetal de, otra vez, el sueño.
A tu lado, la dicha es el espejo en donde
la rosa danza y vuela como paloma ciega.
Ahí es largo el silencio, dulce la soledad
y amor más poderoso que la vida.
Doy la mano al tesoro de amar y ser amado.
Un alba virgen viene, fugitiva del mundo,
como un templo desierto, y me cubre de llanto.
Es tu dolor a solas y nuestro amor a solas.
La paloma y el sueño
la estatua vegetal de, otra vez, el sueño.
A tu lado, la dicha es el espejo en donde
la rosa danza y vuela como paloma ciega.
Ahí es largo el silencio, dulce la soledad
y amor más poderoso que la vida.
Doy la mano al tesoro de amar y ser amado.
Un alba virgen viene, fugitiva del mundo,
como un templo desierto, y me cubre de llanto.
Es tu dolor a solas y nuestro amor a solas.
La paloma y el sueño
Tú no veías el árbol, ni la nube ni el aire.
Ya tus ojos la tierra se los había bebido
y en tu boca de seda sólo un poco de gracia
fugitiva de rosas, y un lejano suspiro.
No veías ni mi boca que se moría de pena
ni tocabas mis manos huecas, deshabitadas.
Espeso polvo en torno daba un sabor a muerte
al solemne vivir la vida más amarga.
Había sed en tus ojos. Suave sudor tu frente
recordaba los ríos de suave, lenta infancia.
Yo no podía con mi alma. Mi alma ya no podía
con mi cuerpo tan roto de rotas esperanzas.
Tus palabras sonaban a olas de frágil vuelo.
Tus palabras tan raras, tan jóvenes, tan fieles.
Una estrella miraba cómo brilla tu vida.
Una rosa de fuego reposaba en tu frente.
Y no veías los árboles, ni la nube ni el aire.
Parecías desmayarte bajo el beso y su llama.
Parecías la paloma extraviada en su vuelo:
la paloma del ansia, la paloma que ama.
Te dije que te amaba, y un temblor de misterio
asomó a tus pupilas. Luego miraste, en sueños,
los árboles, la nube y el aire estremecido,
y en tus húmedos ojos hubo un aire de reto.
No parecías la misma de otras horas sin horas.
Ya sueñas, o ya vuelas y ni vuelas ni sueñas.
Te fatigan los brazos que te abrazan, paloma,
y, al sollozar, a un lirio desmayado recuerdas.
Ya sé que estoy perdido, pero siempre ganado.
Perdido entre tu sombra, ganado para nunca.
Mil besos son mil pétalos protegiendo tu piel
y tu piel es la lámpara que mis ojos alumbra.
¡Oh geografía del ansia, geografía de tu cuerpo!
Voy a llorar las lágrimas más amargas del mundo.
Voy a besar tu sombra y a vivir tu recuerdo.
Voy a vivir muriendo. Soy el que nunca estuvo.
Efraín Huerta (México, 1914-1982).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario