Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 18 de septiembre de 2018

Equinoccio: CANTO PARA UN EQUINOCCIO, de Saint-John Perse

 
Canto para un equinoccio*
 
La otra tarde tronaba, y sobre la tierra de tumbas yo oía resonar
esa respuesta al hombre, que fue breve, y que no fue sino estrépito.
Amiga, el aguacero del cielo estuvo con nosotros, la noche de Dios fue nuestra intemperie,
y el amor, en todas partes, se remontaba hacia sus fuentes.
Lo sé, lo he visto: la vida se remonta hacia sus fuentes, el relámpago recoge sus utensilios en las canteras abandonadas,
el polen amarillo de los pinos se acumula en las esquinas de las terrazas,
y la semilla de Dios se dirige hacia el mar para unirse a las capas
malvas del plancton.
Dios el disperso nos reúne en la diversidad.
 
*
Señor, Dueño del suelo, mira cómo nieva, cómo el cielo está sin contraste, la tierra libre de toda enjalma:
tierra de Set y de Saúl, de Che Huang-ti y de Keops.
La voz de los hombres está en los hombres, la voz del bronce
en el bronce, y en algún lugar del mundo
donde el cielo quedó sin voz y el siglo no estuvo alerta,
nace en el mundo un niño cuya raza y cuyo rango no conoce ninguno, y el genio llama con golpes seguros en los lóbulos de una frente pura.
Oh Tierra, madre nuestra, no te inquietes por esa ralea: el siglo está dispuesto, el siglo es turbamulta, y la vida sigue su curso.
Se alza en nosotros un canto que no ha conocido su origen y que no tendrá estuario en la muerte.
Equinoccio de una hora entre la Tierra y el hombre.
 
 
* Canto para un equinoccio es el título que el propio autor eligió para su antología poética publicada en 1971. Como ominosa paradoja, falleció el 20 de septiembre de 1975, el día previo al equinoccio.
 
Saint-John Perse: Marie-René-Auguste-Alexis Leger
(Poeta en lengua francesa nacido en la isla de Guadalupe, 1887-1975) Obtuvo el premio Nobel en 1960.

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