punto el mundo ha sido siempre un mundo de proscritos."
Elias Canetti
(Fragmento)
Hay una vieja seguridad en la lengua que se atreve a darse nombres. El escritor que vive en el exilio, y de un modo muy especial el dramaturgo, está seriamente debilitado en más de una dimensión. Alejado de su aire lingüístico, carece del alimento familiar de los nombres. Puede que antes no se diera cuenta en absoluto de los nombres que oía a diario; pero ellos sí se daban cuenta de él y le llamaban seguros, redondos, perfectos. Cuando planeaba sus personajes los sacaba de la seguridad de una enorme tormenta de nombres, y aunque luego pudiera utilizar uno que en la claridad de sus recuerdos ya no significara nada, una vez u otra este personaje había estado allí y se había oído llamar. Ahora, para el que ha emigrado, el recuerdo de sus nombres no está perdido, sin duda, pero ya no es un viento vivo el que se los trae; el exiliado los guarda como un tesoro muerto, y cuanto más tiempo tenga que permanecer alejado de su antiguo clima, con tanta mayor codicia acariciarán sus dedos los viejos nombres.
De ahí que al escritor que vive en el exilio, si es que no se da totalmente por vencido, lo único que le queda es una cosa: respirar el nuevo aire hasta que éste le llame a él también. Durante mucho tiempo este aire quiere hacerlo, se está preparando y no dice nada. El escritor lo nota y se siente herido; puede que cierre los oídos, entonces ya no puede llegarle ningún nombre. Lo extranjero crece y, cuando se despierta, lo que encuentra a su lado es el viejo granero que se ha secado, y sacia su hambre con granos de trigo que vienen de su juventud.
Elias Canetti (Escritor búlgaro en lengua alemana nacionalizado inglés y fallecido en Suiza, 1905-1994). Obtuvo el premio Nobel en 1981.
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