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miércoles, 24 de noviembre de 2021

Venecia: EL PIRATA NEGRO y EL GALANTE AVENTURERO, de Arnaldo Visconti


En la serie de veinte novelas de
El galante aventurero publicadas bajo la firma de Arnaldo Visconti, las últimas cinco, es decir, de la XVI a la XX, componen el denominado ciclo veneciano, compuesto por Los misterios de Venecia, La góndola de los suspiros, Las damas de la noche, El fantasma de los fosos y El último beso. En la penúltima de ellas el autor describe a Venecia con tono ominoso:

“En la licenciosa, disoluta y sangrienta Venecia, las noches encubrían, con sus sombras, intrigas de todas clases en las numerosas góndolas que por los canales y bajo los puentes desfilaban maniobradas por indiferentes y discretísimos gondoleros”.

Por su parte, El pirata negro alcanzó la suma de 85 aventuras, las cuales se publicaron entre 1946 y 1949. El título La princesa azul corresponde a la número 44. Estos son algunos párrafos que se refieren a Venecia:

(Fragmento del capítulo primero: En una playa adriática)

- Vuestros barcos, navegando por entre las islas, obligan a estar vigilante.

- No nos engañemos, Vittoria. Si Venecia no manda refuerzos, yo no podré atacar. Y al no poder hacerlo los Otomanos, envalentonados, lograrán, de un día a otro entrar en el Adriático. Es una situación desesperada. Muchas veces he querido que regreses a la capital, Vittoria. Cuando los turcos ataquen...

- Ya os dije, padre, que soy vuestra hija y donde estéis, he de estar yo; es obligación impuesta por mi corazón. Tengamos fe en que el Consejo de los Diez convencerá al Dux de que precisamos refuerzos.

- No pueden. Las arcas venecianas están exhaustas. No podemos contar con ninguna ayuda.

Se detuvo Zergo Zanni, al oír un rítmico y acompasado repicar que, procedente de tierra, iba acercándose. Desde el recuadro de entrada, la tela alzada, sostenida en sus extremos por piquetas elevadas, formaba un dosel pasadizo, que permitía ver el horizonte marítimo, pero no la parte del litoral que se extendía a espaldas de la gran tienda almirante.

Levantóse Vittoria y salió al exterior, regresando poco después, para sentarse de nuevo cerca del sillón ocupado por su padre.

- Cuatro jinetes, padre.

- Correos venecianos, sin duda -comentó Zergo Zanni-. Ya estoy harto de ellos. Todo son reproches: “Y bien, Zergo Zanni, ¿no te acuerdas ya de Jerónimo Morosini?” “Veamos, Zergo Zanni, ¿durante cuánto tiempo piensas derrochar inútilmente el oro de nuestras arcas, sosteniendo fuerzas inmóviles?” Todo eso es lo que veladamente me dicen en sus correos... Bien, les quisiera a ellos en mi lugar...

Arnaldo Visconti:
Pedro Víctor Debrigode Dugi (España, 1914-1982).

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