Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas.
Mi otoño era un amor por tu verano.
El viento del recuerdo resonaba en las puertas
de lugares que nunca visitamos.
Permití la mentira de tu sueño egoísta
allá donde tus pasos borran el sueño.
Crees estar donde estás. Qué triste nos resulta
estar donde no estamos, así siempre.
allá donde tus pasos borran el sueño.
Crees estar donde estás. Qué triste nos resulta
estar donde no estamos, así siempre.
Tu vivías hundido dentro de otro tú mismo,
abstraído a tal punto de tu cuerpo
que eras como de piedra. Duro para el que ama
es tener un retrato solamente.
abstraído a tal punto de tu cuerpo
que eras como de piedra. Duro para el que ama
es tener un retrato solamente.
Inmóvil, desvelado, yo visitaba estancias
a las que nunca ya retornaremos.
Corría como un loco sin remover los miembros:
el mentón apoyado sobre el puño.
a las que nunca ya retornaremos.
Corría como un loco sin remover los miembros:
el mentón apoyado sobre el puño.
Y, cuando regresaba de esa carrera inerte,
te encontraba aburrido, con los ojos
cerrados, con tu aliento y con tu enorme mano
abiertos, y tu boca rebosante de noche...
te encontraba aburrido, con los ojos
cerrados, con tu aliento y con tu enorme mano
abiertos, y tu boca rebosante de noche...
Jean Cocteau (Francia, 1889-1963).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario