Regresa la primavera a Vancouver.

jueves, 26 de agosto de 2010

Cinco cuentos peregrinos de García Márquez


¿Por qué cinco y no doce como lo indica el título original? Porque entre el total de relatos que integran el volumen Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez, sólo cinco acontecen durante el mes de agosto, y son a los que habré de referirme en esta breve reseña.
 
Su proceso de creación resultó tan peculiar, que el propio autor lo consigna en el prólogo de los mismos. Hay libros cuyo preámbulo ya de por sí justifica su lectura. Éste sería uno de ellos. Admite García Márquez al final de su exordio: "La escritura se me hizo entonces tan fluida que a ratos me sentía escribiendo por el puro placer de narrar, que es quizás el estado humano que más se parece a la levitación."
 
Respetando el orden con el que aparecen publicados, el primer relato sería Buen viaje, señor presidente. Apenas al inicio se establece que "El calor era insoportable en agosto, y él se quedaba en la hamaca hasta el medio día, leyendo al arrullo del ventilador de aspas del dormitorio." Más adelante, en esa misma página se lee:
 
"Uno de esos tantos agostos, mientras leía el periódico en la terraza, el presidente dio un salto de asombro.
 
- ¡Ah, caray! -dijo-. ¡He muerto en Estoril!"
 
En La Santa, de la que existe una versión fílmica titulada Milagro en Roma, desde su primer párrafo se disipa cualquier posible duda concerniente a la época del año en que transcurre: "Después del almuerzo Roma sucumbía en el calor de agosto. El sol de medio día se quedaba inmóvil en el centro del cielo, y en el silencio de las dos de la tarde sólo se oía el rumor del agua, que es la voz natural de Roma."
 
Espantos de agosto ya lleva implícito al mes en el propio título. "Era un domingo de principios de agosto, ardiente y bullicioso..."

En Diecisiete ingleses envenenados, la protagonista, Plácida Linero, lleva ese nombre tan típico del universo garciamarquiano, que nada tiene que envidiarle a otros igual de rimbombantes como Fermina Daza o Ángela Vicario. "Era una mañana radiante de principios de agosto. Un domingo ejemplar, de aquellos veranos de después de la guerra en que la luz se comportaba como una revelación de cada día", principia, para indicar más adelante: "- Es inútil que siga rezando- dijo el oficial, sin la amabilidad de la primera vez-. Hasta Dios se va de vacaciones en agosto."

La última referencia al mes de agosto corresponde a El verano de la señora Forbes, misma que, por cierto, también se adaptó al cine. "Abrí las cortinas. Era pleno agosto, y a través de la ventana se veía la ardiente llanura lunar hasta el otro lado de la isla, y el sol parado en el cielo."

Curioso predominio de elementos como la luminosidad, un sol ardiente y el inevitable calor que le acompaña, característicos de este mes en el hemisferio norte del planeta.
 
 
Jules Etienne

(La lectura de los Doce cuentos Peregrinos con su respectivo prólogo es posible en:

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