Regresa la primavera a Vancouver.

viernes, 24 de marzo de 2017

Carnaval: LOS ESCÁNDALOS DE CROME, de Aldous Huxley


"... y más vagamente aún con caro-carnis y sus derivados, como carnaval y carnación. Carminativo..."
(Fragmento)
- Se sufre mucho -continúo Dionisio- con eso de que las bellas palabras no significan nunca lo que deberían significar. No hace mucho, por ejemplo, se me ha echado a perder todo un poema, precisamente porque la palabra carminativo no significa lo que debería significar. Carminativo es admirable, ¿no es cierto?
- Admirable -asintío Mr. Scogan-. Pero, ¿qué significa?
- Es una palabra que yo había atesorado desde mi primera infancia -dijo Dionisio-, atesorado y amado. En mi casa me daban esencia de canela, cuando me hallaba resfriado -remedio inútil, pero no desagradable-. La vertían gota a gota, de unos frascos estrechos, en forma de dorado licor, fuerte y ardiente. En el rótulo había una lista de sus virtudes y entre otras cosas se decía que era en alto grado carminativo. Yo adoraba aquella palabra. "¿Será carminativo?", acostumbraba a decirme cuando tomaba mi dosis. Me parecía una palabra tan maravillosa para expresar aquella sensación de calor interior; aquel ardor, aquella -¿cómo lo diré?- satisfacción física que sentía después de beberme la canela. Más tarde, cuando descubrí el alcohol, la palabra carminativo expresaba para mí aquel ardor semejante pero más noble, más espiritual, que produce el vino, no sólo en el cuerpo, sino también el alma. Las virtudes carminativas del Borgoña, del ron, del viejo brandy, del Lacryma Christi, del Marsala, del Aleático, de la cerveza fuerte, de la ginebra, del champaña, del clarete, del crudo vino nuevo de las vendimias toscanas -yo las comparaba, las clasificaba-. El Marsala es rosadamente, aterciopeladamente carminativo; la ginebra pica y refresca al mismo tiempo que enardece. Me había formado toda una tabla de valores de carminación. Y ahora -Dionisio extendió las manos con las palmas hacia adelante, desesperado-, ahora ya sé lo que realmente quiere decir carminativo.

- Y bien ¿qué significa? -preguntó Mr Scogan, algo impaciente.

- Carminativo -dijo Dionisio, deteniéndose amorosamente en casa silaba-, carminativo. Yo vagamente imaginaba que tendría alguna relación con carmen-carminis, y más vagamente aún con caro-carnis y sus derivados, como carnaval y carnación. Carminativo... contenía la idea de canto, y la idea de carne sonrosada y cálida, con una evocación de las alegrías de la mi-Carême y las fiestas carnavalescas de Venecia. Carminativo... el calor, el ardor, el interior bienestar, todo ello estaba comprendido en aquella palabra. Y en lugar de eso...

- ¡Al grano, querido Dionisio! -protestó Mr. Scogan-. ¡Al grano!

- Pues bien, el otro día escribí un poema, -dijo Dionisio- escribí un poema sobre los efectos del amor.

- Otros han hecho lo mismo antes que usted -dijo Mr Scogan-. No hay motivo para avergonzarse.

- Yo quería expresar la idea -continuó Dionisio- de que los efectos del amor eran con frecuencia semejantes a los efectos del vino, esto es, que Eros podía embriagar lo mismo que Baco. El amor, por ejemplo, es esencialmente carminativo. Nos da la sensación de calor, de ardor...

Y la pasión, carminativa como el vino...

"Eso fue lo que yo escribí. No sólo el verso resultaba elegantemente sonoro; era también, me complacía en ello, muy propio y concisamente expresivo. La palabra carminativo, lo comprendía todo, ofrecía un primer plano detallado, exacto, y un inmenso, indefinido hinterland de sugestión.

Y la pasión, carminativa como el vino...

"En fin, que no me desagradaba. Y luego, de pronto, se me ocurre que, en realidad, yo no había nunca mirado aquella palabra en el diccionario. Carminativo había crecido, conmigo desde los tiempos del frasco de canela. Carminativo. Para mí, aquella palabra era tan rica de contenido como cualquier grandiosa y bien trabajada obra de arte; era un paisaje completo, con personajes y todo.

Y la pasión, carminativa como el vino...

"Era la primera vez que había confiado aquella palabra a la escritura, y sentía de pronto que necesitaba para ella una autoridad lexicográfica. Todo lo que tenía a mano era un pequeño diccionario inglés-alemán. Busqué la C, ca, car, carm. Allí estaba: Carminativo: Windtreibend. ¡Windtreibend! (¡Antiflatulento!) -repetía.
Mr. Scogan se echo a reír. Dionisio movió la cabeza.
- ¡Ah! -dijo- para mí aquello no era risible. Para mi señalaba el fin de un capítulo, la muerte de algo muy joven y precioso. En aquella palabra estaban contenidos los años de infancia y de inocencia -cuando yo creía que carminativo significaba, eso... carminativo. Y ahora, ante mi, yace el resto de mi vida-, un día, quizá diez años, medio siglo, durante los cuales ya sabré que carminativo significa windtreibend (Antiflatulento).
Plus ne suis ce qu j'ai été. Et ne le saurai jamais être.
- Es una revelación que le pone a uno meláncolico.
- Carminativo -dijo Mr. Scogan meditativamente.
- Carminativo -repitió Dionisio, y quedaron un momento silenciosos.
Aldous Huxley (Inglaterra, 1894-1963)

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