"... y yo necesito café siempre..."
(Fragmento del capítulo 29: Las joyas de Encina Yebra)
- ¿Un
café? Tiene que ser instantáneo, lo siento, tenemos la cafetera estropeada, y
yo necesito café siempre. Estoy terminando la tesis de Farmacia,
no se puede imaginar de qué poco sirvo sin cafeína.
-
Sí, gracias, te lo agradezco. Con leche. Me encanta el café instantáneo. Seguro
que es mejor que el de la máquina de comisaría. Y tutéame, por favor -dijo
Alana, feliz de ser tan bien recibida.
Alana
se sentó en el sillón raído y con manchas mientras esperaba el café. Sobre una
mesita había fotos de un grupo de amigas disfrazadas de guardias civiles en los
carnavales, entre ellas Encina, que enseñaba entre risas unos grilletes vestida
con una falda muy corta y un tricornio de plástico. Hasta ese momento no se había
fijado en lo impresionante y atractiva que era Encina en verdad. La había visto
ya muerta en aquel horrible tanque de agua, y fotos de cuando era muy joven,
pero aquella instantánea la revelaba de otra forma: piernas largas, sonrisa
rutilante, ojos pícaros, una orla de pecas que adornaba sus mejillas, y sobre
todo su postura abiertamente seductora, incluso demasiado.
Cuando
volvió Catalina con el café, Alana le enseñó la foto.
-
Encina era una joven muy hermosa. Hasta con un tricornio de plástico estaba
guapa, y eso no le puede sentar bien a nadie…
Vicente Garrido (España, 1958) y Nieves Abarca (España. 1968).
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