Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

martes, 30 de abril de 2019

Tu boca: EL ARPA, de Mijaíl Lermontov

"Guárdala en tu casa, frente a la ventana, para que la toquen los vientos del otoño."

I
Cuando el verde prado oculte mis restos,
cuando me esté despidiendo de mi breve vida
seré tan sólo un sonido en tu boca
tan solo sombra en tus fantasías;
cuando en las fiestas los viejos amigos
ya no me recuerdan al beber sus copas,
entonces toma aquella simple arpa
que era la amiga de mis ansias.

II
Guárdala en tu casa frente a la ventana,
para que la toquen los vientos del otoño
y con su sonido melodioso les responda
aunque sea con un canto de los días remotos;
pero que no amanezcan sus cuerdas vibrantes
debajo de tu blanca mano,
ya que aquel que a tu amor cantaba
está dormido para nunca volver a despertar.
  
Mijaíl Lermontov (Rusia, 1814-1841).
 
(Traducido al español por Jules Etienne).

lunes, 29 de abril de 2019

Tu boca: CUENTO DE ABRIL, de Ramón del Valle-Inclán

"... la princesa de Imberal, que aparenta dormir sobre la rosa deshojada."

(Final de la primera escena)

El trovador:
Rosa sultana
Abre la ventana
De mi corazón.

(Se inclina, y pone un beso en la boca de la princesa de Imberal, que aparenta dormir sobre la rosa deshojada. La azafata del disfraz huye a esconderse).

La princesa:
¡Me besó un escorpión!
¡Un cínife envenenado!
¡Un alacrán!

El trovador:
¡Mi corazón
Pájaro alado
Es quien se ha posado
En el rosal de tu boca!

La princesa:
¡Nunca creí, audacia tan loca!
¿Cómo osaste llegar hasta mí?
¡Audacia tan loca nunca creí!

El trovador:
Nos une el poder de un encanto,
Claro y fuerte como el diamante.
¡La palabra del ajonjolí!
No es más clara y más firme que ella,
La cristalina estrella
Que llevaba en el blanco turbante
El gigante Avengalí.

La princesa:
¡En gracia a tu locura,
No te mando arrojar a mi traílla!
¡Sal de aquí, miserable criatura!
¿Qué Jordán lavará tanta mancilla,
Como puso en mi labio la audacia de tu agravio?

El trovador:
Sobre el broche entreabierto de tu boca risueña,
Vi pasar las abejas en un vuelo sonoro,
Y en el divino enigma de la rosa abrileña,
Libar todas las mieles para el panal de oro.
     ¡Quise como la abeja
     Libar la miel
     Y sólo de tu queja
     Gusté la hiel!
Así termina la escena primera.


Ramón del Valle-Inclán (España, 1866-1936).

domingo, 28 de abril de 2019

Tu boca: DEMASIADO TARDE, de Robert Browning

"Y tu boca –nunca hubo en mi mente una boca tan graciosa, que no se cerraba; y también el hoyuelo en tu mentón..."

XI

Me gustaba la forma que tenían tus rizos
Anudados detrás en una bola con una red:
Tus mejillas eran castas como las de una puritana,
Y tu boca –nunca hubo en mi mente
Una boca tan graciosa, que no se cerraba;
Y también el hoyuelo en tu mentón -¡que mentón!
Había cierta forma de hablar, algunas palabras
Que tú sabías que nunca debías pronunciar:
Eras delgada, sin embargo; como un pájaro
Tu mano al parecer –hay quienes dirían se abalanzaba
como la garra de un halcón; ¡todo menos eso!
El mundo tenía razón cuando te llamaban delgada.
 
 
Robert Browning (Inglés fallecido en Venecia, 1812-1889).

sábado, 27 de abril de 2019

Tu boca: MADEMOISELLE DE MAUPIN, de Théophile Gautier

"... la fresa celosa se irrita desafiante y trata de igualar la divina encarnación de tu boca..."
 
(Fragmento del capítulo IX)
 
A pesar de todo, algo más fuerte que los razonamientos me grita que es una mujer, y es la de mis sueños: la única que amaré, la única que debe amarme. Sí, ella es la diosa de mirada de águila, de hermosas manos regias, que me sonríe condescendiente desde lo alto de su trono de nubes. Se ha presentado ante mí bajo ese disfraz para provocarme, para ver si la reconocía, si mi mirada amorosa penetraba los velos en que se envuelve, como en esos cuentos maravillosos en que las hadas aparecen al principio bajo el aspecto de pordioseras y luego, de golpe, se revelan resplandecientes de oro y pedrerías.
 
¡Te he reconocido, amor mío! Ante tu apariencia mi corazón ha brincado en mi pecho como san Juan en el vientre de santa Isabel cuando fue visitada por la Virgen. Una luminosidad llameante se ha difuminado en el aire; he sentido como un aroma de divina ambrosía; he visto a tus pies el rastro de fuego y de inmediato he comprendido que no eras una simple mortal.
 
Los sonidos melodiosos de la viola de santa Cecilia, que los ángeles escuchan con alborozo, son roncos y discordantes en comparación con las cadencias perladas que se escapan de tu boca de rubí; las Gracias jóvenes y sonrientes bailan a tu alrededor una ronda perpetua. Los pájaros, cuando paseas por el bosque, gorjeando, inclinan sus cabecitas plumadas para verte mejor y silban para ti sus más hermosos estribillos; la luna amorosa se levanta temprano para besarte con sus labios de plata, porque abandonó a su pastor por ti; el viento se priva de borrar de la arena la adorable huella de tu pie; la fuente, cuando te inclinas, se hace más clara que el cristal por miedo a arrugar y deformar el reflejo de tu rostro celeste; las púdicas violetas abren espontáneas sus corazoncitos y hacen mil coqueterías ante ti; la fresa celosa se irrita desafiante y trata de igualar la divina encarnación de tu boca; el imperceptible mosquito bordonea alegre y te aplaude batiendo sus alas. Toda la naturaleza te ama y te admira. ¡Oh, tú, la obra más bella!
 
 
Théophile Gautier (Francia, 1811-1872).
 
(Traducido al español por Carlos de Arce). 

viernes, 26 de abril de 2019

Tu boca: LOS BESOS, de Vicente Aleixandre

"Un instante pusieron su plumaje encendido sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto."

No te olvides, temprana, de los besos un día.
De los besos alados que a tu boca llegaron.
Un instante pusieron su plumaje encendido
sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto.

Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto,
En tu boca latiendo su celeste plumaje.
Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha.
¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan?

Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos.
Ah, los picos delgados entre labios se hunden.
Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste
que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía.

¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas!
Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes.
Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes,
que te rozan. revuelan, mientras ciega tú brillas.

No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan.
Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta.
Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo.
Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran.


Vicente Aleixandre (España, 1898-1984). Obtuvo el premio Nobel en 1977.

jueves, 25 de abril de 2019

Tu boca: BÉSAME, MORIBUNDA (Red siniestra), de Mickey Spillane

"No... limítate a sonreír, chiquilla. Tu boca es más sugestiva que un millón de claveles rojos."

(Fragmento del capítulo IX)

Permanecí un rato inmóvil y oí una risotada al otro lado de la ventana. La ciudad. El monstruo. Se reía de mí, pero era una risa falsa, no había ya en ella el aplomo y la seguridad de otras veces.

Luego, sonó el teléfono y, al descolgar el aparato, la risa se convirtió en un murmullo muy distante.

- Diga.

La voz que me respondió no era la que yo esperaba. Era una voz blanda, baja y un tanto tristona.

- ¿Mike?
- Al habla.
- Michael Friday, Mike.

Recreé en mi mente su boca fabulosa. Una boca jugosa, roja, húmeda, brillante, pegada al teléfono, junto a la mía. Al pronto, no supe qué decirle, excepto:

- Hola, mi amor, ¿dónde estás?
- En un extremo de la ciudad. -Hizo una pausa de unos segundos-. Mike... me gustaría volver a verte.
- ¿De veras?
- De veras.
- ¿Por qué?
- Quizá para charlar contigo, Mike. ¿No te importaría?
- Tal vez antes me hubiese importado. Ahora, no.

Su sonrisa debió de tener el toque de tristeza que se advertía en la voz.

- Es perdonable que esto sea una excusa para verte.
- Eso me gusta más -le dije.
- Entonces, ¿podré verte?
- Dime dónde y cuándo.
- Mira... uno de los amigos de Carl celebra una fiesta esta noche. Yo estoy invitada a ella, y si no te importa... podríamos ir juntos. No estaremos mucho tiempo allí.

Estuve cavilando un rato, en medio de un torbellino de pensamientos. Por fin, tomé mi partido.

- Está bien. Un rato de honesto esparcimiento no me sentará mal. Nos encontraremos en el vestíbulo del hotel «Astor», a las diez. ¿Estás de acuerdo?
- De acuerdo, Mike. ¿Tendré que llevar un clavel rojo o algo parecido para que me reconozcas?
- No... limítate a sonreír, chiquilla. Tu boca es más sugestiva que un millón de clave- les rojos.
- Pues tú no te has acercado a ella lo suficiente para decir eso.
- Recuerdo, sin embargo, cómo me despedí de ti la última vez que nos vimos.
- Si a eso lo llamas cerca, es que no tienes la noción de la distancia -dijo.

Y colgó. Hice lo mismo y contemplé el auricular, negro, simétrico y eficiente. Sólo para que alguien hable pone en movimiento un millar de piezas diminutas y la fuerza final de todo ello culmina en un milagro menor. Nadie se entretiene en averiguar cómo y por qué se realiza ese milagro. Negro, simétrico, eficiente. Podría ser la reproducción de una mano trazada con tinta negra. Su organización era la misma y sólo se sabían los detalles cuando ya era demasiado tarde.

Cuando ellos querrían que viese la mano fatídica, con un dedo apuntando a mi persona.

Cuando fuera demasiado tarde.


Mickey Spillane: Frank Morrison Spillane (Estados Unidos, 1918-2006).

miércoles, 24 de abril de 2019

Tu boca: ME ATREVERÉ A BESARTE, de Alfonsina Storni

"Acoge mi pedido: oye mi voz sumisa, vuélvete a donde quedo postrada y sin aliento."

Mírame aquí a tu lado tirada dulcemente;
soy un lirio caído al pie de una montaña...
Mírame aquí a tu lado...Esa luz que me baña
me viene de tus ojos como de un sol naciente. 

Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos,
y tus dedos insertos de tu mano en la palma,
y tu ser todo inserto en el molde de mi alma!
Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos..

Acoge mi pedido: oye mi voz sumisa,
vuélvete a donde quedo postrada y sin aliento.
Celosa de tus penas, esclava de tu risa,
sobra de tus anhelos y de tu pensamiento. 

Te miraré a los ojos cuando la tarde abroche
tu boca bien amada que no he besado nunca... 


Alfonsina Storni (Argentina nacida en Suiza, 1892-1938).

martes, 23 de abril de 2019

Tu boca: EL BESO (Las canciones de Bilitis), de Pierre Louÿs

"¡Besaré de un extremo a otro las largas alas negras de tu nuca, ¡Oh dulce avecilla...!"

El beso

¡Besaré de un extremo a otro las largas alas negras de tu nuca, ¡Oh dulce avecilla, paloma presa cuyo corazón salta bajo mi mano!

Tomaré tu boca con mi boca, como un niño toma el seno de su madre. ¡Estremécete!... Que el beso penetra profundamente y bastará el amor.

Pasearé mi lengua ligera sobre tus brazos, en torno a tu cuello, y haré rodar sobre tus costados nerviosos la tensa caricia de mis uñas.

Escucha susurrar en tu oído todo el rumor del mar... ¡Mnasidika! Tu mirada me hace daño. Encerraré en mi beso tus párpados ardientes como labios.


Pierre Louÿs (Francés nacido en Bélgica, 1870-1925).

lunes, 22 de abril de 2019

Tu boca: BESOS, de Gabriela Mistral

"... yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca."

(Fragmento)

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.


Gabriela Mistral: Lucila Godoy Alcayaga (Chile, 1889-1957).
Obtuvo el premio Nobel en 1945.

domingo, 21 de abril de 2019

Tu boca: EL BESO, de Guy de Maupassant

"... nuestro afán de lanzarnos al beso en los momentos peor elegidos..."

(Fragmento final)

Presta fe a mi experiencia. Para empezar, no beses nunca a tu marido en público, en un vagón, en un restaurante. Es un acto del peor gusto. Aguántate las ganas. Él creería hacer el ridículo, y te guardaría siempre rencor.

Desconfía sobre todo de los besos inútiles, prodigados en la intimidad. Tengo la certeza de que haces un espantoso consumo de ellos.

Y para citarte un caso, te diré que un día estuviste verdaderamente desagradable.

Nos hallábamos los tres en tu saloncito, y como mi presencia no los embarazaba, tu marido te tenía sentada en sus rodillas y te daba largos besos en la nuca, oculta su boca entre los rizados cabellos de tu cuello. De pronto exclamaste: "¡El fuego!" No se acordaron del fuego, y estaba a punto de consumirse. Todo lo que brillaba en la hoguera eran unos tizones mortecinos y a punto de apagarse. Tu marido se levantó en el acto, se precipitó hacia el arcón de la leña y sacó del mismo dos troncos grandísimos, que llevaba con gran dificultad a la chimenea; y en ese preciso momento fuiste hacia él con tus labios mendicantes y le dijiste: "Bésame". Tu marido volvió la cabeza haciendo un gran esfuerzo para no dejar caer los maderos. Y tú posaste tu boca suave, lentamente, en la de aquel desdichado, que tuvo que aguantar, con el cuello doblado, la cintura en torsión, los brazos doloridos, temblando de cansancio y de esfuerzo violento. Y tú, sin ver ni comprender, eternizaste aquel beso martirizador. Después, cuando lo dejaste en libertad, te pusiste a refunfuñar con gesto de enojo: "¡No sabes besarme!..." ¡Era mucho pedirle encanto!

Ten cuidado con eso. Raya en estúpida manía, en tonto impulso inconsciente, nuestro afán de lanzarnos al beso en los momentos peor elegidos: Cuando él lleva en la mano un vaso de agua; cuando se está poniendo el calzado; cuando se hace el nudo de la corbata, en fin, cuando se encuentra en alguna postura incómoda, entonces lo inmovilizamos con alguna caricia molesta que le fuera a permanecer un minuto en una actitud iniciada, sin sentir, otro deseo sino el de desembarazarse de nosotras.}

Sobre todo, no tomes esta crítica como insignificante y mezquina. El amor es cosa delicada, pequeña mía; un nada lo lastima; ten presente que todo depende de nuestro tacto en las zalamerías. Un beso torpe puede ocasionar un gran daño.

Pon en práctica mis consejos.
Tu tía que te quiere,
Collette


Guy de Maupassant (Francia, 1850-1893).

sábado, 20 de abril de 2019

Tu boca: LA CANCIÓN DEL BESO, de José Santos Chocano

"Si sonríes... no copiaran tus sonrisas los pinceles; que en tu boca hay si sonríes con sonrisa de la aurora..."

¿No deseas que te diga lo que sueño al contemplarte
con los labios sonrientes, con los ojos en el cielo,
como ansiando sobre el ala de un suspiro evaporarte,
muda, extática y radiosa, cual un témpano de hielo?
¿No deseas que te cuente lo que tengo que contarte?
Si me prendo a tus amores como el náufrago a la tabla,
saber debes las zozobras de este náufrago del arte...
                     
-
Habla... ¡Habla!

Te diré lánguidamente lo que dicen las espumas
a la roca que en los bancos de la orilla se levanta,
lo que grita la gaviota que se escapa de las brumas,
lo que llora el tumbo altivo que en la arena se quebranta;
y tú, en cambio, enterneciendo mis fatídicos pesares,
mil arpados ruiseñores soltarás de la garganta:
cantarás el canto eterno del Cantar de los Cantares...
                     
-
Canta... ¡Canta!

Tu silencio me seduce, tu palabra me enamora...
Si sonríes... no copiaran tus sonrisas los pinceles;
que en tu boca hay si sonríes con sonrisa de la aurora
hoyos,
-tumbas para besos, -rosas, -
copas para mieles.
Sé que cautivas las almas cuando tu pupila llora;
pero ¡ay! del poeta incauto que en tu risa se confíe:
en tus risas hay punzadas como espinas en la flora...
                     
-
Ríe... ¡Ríe!

Tú no sabes los placeres sublimados de la boca:
besa y ríe y canta y habla, besa y ríe y nunca cesa...
¡Tú no sabes las delicias que suavemente provoca
el chasquido de unos labios sobre otros labios de fresa!
La sonrisa con que pagas el amor que te dedico
suele abrirse como abriese su abanico una princesa:
dar un beso es dar un golpe; dame un golpe de abanico...
                     
-Besa... ¡Besa!


José Santos Chocano (Peruano fallecido en Chile, 1875-1934).

viernes, 19 de abril de 2019

Tu boca: CÓMO DEBES SER BESADO, de Erich Fried

"... tu pie, que hasta mí te trajo y que de mí te alejará."

Cuando te beso,
no es sólo tu boca,
ni tu ombligo,
ni tu regazo lo que yo beso.

También beso tus preguntas,
y tus deseos,
yo beso tus reflexiones,
tu incertidumbre,
y tu valentía,
tu amor por mi,
y la libertad que te ofrezco,
tu pie,
que hasta mí te trajo
y que de mí te alejará.

Te beso a ti,
como eres y como serás,
mañana y después,
y cuando los días conmigo
queden en el recuerdo.


Erich Fried (Nacido en Austria y fallecido en Alemania, 1921-1988).

jueves, 18 de abril de 2019

Tu boca: RAYUELA, de Julio Cortázar

"... voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabiera..."

Capítulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabiera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios , apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.


Julio Cortázar (Argentino nacido en Bruselas, Bélgica, en 1914; fallecido en París, Francia, en 1984).

miércoles, 17 de abril de 2019

Tu boca: HISTORIA DEL BESO, de Kristoffer Nyrop

"El beso implica la vida, incluso otorga el don de la eterna juventud..."

(Fragmento del capítulo II: Besos de amor)

El beso implica la vida, incluso otorga el don de la eterna juventud, si se puede creer en las palabras del Duque de Anhalt, el Minnesinger*:

Tu boca es carmesí, sobre su dulce portal
parece que eterno a un genio amable evoca.
Si pudiera darte un beso en la boca
creo que entonces me volvería inmortal.


Kristoffer Nyrop (Dinamarca, 1858-1931).
 
(Traducido al español por Jules Etienne).
* Minnesinger era un poeta trovador alemán que durante los siglos XII al XIV interpretaba canciones de amor. 

martes, 16 de abril de 2019

Tu boca: ROMANCE DE LOS BESOS, de José de Maturana

"... sobre tu boca de mieles, sobre tu fresca garganta.."

(Estrofas finales)
 
-Déjame besar tu boca
meridional y encarnada
como la guinda incitante,
como los claveles grata,
dulce como una sonrisa,
fresca como una mañana
primaveral y armoniosa
bajo una alegre enramada
y, así, el corazón se funda
con esa boca sultana,
para aprisionar dos vidas
en la cárcel de dos almas...
 
-¡Vete, galán, que me queman
tus ojos y tus palabras!-
 
-Quiero besar tus pupilas
y tu frente soberana,
y el encanto de tu boca,
y el jazmín de tu garganta;
quiero posar la amargura
de mis labios en tus gracias;
y en tanto que me consuelas
de la errabunda nostalgia,
pensaré sobre tus ojos,
sobre tu frente pagana,
sobre tu boca de mieles,
sobre tu fresca garganta:
¡que está besando a la Gloria
mi amor, tendido a sus plantas!
 
La dama clavó al galán
sus ojos -dos puñaladas-
y en el rosado misterio
de la tarde visionaria
besos de amor escucharon
las rosas y las estatuas...


José de Maturana (Argentina, 1884-1917).