Vancouver: atardecer en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

sábado, 27 de mayo de 2023

Tampico: SANGRE Y HUMO, o EL TIGRE DE LA HUASTECA, de K. Lepino

"'- ¿Es muy lindo el puerto de Tampico? -Ya lo creo."

(
Fragmento del capítulo III:
¡Al primer tapón... zurrapa! ¡Frente a frente! ¡El tigre! Hacia la Villa)

¿Y te crees que tío Lencho se huela por dónde venimos? -le contestaba Pancho Estrada.

- ¡Quién sabe Pancho! Me temo muchas cosas.

- No temas, chula. Mañana estaremos en Tampico.

- ¿Es muy lindo el puerto de Tampico?

- Ya lo creo.

- ¿Y muy grande?

- ¡Diez mil veces más grande que la Villa!

- ¡Dicen que tiene mucha agua!

- La mar.

- ¿Qué cosa es la mar?

- Un charco de agua muy grande, en el que nadan unas canoas enormes, como iglesias, con torres y campanas.

- ¿Cómo será de grande?

- Figúrate que se junta con el cielo.

- Chis.

María se quedó azorada; acababa de oír un tropel de caballos por el lado de la puerta.

(Fragmento del capítulo V: En busca del tío Lencho)

La noche del 27 de Mayo a que nos referimos, la pasó don Concho sentado en el poyo de la puerta de su habitación, con el rifle entre las piernas y la botella de aguardiente y el morral de cartuchos al lado, en espera de que Pancho Estrada fuera a cumplir la amenaza propalada de vengarse de todos los amigos de tío Lencho.

La noche, aunque sin luna, era bastante clara. Un incendio gigantesco devoraba el “zacatal” tostado de la serranía de enfrente, iluminando con vivos fulgores toda la campiña.

Anónimo.
Novela publicada en 1918 bajo el seudónimo de K. Lepino.

jueves, 25 de mayo de 2023

Tampico: ANTES DE DESPERTAR, de Henry Kuttner

"Tampico, para Pete (...) Tenía palacios y papagayos de muchos colores, y blancos caminos sinuosos. Era una ciudad de Las mil y una noches..."

(
Fragmento)

La Isla de Pinos era la isla de Circe, con columnas de mármol blanco aquí y allá en la oscuridad, verde, y los piratas que se batían en duelo con el destello de las espadas al chocar y el brillo de sus dientes que sonreían imprudentes. El Golfo, al igual que el Caribe, está embrujado por los fantasmas de los viejos bucaneros. Tampico, para Pete, no era el puerto de embarque industrial que conocía su padre. Tenía palacios y papagayos de muchos colores, y blancos caminos sinuosos. Era una ciudad de Las mil y una noches, con magos cubiertos por túnicas vagando entre sus calles, benignos la mayor parte del tiempo, pero con las manos nudosas como raíces de árboles que en cualquier momento podían tejer hechizos.

Manoel, su padre, podría haberle contado una historia diferente, porque en los viejos tiempos Manoel se había embarcado, antes de establecerse para llevar la vida de cualquier pescador en Cabrillo. Pero Manoel no hablaba mucho. Los hombres hablan con los hombres, no con los niños, y por eso Pete no aprendió tanto como podría haberlo hecho, de aquellos portugueses bronceados por el sol que salían con las flotas pesqueras. Obtuvo su conocimiento de los libros, y eran libros extraños, con conocimientos extraños.

Henry Kuttner (Estados Unidos, 1915-1958).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

miércoles, 24 de mayo de 2023

Tampico: HUASTECA, de Gregorio López y Fuentes

"... y mientras numerosas personas hacían sonar el timbre deseosas de bajar, el elevadorista se puso el sombrero y ganó la calle sin avisar a nadie..."

(
Fragmento)

¡Tampico!

El nombre parecía imantado por las leyendas de la prosperidad económica, de las fortunas hechas de la noche a la mañana y de la vida licenciosa.

No era raro oír versiones como ésta:

- Un elevadorista acaba de hacer un depósito de cien mil dólares en el banco...

- ¿Eso es lo que acostumbran a dar propina aquí?

- No hombre, el elevadorista se vino de su tierra, dejando un terrenito que le heredó su padre. A una de las empresas se le puso en la cabeza que no había mejor lugar para una refinería y mandó a uno de sus apoderados a tratar con el dueño. El representante petrolero tomó el elevador y, mientras subían, le dijo:

- Te compro tu terreno.

- No lo vendo.

- Cincuenta mil...

El elevador ya iba de bajada cuando el hombre recibió un cheque por cien mil, y mientras numerosas personas hacían sonar el timbre deseosas de bajar, el elevadorista se puso el sombrero y ganó la calle, sin avisar a nadie, abandonando el trabajo.

Gregorio López y Fuentes (México, 1897-1966).

martes, 23 de mayo de 2023

Tampico: LA CANCIÓN DE MARGARITA (La Chanson de Margaret), de Pierre Mac Orlan


A
La canción de Margarita se le designa con frecuencia simplemente como Tampico. Es una composición del poeta francés Pierre Mac Orlan escrita en 1957 con música de V. (inicial de Verschueren) Marceau.

Este es la letra original en francés cuya traducción al español se incluye en el subtitulaje del video que precede al presente texto.

C'est rue de la Crique que j'ai fait mes classes
Au Havre dans un bar tenu par Chloé
C'est à Tampico qu'au fond d'une impasse
J'ai trouvé un sens à ma destinée
On dit que l'argent c'est bien inodore
Le Pétrole est là pour vous démentir
Car à Tampico quand ça s'évapore
Le passé revient qui vous fait vomir
Oui j'ai laissé là mes joues innocentes
Oui à Tampico je me suis défleurie
Je n'étais alors qu'une adolescente
Beaucoup trop sensible à des tas d'profits
Les combinaisons ne sont pas toujours bonnes
Comme une vraie souris j'ai fait des dollars
Dans ce sale pays où l'air empoisonne
La marijuana vous fout le cafard.

On m'encourageait j'en voyais de drôles
Je vidais mon verre en fermant les yeux
Quand j'avais fait le plein j'voyais le pactole
Et les connaisseurs trouvaient ça curieux
Une fille de vingt ans, c'est pour la romance
Et mes agréments semblaient éternels
Mais par-ci par-là quelques dissonances
M'en ont mis un coup dans mon arc-en-ciel
C'est là que j'ai laissé derrière les bouteilles
Le très petit lot de mes petites vertus
Un damné matelot qui n'aimait que l'oseille
M'en a tant fait voir que je me reconnais plus
Oui, il m'a fait voir le ciel du Mexique
Et m'a balancée par un beau printemps
Parmi les cactus, dans le décor classique
Où le soleil vous tue comme à bout portant.

Un cock shangaïé, un soir de folie
A pris mon avenir comme un beau cadeau
Il m'a dit "petite, il faut qu'on se marie
Tu seras la fleur d'un joli bistrot
De tels boniments démolissent une femme
Je vivais déjà derrière mon comptoir
Les flics de couleur me disaient "Madame"
Bref, je gambergeais du matin au soir
Mon Dieu ramenez moi dans ma belle enfance
Quartier Saint François, au bassin du roi.
Mon Dieu rendez-moi un peu d'innocence
Et l'odeur des quais quand il faisait froid
Faites moi revoir les neiges exquises
La pluie sur Sanvic qui luit sur les toits
La ronde des gosses autour de l'église
Mon premier baiser sur les chevaux de bois.

Es posible encontrar en YouTube varias versiones de la canción interpretada por la propia Germaine Montero y otras cantantes como Juliette Gréco. He optado por este video que posee la ventaja de los subtítulos.

Jules Etienne

Pierre Mac Orlan: Pierre Dumarchay (Francia, 1882-1970).

lunes, 22 de mayo de 2023

Tampico: TEXAS, UNA NOVELA, de James A. Michener

"¿Recuerdas qué sucedió en Tampico? ¿Apenas el año pasado?"

(
Fragmento del capítulo Tres hombres, tres batallas)

Santa Anna: ¿Por qué no? Mi decreto del 30 de diciembre de 1835 claramente establece que cualquier extranjero que tome las armas en contra del gobierno de México será tratado como pirata y ejecutado por las armas en el acto.

Garza: Pero, dispararles a tantos... más de trescientos, tal vez cuatrocientos. Esto lo tomarán a mal en los Estados Unidos. Puede provocar una enemistad por mucho tiempo.

Santa Anna (con gran entusiasmo): En eso estás equivocado, Garza. ¿Recuerdas qué sucedió en Tampico? ¿Apenas el año pasado? Una pandilla de norteamericanos que venían de Nueva Orléans trató de invadirlo. Luego de que los derrotamos, fusilamos a veintiocho de ellos como piratas. Todos me advirtieron, "la gente de Nueva Orléans se va a rebelar" Nadie se movió siquiera. Comprendieron que habían muerto como piratas. Merecían que se les ejecutara, y yo los ejecuté.

Garza: Pero yo estoy preocupado, su excelencia, de que este asunto de El Álamo se interprete de otra manera. No tuvo lugar en Tampico. Sucedió aquí, y los norteame- ricanos interpretan Béjar y Tejas de una modo diferente a como lo hicieron respecto a Tampico.

James Albert Michener (Estados Unidos, 1907-1997).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

domingo, 21 de mayo de 2023

Tampico: EL RESPLANDOR, de Mauricio Magdaleno


(
Fragmento del capítulo 5)

Precisamente en los vertiginosos  ventisqueros de la selva de Tamazunchale sorpren- de al río padre el impetuoso San Andrés, que a la sazón se llama Ama, y se entrega a su grandeza y en él se pierde, y todos juntos, a su vez, rinden sus aguas clamorosas en el Pánuco, que enriquece a las Huastecas y las abona de sustancias creadoras y refresca los bochornos tropicales del manglar y el platanar paradisíacos hasta avistar el mar, no más azul que su corriente undosa, y allí se derrama en la barra rocallosa, cumplida su visión vitalizadora, frente a Tampico, tiñendo el golfo de un membrete cárdeno que no desaparece sino marina adentro.

El sueño fracasado de Fuentes -conquistar las Huastecas hasta topar con el feraz territorio de Tamaulipas y crear una especie de Estado en el que sólo mandase su férula feudal- hubo de ser modestamente refundido en las doscientos treinta caballerías de "La Brisa". Cuando perdió sus tierras con Briones ya no era hora de nuevas conquistas, porque todo estaba conquistado y hasta organizado en las encomiendas. Al tumulto de la epopeya aventurera, en la que cada quien se repartió lo que le vino en gana, sucedía el orden de los virreyes, burocráticamente definidor de la propiedad y las garantías. La soldadesca -reflejo de la soberbia del amo- no se conformaba con "La Brisa" y gruñía a menudo:

- Un día nos adueñaremos de todas estas tierras, pasando por el río Pánuco, hasta el mar.

Don Gonzalo, por su parte, delimitaba su pretensión:

- Las Huastecas me pertenecen por derecho. Yo y mis gentes dormimos con un ojo abierto para cuando llegue la hora de una nueva guerra.

¡Espejismos de fiebre de los tremendos conquistadores, que no se resignaban el coraje y aún esperaban levantarse contra el Rey!

Mauricio Magdaleno (México, 1906-1986).

La ilustración corresponde a Tamasopo, menos de cien kilómetros al norte de Tamazunchale
y ciento sesenta kilómetros al oeste de Tampico, en la huasteca potosina.

sábado, 20 de mayo de 2023

Tampico: CAMINOS SIN LEY, de Graham Greene

",,, porque no había más dinero: todo el dinero se iba ahora a Tampico y los yacimientos petrolíferos."

(
Fragmento del capítulo San Miguelito)

Herr F. me condujo hasta las rocas en las afueras de la ciudad, para mostrarme ejemplos de ingeniería mejicana. Primero el embalse, casi terminado, abandonado, para que durante el invierno se rajara definitivamente, porque no había más dinero: todo el dinero se iba ahora a Tampico y a los yacimientos petrolíferos.

El río, un chorrito de agua, desaparecía en una hendidura de las montañas; reapare- cía del otro lado, a veinte kilómetros de allí. Pero cuando llovía se convertía en un torrente; un tronco de árbol caído, una mata suelta podía obstruir la salida y siete años antes había habido una inundación desastrosa. Herr F. se había encargado de las operaciones de salvamento; me mostró el canal abandonado y lleno de maleza que había tenido que construir, con un costo de doscientos cincuenta dólares sola- mente.

Graham Greene (Inglés fallecido en Suiza, 1904-1991).

(Traducido al español por J. R. Wilcock).

viernes, 19 de mayo de 2023

Rafael Alberti y el cónsul de España en Tampico

"Fue en Tampico y por parte del cónsul español en aquella ciudad (...) A la llegada en el aeródromo..."

Un ensayo en el cual se explora la obra literaria de María Teresa León y que lleva por título Los espacios de la memoria, aborda el fatídico episodio que sufrió, junto a Rafael Alberti, en Tampico. Su autor, Gregorio Torres Nebrera, lo describe de la siguiente manera:

"Recuerdos de la estancia mexicana reverdecen en la prosa del matrimonio Alberti. María Teresa cuenta la memorable tarde en que tuvo que actuar de moderadora en un apasionadísimo debate sobre pintura entre los muralistas Rivera y Siqueiros, y los radicales partidarios de uno y de otro. Pero también hubo algún momento desagra- dable, aunque excepcional, como lo ha comentado Rafael en la segunda parte de su Arboleda perdida (página 54). Fue en Tampico y por parte del cónsul español en aquella ciudad, que intentó boicotear la presencia de los Alberti porque eran «las hordas de la antipatria». Rafael rebatió el agravio con la sátira de sus versos, aunque «la venganza del cónsul español de Tampico fue para nosotros indudablemente inesperada»: propiciar la casi total prohibición de entrada o dificultar enormemente las estancias de los dos «antipatriotas» en varios de los países del periplo."

El propio Alberti consigna el incidente: "A la llegada, en el aeródromo, nos recibieron las delegaciones obreras, con música, banderas, estandartes y franjas de salutación. Desde el alcalde, que era un obrero, hasta el jefe de policía, salió todo el mundo a recibirnos. Pero, ya en el hotel, nos advirtieron de la campaña que estaba haciendo contra nosotros el cónsul de España en Tampico...", quien los señalaba como «enviados de Moscú» y logró su objetivo de inquietar a la población: "Los padres de familia se hicieron eco de esta campaña y la ciudad se llenó de letreros pidiendo al gobierno nuestra expulsión del país. Las tres primeras conferencias dadas en un teatro contratado anticipadamente fueron un verdadero fracaso."

Este es el soneto en tono satírico que dedicaba Alberti al cónsul español:

AL MISMO EXCREMENTÍSIMO Y ALCAYATA
SEÑOR DON LUIS DE ORDUÑA Y DEL MORAL
 
RETRATÁNDOSE DE CABALLERO DE LA ORDEN
DEL SANTO SEPULCRO EN LA CIUDAD MEXICANA
DE TAMPICO
 
Tampico entero sabe que respinga
su Excremencia por ser un caballero
y que un pintor, o que un sepulturero,
de sepulcro pintándole, le chinga.
 
Tal hedor, Excremencia, nos jeringa.
Más siendo al fin sepulcro o basurero,
no nos jeringue el aire con su cuero
que tiene ya podrido hasta la minga.
 
Váyase a un muladar, don Excremencia,
a una fosa podrida, a un excusado,
más con su desobediencia y ascendencia.
 
No vaya solo, vaya acompañado,
para que la espontánea concurrencia
le deje así entre mierda sepultado.
 
El pasaje aquí consignado fue una de las primeras experiencias que vivieron Rafael Alberti y María Teresa León durante su prolongado exilio. Su visita a Tampico tuvo lugar en el año de 1935.

  Jules Etienne 

jueves, 18 de mayo de 2023

Tampico: VENDAVAL EN JAMAICA, de Richard Hughes

"Las imágenes que intentan recrear a Tampico en la película, resultan falsas e improbables."

Al ver la película
Vendaval en Jamaica, adaptación al cine de la novela A High Wind in Jamaica, del escritor británico Richard Hughes, se crea la sensación nugatoria de que un pasaje del relato acontece en Tampico.

En su compendio crítico México visto por el cine extranjero (1970-1988), Emilio García lo describe de la siguiente manera: "Aventuras de piratas en el Caribe, en 1870, con Quinn como Chávez, un capitán corsario que lleva en su buque, como polizones, a unos niños escolares ingleses. En un intento frustrado de Chávez por dejar a los niños con Rosa (Lila Kedrova), dueña de un burdel en Tampico, uno de los escolares resulta muerto en el puerto mexicano; Chávez y los niños dejan Tampico y siguen su viaje. El supersticioso Chávez, con tricornio y descalzo, dice servir al gobierno colombiano, pero habla español al modo mexicano. En Tampico se ve una pelea de gallos."

Las imágenes que intentan recrear a Tampico en la película, resultan falsas e improbables. Un grupo de niños de raza negra, descamisados y descalzos, corre por la orilla a la par del buque cuando éste llega al puerto. Como los exteriores de la película se filmaron en Jamaica, durante el verano de 1964, es de suponerse que la falsificación se origina cuando optaron por filmar en algún puerto de dicha isla la secuencia correspondiente a Tampico. Anthony Quinn como el capitán pirata y Lila Kedrova, quien regenteaba el burdel, recién habían trabajado juntos en Zorba el griego, que a ella le valió un Oscar a la mejor coactuación femenina.

El caso es que en toda la novela de Hughes nunca aparece alguna referencia a Tampico. Es decir, que se trata de una mera licencia fílmica por parte de los adaptadores del guión. Se cuenta que tras el estreno de la cinta, su director, Alexan- der Mackendrick, buscó al propio Hughes para disculparse con él por la traición a su obra.

Jules Etienne

Richard Hughes (Inglaterra, 1900-1976).

miércoles, 17 de mayo de 2023

Tampico: EL CAZADOR DE ORQUÍDEAS, de Roberto Arlt

"... descubrió la especie que conocemos bajo el nombre de 'orquídea del azafrán'..."

(
Fragmento)

Completamente empobrecido, y además mal mirado por la policía, Guillermo Emilio emigró a México, donde pretende que él fue el primero que descubrió la especie que conocemos bajo el nombre de “orquídea del azafrán”. No sé qué incidentes tuvo con un nativo -los mexicanos son gente violenta-, que Guillermo Emilio desapareció de México con la misma presteza que anteriormente salió de Río Grande, después de Natal, luego de Bogotá y, finalmente, de Tampico. Algunos maldicientes susurraban que el primo Guillermo Emilio combinaba el robo con la caza, y yo no diré que sí ni que no, porque bien claro lo dicen las Sagradas Escrituras: “No juzguéis si no quieres ser juzgado”.
Roberto Arlt (Argentina, 1900-1942).

El texto íntegro puede ser leído en literatura.us.

martes, 16 de mayo de 2023

Tampico: TENER Y NO TENER, de Ernest Hemingway

"... y el humo lejano de un petrolero con rumbo a Tampico."

Capítulo XII

La Queen Conch, lancha de Freddy Wallace, de treinta y cuatro pies de eslora, número V de Tampa, estaba pintada de blanco; la cubierta de proa era verde, y el interior del sollado estaba también pintado de verde. La cubierta de la cabina tenía el mismo color. En la proa tenía pintados en negro el nombre y el puerto de matrícula, Cayo Hueso, Florida. No estaba equipada con puntal de tope ni tenía mástil. Tenía parabrisas, y uno de ellos, el correspondiente al volante, estaba roto. En las planchas del casco, recién pintado, se observaban a ambos lados agujeros astillados. Casi a la altura de la línea de flotación había a babor otros agujeros cerca del puntal que sostenía la cabina o toldo de mando. Del agujero más bajo había goteado algo oscuro que dejó unos trazos irregulares en la nueva pintura del casco.

Iba a la deriva empujada por el suave viento norte y a unas diez millas de distancia de la ruta de los petroleros que se dirigían hacia el norte. Blanca y verde contra el agua oscura de la Corriente del Golfo, tenía un aire alegre. En el agua flotaban cerca de la canoa manchas amarillas de algas sargazo que la pasaban lentamente en la corriente que las llevaba hacia el norte y hacia el este. El viento empujaba cada vez más a la lancha hacia el centro de la corriente. No había en la Queen Conch señales de vida, pero por encima de la regala, tendido sobre un banco encima del tanque de babor se veía el cuerpo de un hombre que parecía hinchado, y, desde el barco que corría a lo largo de la regala de estribor, otro hombre parecía inclinarse hacia el agua y meter en ella los dedos. Su cabeza y sus brazos estaban al sol, y en el punto en que sus dedos casi tocaban el agua había un banco de pececillos ovalados, de unas dos pulgadas de largo y color dorado con unas tenues franjas moradas, que habían abandonado las hierbas del golfo para refugiarse en la sombra que hacía la lancha a la deriva, y cada vez que algo goteaba al agua se precipitaban y tironeaban y forcejaban hasta que lo hacían desaparecer. Dos rémoras grises de unas dieciocho pulgadas de longitud nadaban dando vueltas y vueltas en torno a la lancha y abriendo y cerrando sus bocas rasgadas, pero no parecían comprender la regularidad con que caían las gotas que atraían a los pececillos, y cuando caían lo mismo podían estar lejos que cerca de ellas. Hacía tiempo que meneando sus feas cabezas y sus largos e inquietos cuerpos de cola fina habían tragado los deshilachados cuajarones de color carmín y los hilos que desde los agujeros más bajos de la canoa se escurrieron hasta el agua. Y se resistían a abandonar un lugar donde tan bien y tan inesperadamente se habían alimentado.

En el sollado de la lancha había otros tres hombres. Uno muerto, yacía de espaldas donde había caído bajo el taburete del volante. Otro, muerto también, estaba acurrucado contra el imbornal y al lado del puntal delantero de estribor. El otro, aún vivo, pero inconsciente, estaba tendido de costado y con la cabeza reclinada en un brazo.

El pantoque de la lancha estaba lleno de gasolina, y en cuanto la lancha se balanceaba un poco se oía el chapoteo. Al hombre todavía vivo, Harry Morgan, le parecía que el ruido lo hacía su barriga, y que la tenía tan grande como un lago donde el agua batía en las dos orillas a la vez. Eso le sucedía porque estaba de espaldas con las rodillas encogidas y la cabeza caía hacia atrás. El agua del lago que era su barriga estaba muy fría, tan fría que cuando se encaramó en el borde quedó entumecido. Sentía un frío terrible y en todo notaba gusto a gasolina, como si hubiera aspirado en un tubo de goma para hacer sifón desde un tanque. Sabía que no existía ningún tanque allí, aunque sentía como que le había entrado por la boca un frío tubo de goma que se le retorcía fría y pesadamente por todo el cuerpo. Cada vez que aspiraba aire se le retorcía el tubo con más firmeza en el abdomen y lo sentía allí dentro como una gran serpiente que se movía suavemente entre el chapoteo del lago. El tubo le daba miedo y, aunque lo tenía dentro, le parecía que estaba muy lejos y que lo que le importaba era el frío.

Estaba traspasado por el frío, por un frío doloroso que no se amortiguaba. Se había quedado quieto y lo sentía intensamente. Durante un rato pensó que si conseguía cubrirse consigo mismo se calentaría como con una manta, y llegó a creer que lo había conseguido y que empezaba a calentarse. Pero el calor no fue más que la hemorragia provocada al levantar las rodillas, y en cuanto le cesó comprendió que uno no puede cubrirse consigo mismo y que lo único que le quedaba era aguantar el frío. Mucho después de ser incapaz de pensar siguió procurando con todas sus fuerzas no morir. Había quedado a la sombra al ir la lancha a la deriva, y el frío era cada vez mayor.

La lancha había estado yendo a la deriva desde las diez de la noche de la víspera, y ya iba avanzando la tarde. En la superficie de la Corriente del Golfo no se veían más que algas, las sonrosadas, hinchadas y membranosas burbujas de unos cuantos «acorazados portugueses» jactanciosamente inclinados a flote, y el humo lejano de un petrolero con rumbo a Tampico.

Ernest Hemingway (Estados Unidos, 1899-1961).

(Traducido al español por Pedro Ibarzába).

lunes, 15 de mayo de 2023

Tampico: LA GUERRA DE LOS PASTELES, de Rafael F. Muñoz

"En una hamaca tendida a la sombra de grandes árboles, dormita en espera del momento..."

(Fragmentos)

1

Allá por el año de 35 desembarcaron frente a Tampico los aventureros contratados por el general José Ignacio Mejía. El coronel Gregorio Gómez los derrotó, capturó a veintitantos, los fusiló. Bien hecho. Dos de ellos, Demoussent y Saucen, eran france- ses.
(...)

7

Su Excelencia el general Santa Anna ha terminado su comida del mediodía. En una hamaca tendida a la sombra de grandes árboles, dormita en espera del momento en que habrán de comenzar las peleas concertadas con unos galleros de Guanajuato. Entre el murmullo de las frondas y de las aguas en corriente, de los ganados y de los peones, en medio de su somnolencia., don Antonio percibe un rumor diferente: como si el mar embravecido hubiera entrado a tierra.

Se incorpora, trata de captar los detalles de ese temblor sonoro que llega envuelto en viento de mar. No le es desconocido, aunque casi lo había olvidado. Le basta medio minuto para identificarlo y para comprender lo que sucede. Es el cañón que truena.

Mientras el temblor arrecia, coro de doscientas voces de cañón, el Excelentísimo hace un balance de sí mismo: el gobierno lo posterga y lo humilla; el presidente, los ministros, los generales, los políticos o le odian, o le desprecian, o le envidian. El pueblo, entretenido con la serie de sublevaciones que tienden a mejorarlo, pero que lo empeoran, ha olvidado ya Tampico y El Alamo. Los periódicos, de vez en cuando, hincan el diente en su vida privada, sus gallos, sus aventurillas. Parece que la nación entera le ha vuelto la espalda.

Rafael Felipe Muñoz (México, 1899-1972).

domingo, 14 de mayo de 2023

Tampico: VIERNES DE DOLORES, de Miguel Ángel Asturias


(
Fragmento del primer capítulo)

- ¡Me agarró el luto parrandero, qué culpa tengo yo! ¡Me agarró el luto de la Mujer X… mi mujercita se volvió en México, la Mujer X… la parranda más negra… pobrecita, viva me quiso mucho y muerta ya no me quiere, ya no le gusto, y lo peor es qué ¿qué le va uno a explicar en su descargo a una piedra, a una lápida, a una cruz, a la tiniebla, al vacío…? -tras una pausa limpióse la boca salivosa con la manga del saco y añadió, después de observar atentamente los botoncitos de la bocamanga-, lo que escrito está, escrito se queda… fondear aquí, no… ¡nunca!… aquí vengo a que me mueran…!

- Pues si es para eso -pacientó el cantinero, tomando de un plato un rabanito pelado-, allí enfrente, donde los muertos le hacen el favor. Pregunte por el guardián del cementerio, un verdugo, un tal Tenazón… Vaya, pase, atraviese la calle, pues allí no sólo lo mueren, sino que lo entierran…

- No fondeo, vaya… aquí yo no fondeo… -monólogo de briago, la cabeza colgada sobre el pecho, el pelo en la frente-, tampoco enfrente… -reaccionó, alzando la cabeza, una fúnebre sonrisa entre los dientes-, enfrente, en el cementerio, por baboso! ¡Ni en tan… poco… ni en Tampico… y lo que ahora me está haciendo falta es otro elíxir!

Miguel Ángel Asturias (Guatemalteco fallecido en España, 1899-1974).
Obtuvo el premio Nobel en 1967.

El texto íntegro puede leerse en literatura.us.

sábado, 13 de mayo de 2023

Tampico: BANDERAS SOBRE EL POLVO, de William Faulkner

"En enero, su tía recibió una postal de Bayard fechada en Tampico..."

(
Fragmento de la quinta parte, capítulo 2)

En enero, su tía recibió una postal de Bayard fechada en Tampico; y un mes más tarde un cable solicitando dinero desde la ciudad de México. Y esa fue la última intimación suya, que contemplaba permanecer en determinado lugar el tiempo suficiente para recibir la respuesta, aunque de vez en cuando las extravagantes postales indicaban donde había estado, tras un brutal camino sombrío. En abril llegó la tarjeta de Río, y luego se abrió un intervalo en el cual parecía haberse desvanecido por completo, durante el cual la señorita Jenny y Narcissa mantenían la tranquilidad en casa, con los días centrados en la placidez del niño esperado a quien la señorita Jenny ya había nombrado Juan.

William Faulkner (Estados Unidos, 1897-1962)
Obtuvo el premio Nobel en 1949,

jueves, 11 de mayo de 2023

Tampico: 1919, de John Dos Passos

"... se podía ver la cama con almohadas blancas y un retrato de la Virgen encima..."

(
Fragmento del capítulo Joe Williams)

El maldito matasanos judío trató de sacarle otros veinticinco pavos para completar la cura, pero Joe dijo que al carajo con todo aquello y se enroló de marinero en un petrolero completamente nuevo de la Standard Oil, el Montana, que zarpaba para Tampico y luego seguiría, unos decían que hasta Adén y otros decían que hasta Bombay. Joe estaba harto del frío y la humedad y las heladas, de las sucias calles de Brooklyn y de las tablas de logaritmos del curso de náutica, que no le entraban, y de la alegre voz de la señora Olsen. Ésta empezaba a comportarse como si quisiera mandar en él; era buena persona, sí, pero ya era hora de largarse.

El Montana dobló Sandy Rock en medio de una furiosa tempestad de nieve que venía del noroeste, pero tres días más tarde estaban ya en la corriente del Golfo, al sur del cabo Hatteras, cabeceando suavemente con las camisas de algodón de los marineros secándose en cuerdas tendidas entre los cables. Era agradable estar de nuevo en el mar azul.

Tampico era un infierno; dicen que el mezcal lo vuelve loco a uno si se bebe demasiado; había grandes salas llenas de hispanos grasientos bailando con el sombrero puesto y la pistola en la cadera, y orquestas y pianos mecánicos que funcionaban a todo volumen en cada bar, y peleas y texanos borrachos de los pozos de petróleo. Las puertas de los cuartos de los burdeles estaban abiertas, de modo que se podía ver la cama con almohadas blancas y un retrato de la Virgen encima, y las lámparas proyectaban sombras raras y los papeles de colores temblaban; las chicas morenas de cara ancha estaban apoyadas en la puerta con bragas de encaje. Pero todo era tan endiabladamente caro que se gastaron toda la pasta enseguida y tuvieron que volver a bordo antes de medianoche. Y los mosquitos invadían el castillo de proa, y las moscas durante el día, y hacía mucho calor y nadie podía dormir.


John Dos Passos (Estados Unidos, 1896-1970).

(Traducido al español por Mariano Antolín Rato).

miércoles, 10 de mayo de 2023

Tampico: DUELOS Y QUEBRANTOS, de Ermilo Abreu Gómez

"... me presenté en la estación Colonia (...) Don Francisco tenía que embarcarse en Tampico y no en Veracruz..."

(
Fragmento)

Cuando don Francisco me anunció su viaje a España, le prometí despedirlo en la estación. Me advirtió que no lo hiciera porque iría mucha gente. No obstante su advertencia, al otro día me presenté en la Estación Colonia, a eso de las seis de la mañana. (Don Francisco tenía que embarcarse en Tampico y no en Veracruz porque este puerto estaba incomunicado por los rebeldes delahuertistas). En la estación había poca gente. Me puse a buscar a don Francisco por los pasillos y por el andén y después de ir de un sitio para otro, le encontré en un rincón sentado sobre su baúl. Nadie había ido a despedirlo.

Ermilo Abreu Gómez (México, 1894-1971).

La ilustración corresponde a la antigua estación Colonia del ferrocarril en la ciudad de México.

domingo, 7 de mayo de 2023

Tampico: LA NAVE DEL MAL (El barco de los locos), de Katherine Anne Porter

"... se había atascado durante tres días en una barra de arena frente a Tampico."

(
Fragmento de la primera parte: El embarque)

Hasta ahora todos eran iguales y compartían una esperanza común. Vivían individualmente y en grupo con el único propósito de llegar a salvo ese mismo día a bordo de un barco alemán atracado en el muelle. Ella había venido desde América del Sur luego de un largo camino y se dirigía a Bremerhaven. Rumores alarmantes se habían propagado aún antes de que salieran de la ciudad de México. Había huraca- nes golpeando con severidad la costa. Una revolución o una huelga general, el tiempo lo decidiría, se precipitaba en Veracruz. Una ligera epidemia de viruela había surgido en varias ciudades costeras. Tras esa noticia todos los viajeros se habían apresurado a vacunarse, y todos por igual padecían fiebre, con una pequeña llaga supurante y costrosa por encima de la rodilla o el codo. También se había dicho que el barco alemán podría retrasarse en su trayecto, ya que se había atascado durante tres días en una barra de arena frente a Tampico; pero la última noticia era que estaba en puerto y zarparía a tiempo.

Katherine Anne Porter: Catherina Anne Russell Porter
(Estados Unidos, 1890-1980). 

sábado, 6 de mayo de 2023

Tampico: APUNTES DE UN LUGAREÑO, de José Rubén Romero

"... el dogo inglés rasca las tierras de Tampico y se baña en los tanques de petróleo."

(
Fragmento de Senda tortuosa, capítulo IV)

Nuestra tierra es una res desbarrancada, rica en despojos para los cuervos de otras nacionalidades. Y graznan si no obtienen lugar en el festín.

Intriga y medra el francés, a lo Fouché; aconseja Bismarck por boca del teutón; el italiano primero nos canta y después nos increpa; repantigado en su sillón, el yanqui nos lee la Cartilla de Monroe y extiende las piernas sobre nosotros, como si estuviese cómodamente sentado en su escritorio; el español cobra aún sus lecciones de castellano, a millones de pesetas la hora; el dogo inglés, rasca las tierras de Tampico y se baña en los tanques de petróleo; el turco, de un día para otro trasplanta a nuestras calles el zoco bullanguero de Bagdad. Y nosotros, entre tanto, ciegos y absurdos, seguimos cambiando el oro de los más ricos filones mexicanos, por las cuentas de vidrio que ciñen las gargantas de nuestras mestizas.

José Rubén Romero (México, 1890-1952).

viernes, 5 de mayo de 2023

Tampico: EL DILEMA DE MÉXICO, de Carl W. Ackerman

"La vigilancia eterna es el precio de la paz en Tampico, el mayor puerto petrolero del mundo."

(
Fragmento del capítulo IV: Aliado de Alemania en Tampico)

Buques de guerra americanos se encuentran estacionados en Tampico para vigilar al aliado de Alemania en México. De vez en cuando uno de ellos leva anclas, sale a vapor del río Pánuco y patrulla la Costa del Golfo. Se examinan los barcos sospechosos, se captan los mensajes inalámbricos y de noche y de día los ojos entrenados de los vigías buscan en los mares periscopios hostiles. Cuando uno regresa, el otro se escapa al amparo de la oscuridad hacia un destino secreto.

Desde la torre inalámbrica del Gobierno en Arlington, Virginia, el Departamento de Marina dirige el movimiento de estos barcos mientras planifica los movimientos del Tío Sam en el gran tablero del ajedrez oceánico internacional. La vigilancia eterna es el precio de la paz en Tampico, el mayor puerto petrolero del mundo. Desde la jungla, a sesenta millas de distancia, fluye la corriente interminable que impulsa y lubrica la maquinaria militar aliada; porque las armas con que Estados Unidos, Inglaterra y Francia están combatiendo a los dictadores de las Potencias Centrales en aguas europeas, en tierra y en aire, dependen de Tampico para combustible, gasolina y lubri- cantes.

Debido a que el aliado de Alemania, el IWW, opera en Tampico, nuestros acorazados navegan en aguas territoriales mexicanas para proteger esta cuenca petrolera sin la cual no se puede ganar la guerra.

Carl William Ackerman (Estados Unidos, 1890-1970).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

jueves, 4 de mayo de 2023

Tampico: NIÑA ERRANTE (cartas a Doris Dana), de Gabriela Mistral


A finales de 1950, Gabriela Mistral estuvo de visita en Tampico acompañada por su pareja, la estadounidense Doris Dana. En esa ocasión, Marco Claudio Corona y su esposa María G. de Corona fueron sus anfitriones.

Aprovechando su estancia, un diario local, El Sol de Tampico, entrevistó a la escritora, quien había recibido el premio Nobel de literatura en 1945 y por entonces se desempeñaba como cónsul de la república de Chile en México.


En el libro
Niña errante se recopila el epistolario amoroso de la relación lésbica entre ambas mujeres, que tuvo su inicio en 1948.

(Fragmentos)

18 de abril de 1949

Yo necesito de ti mucho más que tú de mí. Me pasa un calofrío por la carne al leer que te me puedes morir. Tú tienes ciertos deberes conmigo -perdona la palabra- y el primero de ellos es convivir conmigo. Dime: es que no te alegra el que en veinte días más podamos estar juntas.

Vino por segunda vez el médico de Chocoman, y me ha dicho lo siguiente, él y su compañero, empleado de turismo aquí: Que hay barcos -suponen que de carga y pasajeros- americanos, y que van a Tampico. Yo te esperaría allí, vidita. Es fácil ir de Veracruz allí.

(...)

Tu coche te lo podría llevar de México a Guadalajara el chofer de Palma, tal vez también pudiera llevarlo a Tampico. Allí irían las dos pobrecitas vueltas de nuevo ricas, y atrás irían mis maletas. Ok., vida mía ¿no te alegras tú?

¿Cómo es posible, mi amor, que después de haber leído las cartas mías tú sigas dudando, penando, desesperando? Es un pecado, Doris mía, es algo, además, que no entiendo. ¿Es que qué tu crees que hay un peligro de perderme? Estás loca de atar. Ay, defiéndete de ese desvarío. Date cuenta de que hay entre nosotros algo muy poderoso, un vínculo extraño, que debe venir de otra encarnación.

(...)

Es preciso que yo sepa por tu carta próxima que tú crees en mí. Soy una desgraciada si tú sigues sin tener fe en tu Gabriela.


24 de abril de 1949

¡Qué barbaridad vida mía! ¡Emma ha debido leer la carta adjunta! ¡Horrible gente latina! ¡No respetan jamás la vida ajena! Pero ella está aquí porque nadie está conmigo y la Beta es una necia. Yo no puedo vivir como un fantasma que habla solo.

(...)

Tal vez cuando llegues nos vamos por Tampico a Guadalajara, para vivir en Chapala. Lo hablaremos aquí y, juntas resolveremos. Está tranquila: yo tomo mis medicinas. Por ti. Dame en detalle tu enfermedad. Y el resultado de los cardiogramas. Pregunta al Dr. si puedes vivir a dos mil doscientos metros de altura. Si no puedes buscaremos a donde irnos. Doris, yo quiero verte, verte, y oírte.
Tu Gabriela

Gabriela Mistral: Lucila Godoy Alcayaga (Chile, 1889-1957).
Obtuvo el premio Nobel en 1945.

Las ilustraciones corresponden a un fragmento de la carta que el matrimonio Corona les envió a sus huéspedes unos días después de concluida su visita y al encabezado de la entrevista publicada por El Sol de Tampico.