Vancouver: atardecer en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 31 de mayo de 2023

Tampico: JIM MAITLAND, de Herman Cyril McNeil "Sapper"

"Tampico es esa joya. Y debido a que las joyas impecables son pocas y distantes..."

(
Fragmento del capítulo I: Raymond Blair - Borracho)

Es probable que usted no conozca la Isla de Tampico*. Iré más allá y diré que probablemente nunca haya oído hablar de la Isla de Tampico. Y en muchos sentidos es usted digno de lástima. Si alguna vez hubo una joya impecable engarzada en un zafiro marino Tampico es esa joya. Y debido a que las joyas impecables son pocas y distantes entre sí, de usted es la pérdida.

Pero haciendo un balance, usted gana. Porque si alguna vez ha existido un lugar donde el alma y el cuerpo se pudren más rápida y completamente, todavía tengo que encontrarlo. Esa hermosa isla, una reina incluso entre las glorias de los Mares del Sur, contenía más vicios por milla cuadrada que los barrios bajos de una gran ciudad. Porque en cualquier ciudad siempre hay trabajo que hacer; durante una parte de las veinticuatro horas por lo menos, los restos humanos se dan con el trabajo. Pero en Tampico no había trabajo que hacer, salvo los poquísimos que venían por un espacio de negocios y partían a su debido tiempo.

En Tampico, donde se podía conseguir fruta y suficiente comida con sólo pedirla, no había lucha por sobrevivir. De hecho, nadie tuvo problemas en Tampico excepto por una cosa: la bebida. No se podía beber si se pedía. La bebida tenía que pagarse en efectivo. Y el dinero en efectivo no abundaba entre los derrelictos que llegaron a esa isla, y una vez que vinieron se quedaron hasta que la muerte se los llevó, y otro nombre falso fue escrito toscamente en una cruz de madera para marcar el evento. La madera es barata en Tampico, por eso las lápidas en el cementerio de los perdidos son monótonas a la vista. Después de todo, ¿quién podría esperar que aumentara el precio de una botella de ginebra en perfecto estado para erigir una estúpida piedra ornamental en la tumba de un hombre que había muerto de delirium tremens?

Se encontraba fuera de las rutas trilladas de los grandes trasatlánticos por muchos cientos de millas: sólo llegaban botes pequeños, dedicados principalmente al comercio de frutas, con alojamiento para seis pasajeros en la primera clase. La fruta era el comercio particular de Tampico; frutas y diversos productos tropicales que crecían con tal opulencia y al alcance de la mano que resultaba casi innecesario recogerlos. Si se esperaba lo suficiente, caían en las manos. Y nunca nadie hizo otra cosa que esperar en Tampico, por eso está tan podrido. Incluso cuando un trozo de ámbar gris llega a tierra -grueso y apestoso, es un Evento con E mayúscula-, el afortunado hallador no se apresura. Cierto, podría apuñalar al hombre que intentara robarlo, pero por lo demás sus movimientos son plácidos. Hay un traficante en el pueblo, y el ámbar gris significa tragos durante semanas, o tal vez días, según la capacidad del bebedor.

Herman Cyril McNeile: Sapper (Inglaterra, 1888-1937).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

* No existe una isla con el nombre de Tampico en los Mares del Sur ni en alguna otra parte. Si bien existen poblaciones con el nombre de Tampico, sobre todo en los Estados Unidos: en Illinois (allí nació el presidente Ronald Reagan), Indiana, Montana, Ohio, Tennessee y Washington; también hay seis poblaciones con ese nombre en México, desde Baja California hasta Chiapas, y dos más en Guatemala y Venezuela. Pero la isla de Tampico es mera fantasía del autor. Decidí incluir el presente texto aunque no se refiera a Tampico, en el estado de Tamaulipas, que es el objeto de esta recopilación, porque me pareció originaly divertido.

martes, 30 de mayo de 2023

Tampico: EL APANDO, de José Revueltas

"... y aquella vez en Tampico, al caer la tarde sobre el río Pánuco, La Chata recostada sobre el balcón, el cuerpo desnudo bajo una bata ligera..."

(
Fragmento)

La Chata aparecía ante sus ojos, jocunda, bestial, con sus muslos cuyas líneas, en lugar de juntarse para incidir en la cuna del sexo, cuando ella unía las piernas, aún dejaban por el contrario un pequeño hueco separado entre las dos paredes de piel sólida, tensa, joven, estremecedora. Si era visto a través del vestido, a contraluz -y aquí sobrevenía una nostalgia concreta-, de cuando Polonio andaba libre: los cuartos de hotel olorosos a desinfectantes, las sábanas limpias pero no muy blancas en los hoteles de medio pelo, La Chata y él de un lado a otro del país o fuera, San Antonio Texas, Guatemala, y aquella vez en Tampico, al caer de la tarde sobre el río Pánuco, La Chata recostada sobre el balcón, de espaldas, el cuerpo desnudo bajo una bata ligera y las piernas levemente entreabiertas, el monte de Venus como un capitel de vello sobre las dos columnas de los muslos -aquello resultaba imposible de resistir y Polonio, con las mismas sensaciones de estar poseído por un trance religioso, se arrodillaba temblando para besarlo y hundir sus labios entre sus labios-.

José Revueltas (México, 1914-1976).

domingo, 28 de mayo de 2023

Tampico: ANTES DE DESPERTAR, de Henry Kuttner

"Tampico, para Pete (...) Tenía palacios y papagayos de muchos colores, y blancos caminos sinuosos. Era una ciudad de Las mil y una noches..."

(
Fragmento)

La Isla de Pinos era la isla de Circe, con columnas de mármol blanco aquí y allá en la oscuridad, verde, y los piratas que se batían en duelo con el destello de las espadas al chocar y el brillo de sus dientes que sonreían imprudentes. El Golfo, al igual que el Caribe, está embrujado por los fantasmas de los viejos bucaneros. Tampico, para Pete, no era el puerto de embarque industrial que conocía su padre. Tenía palacios y papagayos de muchos colores, y blancos caminos sinuosos. Era una ciudad de Las mil y una noches, con magos cubiertos por túnicas vagando entre sus calles, benignos la mayor parte del tiempo, pero con las manos nudosas como raíces de árboles que en cualquier momento podían tejer hechizos.

Manoel, su padre, podría haberle contado una historia diferente, porque en los viejos tiempos Manoel se había embarcado, antes de establecerse para llevar la vida de cualquier pescador en Cabrillo. Pero Manoel no hablaba mucho. Los hombres hablan con los hombres, no con los niños, y por eso Pete no aprendió tanto como podría haberlo hecho, de aquellos portugueses bronceados por el sol que salían con las flotas pesqueras. Obtuvo su conocimiento de los libros, y eran libros extraños, con conocimientos extraños.

Henry Kuttner (Estados Unidos, 1915-1958).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

sábado, 27 de mayo de 2023

Tampico: SANGRE Y HUMO, o EL TIGRE DE LA HUASTECA, de K. Lepino

"'- ¿Es muy lindo el puerto de Tampico? -Ya lo creo."

(
Fragmento del capítulo III:
¡Al primer tapón... zurrapa! ¡Frente a frente! ¡El tigre! Hacia la Villa)

¿Y te crees que tío Lencho se huela por dónde venimos? -le contestaba Pancho Estrada.

- ¡Quién sabe Pancho! Me temo muchas cosas.

- No temas, chula. Mañana estaremos en Tampico.

- ¿Es muy lindo el puerto de Tampico?

- Ya lo creo.

- ¿Y muy grande?

- ¡Diez mil veces más grande que la Villa!

- ¡Dicen que tiene mucha agua!

- La mar.

- ¿Qué cosa es la mar?

- Un charco de agua muy grande, en el que nadan unas canoas enormes, como iglesias, con torres y campanas.

- ¿Cómo será de grande?

- Figúrate que se junta con el cielo.

- Chis.

María se quedó azorada; acababa de oír un tropel de caballos por el lado de la puerta.

(Fragmento del capítulo V: En busca del tío Lencho)

La noche del 27 de Mayo a que nos referimos, la pasó don Concho sentado en el poyo de la puerta de su habitación, con el rifle entre las piernas y la botella de aguardiente y el morral de cartuchos al lado, en espera de que Pancho Estrada fuera a cumplir la amenaza propalada de vengarse de todos los amigos de tío Lencho.

La noche, aunque sin luna, era bastante clara. Un incendio gigantesco devoraba el “zacatal” tostado de la serranía de enfrente, iluminando con vivos fulgores toda la campiña.

Anónimo.
Novela publicada en 1918 bajo el seudónimo de K. Lepino.

viernes, 26 de mayo de 2023

Tampico: HOMO FABER, de Max Frisch

"Rumbo Tampico, mientras el aparato vuela tierra adentro (...) yo observaba los tres discos resplandecientes, que a veces parecían detenerse, lo cual es debido a una ilusión óptica..."

(
Fragmentos de la primera etapa)

Apenas despierto, me hice cargo de la situación: Debajo de nosotros, el mar...

Era el motor de la izquierda el que estaba averiado; una hélice formando una cruz estática en el cielo sin nubes; eso era todo.

Debajo de nosotros, como ya he dicho, el golfo de México.

Nuestra azafata, una muchacha de veinte años, una niña a juzgar por su aspecto, me había tomado del hombro izquierdo para despertarme, pero yo me di cuenta de todo antes de que ella me lo explicara, mientras me ofrecía un salvavidas verde; mi vecino se estaba abrochando el salvavidas, con aire de buen humor como se acostumbra a tener en los ensayos de alarma de ese tipo.

En aquel momento estábamos volando a dos mil metros de altura, por lo menos.

Naturalmente, no se me habían caído las muelas, ni siquiera el diente de espiga, el cuarto de arriba a la derecha; me sentí aliviado, verdaderamente satisfecho.

Delante, en el pasillo, el capitán:

There is not danger at all... (No hay el menor peligro...)

Se trata sólo de una medida de precaución, nuestro aparato puede volar incluso con sólo dos motores, nos hallamos a 8,5 millas de la costa mexicana, rumbo a Tampico, se ruega a todos los pasajeros que no se muevan y que, de momento, no fumen.

Thank you. (Gracias.)

(...)

Los otros tres motores marchaban perfectamente; ni hablar de peligro; vi que manteníamos la altura, luego apareció la costa envuelta en niebla, una especie de laguna, más allá pantanos. Pero todavía no se vislumbraba Tampico. Yo conocía Tampico de otra vez, en ocasión de una intoxicación por pescado que no olvidaré hasta el fin de mis días.

- Tampico -dije- es la ciudad más sucia del mundo, un puerto petrolífero, ya verá usted; cuando no apesta a petróleo, apesta a pescado...
Mi vecino se tocó el salvavidas.

- Le aconsejo de verdad -dije-, que no coma pescado, pase lo que pase...

El hombre intentó una sonrisa.

- Los indígenas, naturalmente, están inmunizados -le dije-, pero lo que es nosotros...

Asintió sin escucharme. Parece que yo pronuncié toda una conferencia sobre amibas y sobre los hoteles de Tampico. En cuanto vi que el individuo de Düsseldorf no me escuchaba, le agarré de la manga, cosa que no acostumbro, al contrario: odio esta manía de agarrarse mutuamente de la manga. Pero si no era así, no me escuchaba. Y le conté toda la historia de mi aburrida intoxicación en Tampico, en 1951, o sea hace seis años. Entre tanto, no volábamos, como se demostró, a lo largo de la costa, sino súbitamente tierra adentro. De manera que no nos dirigíamos a Tampico. Yo estaba asombrado, dispuesto a pedir información a la azafata.

(...)

Un buen mapa como los ofrece la Swissair, aquí no lo hay, y lo que me pone nervioso es sencillamente esa información idiota: Rumbo Tampico, mientras el aparato vuela tierra adentro... subiendo, como ya he dicho antes, con tres motores; yo observaba los tres discos resplandecientes, que a veces parecían detenerse, lo cual es debido a una ilusión óptica: una sacudida negra, como de costumbre. No había motivo de alarma, lo único que resultaba extraño era ver la cruz fija de una hélice parada en pleno vuelo.

Nuestra azafata me daba lástima.

Max Frisch (Suiza, 1911-1991).

(Traducido al español por Margarita Fontseré).

jueves, 25 de mayo de 2023

Tampico: HUASTECA, de Gregorio López y Fuentes

"... y mientras numerosas personas hacían sonar el timbre deseosas de bajar, el elevadorista se puso el sombrero y ganó la calle sin avisar a nadie..."

(
Fragmento)

¡Tampico!

El nombre parecía imantado por las leyendas de la prosperidad económica, de las fortunas hechas de la noche a la mañana y de la vida licenciosa.

No era raro oír versiones como ésta:

- Un elevadorista acaba de hacer un depósito de cien mil dólares en el banco...

- ¿Eso es lo que acostumbran a dar propina aquí?

- No hombre, el elevadorista se vino de su tierra, dejando un terrenito que le heredó su padre. A una de las empresas se le puso en la cabeza que no había mejor lugar para una refinería y mandó a uno de sus apoderados a tratar con el dueño. El representante petrolero tomó el elevador y, mientras subían, le dijo:

- Te compro tu terreno.

- No lo vendo.

- Cincuenta mil...

El elevador ya iba de bajada cuando el hombre recibió un cheque por cien mil, y mientras numerosas personas hacían sonar el timbre deseosas de bajar, el elevadorista se puso el sombrero y ganó la calle, sin avisar a nadie, abandonando el trabajo.

Gregorio López y Fuentes (México, 1897-1966).

miércoles, 24 de mayo de 2023

Tampico: TEXAS, UNA NOVELA, de James A. Michener

"¿Recuerdas qué sucedió en Tampico? ¿Apenas el año pasado?"

(
Fragmento del capítulo Tres hombres, tres batallas)

Santa Anna: ¿Por qué no? Mi decreto del 30 de diciembre de 1835 claramente establece que cualquier extranjero que tome las armas en contra del gobierno de México será tratado como pirata y ejecutado por las armas en el acto.

Garza: Pero, dispararles a tantos... más de trescientos, tal vez cuatrocientos. Esto lo tomarán a mal en los Estados Unidos. Puede provocar una enemistad por mucho tiempo.

Santa Anna (con gran entusiasmo): En eso estás equivocado, Garza. ¿Recuerdas qué sucedió en Tampico? ¿Apenas el año pasado? Una pandilla de norteamericanos que venían de Nueva Orléans trató de invadirlo. Luego de que los derrotamos, fusilamos a veintiocho de ellos como piratas. Todos me advirtieron, "la gente de Nueva Orléans se va a rebelar" Nadie se movió siquiera. Comprendieron que habían muerto como piratas. Merecían que se les ejecutara, y yo los ejecuté.

Garza: Pero yo estoy preocupado, su excelencia, de que este asunto de El Álamo se interprete de otra manera. No tuvo lugar en Tampico. Sucedió aquí, y los norteame- ricanos interpretan Béjar y Tejas de una modo diferente a como lo hicieron respecto a Tampico.

James Albert Michener (Estados Unidos, 1907-1997).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

martes, 23 de mayo de 2023

Tampico: EL RESPLANDOR, de Mauricio Magdaleno


(
Fragmento del capítulo 5)

Precisamente en los vertiginosos  ventisqueros de la selva de Tamazunchale sorpren- de al río padre el impetuoso San Andrés, que a la sazón se llama Ama, y se entrega a su grandeza y en él se pierde, y todos juntos, a su vez, rinden sus aguas clamorosas en el Pánuco, que enriquece a las Huastecas y las abona de sustancias creadoras y refresca los bochornos tropicales del manglar y el platanar paradisíacos hasta avistar el mar, no más azul que su corriente undosa, y allí se derrama en la barra rocallosa, cumplida su visión vitalizadora, frente a Tampico, tiñendo el golfo de un membrete cárdeno que no desaparece sino marina adentro.

El sueño fracasado de Fuentes -conquistar las Huastecas hasta topar con el feraz territorio de Tamaulipas y crear una especie de Estado en el que sólo mandase su férula feudal- hubo de ser modestamente refundido en las doscientos treinta caballerías de "La Brisa". Cuando perdió sus tierras con Briones ya no era hora de nuevas conquistas, porque todo estaba conquistado y hasta organizado en las encomiendas. Al tumulto de la epopeya aventurera, en la que cada quien se repartió lo que le vino en gana, sucedía el orden de los virreyes, burocráticamente definidor de la propiedad y las garantías. La soldadesca -reflejo de la soberbia del amo- no se conformaba con "La Brisa" y gruñía a menudo:

- Un día nos adueñaremos de todas estas tierras, pasando por el río Pánuco, hasta el mar.

Don Gonzalo, por su parte, delimitaba su pretensión:

- Las Huastecas me pertenecen por derecho. Yo y mis gentes dormimos con un ojo abierto para cuando llegue la hora de una nueva guerra.

¡Espejismos de fiebre de los tremendos conquistadores, que no se resignaban el coraje y aún esperaban levantarse contra el Rey!

Mauricio Magdaleno (México, 1906-1986).

La ilustración corresponde a Tamasopo, menos de cien kilómetros al norte de Tamazunchale
y ciento sesenta kilómetros al oeste de Tampico, en la huasteca potosina.

lunes, 22 de mayo de 2023

Tampico: CAMINOS SIN LEY, de Graham Greene

",,, porque no había más dinero: todo el dinero se iba ahora a Tampico y los yacimientos petrolíferos."

(
Fragmento del capítulo San Miguelito)

Herr F. me condujo hasta las rocas en las afueras de la ciudad, para mostrarme ejemplos de ingeniería mejicana. Primero el embalse, casi terminado, abandonado, para que durante el invierno se rajara definitivamente, porque no había más dinero: todo el dinero se iba ahora a Tampico y a los yacimientos petrolíferos.

El río, un chorrito de agua, desaparecía en una hendidura de las montañas; reapare- cía del otro lado, a veinte kilómetros de allí. Pero cuando llovía se convertía en un torrente; un tronco de árbol caído, una mata suelta podía obstruir la salida y siete años antes había habido una inundación desastrosa. Herr F. se había encargado de las operaciones de salvamento; me mostró el canal abandonado y lleno de maleza que había tenido que construir, con un costo de doscientos cincuenta dólares sola- mente.

Graham Greene (Inglés fallecido en Suiza, 1904-1991).

(Traducido al español por J. R. Wilcock).

domingo, 21 de mayo de 2023

Rafael Alberti y el cónsul de España en Tampico

"Fue en Tampico y por parte del cónsul español en aquella ciudad (...) A la llegada en el aeródromo..."

Un ensayo en el cual se explora la obra literaria de María Teresa León y que lleva por título Los espacios de la memoria, aborda el fatídico episodio que sufrió, junto a Rafael Alberti, en Tampico. Su autor, Gregorio Torres Nebrera, lo describe de la siguiente manera:

"Recuerdos de la estancia mexicana reverdecen en la prosa del matrimonio Alberti. María Teresa cuenta la memorable tarde en que tuvo que actuar de moderadora en un apasionadísimo debate sobre pintura entre los muralistas Rivera y Siqueiros, y los radicales partidarios de uno y de otro. Pero también hubo algún momento desagra- dable, aunque excepcional, como lo ha comentado Rafael en la segunda parte de su Arboleda perdida (página 54). Fue en Tampico y por parte del cónsul español en aquella ciudad, que intentó boicotear la presencia de los Alberti porque eran «las hordas de la antipatria». Rafael rebatió el agravio con la sátira de sus versos, aunque «la venganza del cónsul español de Tampico fue para nosotros indudablemente inesperada»: propiciar la casi total prohibición de entrada o dificultar enormemente las estancias de los dos «antipatriotas» en varios de los países del periplo."

El propio Alberti consigna el incidente: "A la llegada, en el aeródromo, nos recibieron las delegaciones obreras, con música, banderas, estandartes y franjas de salutación. Desde el alcalde, que era un obrero, hasta el jefe de policía, salió todo el mundo a recibirnos. Pero, ya en el hotel, nos advirtieron de la campaña que estaba haciendo contra nosotros el cónsul de España en Tampico...", quien los señalaba como «enviados de Moscú» y logró su objetivo de inquietar a la población: "Los padres de familia se hicieron eco de esta campaña y la ciudad se llenó de letreros pidiendo al gobierno nuestra expulsión del país. Las tres primeras conferencias dadas en un teatro contratado anticipadamente fueron un verdadero fracaso."

Este es el soneto en tono satírico que dedicaba Alberti al cónsul español:

AL MISMO EXCREMENTÍSIMO Y ALCAYATA
SEÑOR DON LUIS DE ORDUÑA Y DEL MORAL
 
RETRATÁNDOSE DE CABALLERO DE LA ORDEN
DEL SANTO SEPULCRO EN LA CIUDAD MEXICANA
DE TAMPICO
 
Tampico entero sabe que respinga
su Excremencia por ser un caballero
y que un pintor, o que un sepulturero,
de sepulcro pintándole, le chinga.
 
Tal hedor, Excremencia, nos jeringa.
Más siendo al fin sepulcro o basurero,
no nos jeringue el aire con su cuero
que tiene ya podrido hasta la minga.
 
Váyase a un muladar, don Excremencia,
a una fosa podrida, a un excusado,
más con su desobediencia y ascendencia.
 
No vaya solo, vaya acompañado,
para que la espontánea concurrencia
le deje así entre mierda sepultado.
 
El pasaje aquí consignado fue una de las primeras experiencias que vivieron Rafael Alberti y María Teresa León durante su prolongado exilio. Su visita a Tampico tuvo lugar en el año de 1935.

  Jules Etienne

Rafael Alberti (España, 1902-1999). 

sábado, 20 de mayo de 2023

Tampico: EL CAZADOR DE ORQUÍDEAS, de Roberto Arlt

"... descubrió la especie que conocemos bajo el nombre de 'orquídea del azafrán'..."

(
Fragmento)

Completamente empobrecido, y además mal mirado por la policía, Guillermo Emilio emigró a México, donde pretende que él fue el primero que descubrió la especie que conocemos bajo el nombre de “orquídea del azafrán”. No sé qué incidentes tuvo con un nativo -los mexicanos son gente violenta-, que Guillermo Emilio desapareció de México con la misma presteza que anteriormente salió de Río Grande, después de Natal, luego de Bogotá y, finalmente, de Tampico. Algunos maldicientes susurraban que el primo Guillermo Emilio combinaba el robo con la caza, y yo no diré que sí ni que no, porque bien claro lo dicen las Sagradas Escrituras: “No juzguéis si no quieres ser juzgado”.
Roberto Arlt (Argentina, 1900-1942).

El texto íntegro puede ser leído en literatura.us.

viernes, 19 de mayo de 2023

Tampico: VENDAVAL EN JAMAICA, de Richard Hughes

"Las imágenes que intentan recrear a Tampico en la película, resultan falsas e improbables."

Al ver la película
Vendaval en Jamaica, adaptación al cine de la novela A High Wind in Jamaica, del escritor británico Richard Hughes, se crea la sensación nugatoria de que un pasaje del relato acontece en Tampico.

En su compendio crítico México visto por el cine extranjero (1970-1988), Emilio García lo describe de la siguiente manera: "Aventuras de piratas en el Caribe, en 1870, con Quinn como Chávez, un capitán corsario que lleva en su buque, como polizones, a unos niños escolares ingleses. En un intento frustrado de Chávez por dejar a los niños con Rosa (Lila Kedrova), dueña de un burdel en Tampico, uno de los escolares resulta muerto en el puerto mexicano; Chávez y los niños dejan Tampico y siguen su viaje. El supersticioso Chávez, con tricornio y descalzo, dice servir al gobierno colombiano, pero habla español al modo mexicano. En Tampico se ve una pelea de gallos."

Las imágenes que intentan recrear a Tampico en la película, resultan falsas e improbables. Un grupo de niños de raza negra, descamisados y descalzos, corre por la orilla a la par del buque cuando éste llega al puerto. Como los exteriores de la película se filmaron en Jamaica, durante el verano de 1964, es de suponerse que la falsificación se origina cuando optaron por filmar en algún puerto de dicha isla la secuencia correspondiente a Tampico. Anthony Quinn como el capitán pirata y Lila Kedrova, quien regenteaba el burdel, recién habían trabajado juntos en Zorba el griego, que a ella le valió un Oscar a la mejor coactuación femenina.

El caso es que en toda la novela de Hughes nunca aparece alguna referencia a Tampico. Es decir, que se trata de una mera licencia fílmica por parte de los adaptadores del guión. Se cuenta que tras el estreno de la cinta, su director, Alexan- der Mackendrick, buscó al propio Hughes para disculparse con él por la traición a su obra.

Jules Etienne

Richard Hughes (Inglaterra, 1900-1976).

jueves, 18 de mayo de 2023

Tampico: EL MUNDO INEFABLE, de Carlos Montenegro

"El juego es pasatiempo y perdición para el marinero."

(Fragmentos
 de La causa)*

A los tres días de salir de Veracruz -ya mi ensueño tenía dos de agotado-, llegamos a Tampico. Yo no tenía dinero, todo lo había perdido jugando, y si mi palabra no estaba comprometida, era porque tenía en ciertas esferas un valor tan relativo, que no se cotizaba.
(...

El juego es pasatiempo y perdición para el marinero. En el Monterrey perdí el poco dinero que había ganado a bordo jugando a los naipes. Esta situación me empuja a apropiarme de unas pistolas que se habían salido de unas cajas en la bodega del barco para así obtener dinero y procurarme una mujer al desembarcar. Mi destino me lleva a venderle las armas a la misma persona a la que venían consignadas, quien me denuncia a la policía y voy a parar a la cárcel.

La cárcel de Tampico estaba fronteriza con el río Pánuco y la huasteca tamaulipeca, donde Villa campeaba. Eran los años de la revolución mexicana. En la cárcel teníamos libertad absoluta dentro de los muros que nos cercaban. Lo único prohibido era saltar el muro. No hice más que entrar en ella y me robaron toda la ropa. Me quedé en calzoncillos. Después tuve que robar a otros que ingresaron más tarde, entre ellos a un norteamericano, y así me vestí de nuevo.

Allí, tratando de socorrer a un penado que pedía auxilio, fui apuñalado y trasladado a la enfermería. El médico no tenía tripilla para coserme. De allí me escapé. En la enfermería estuve varios días. Sangraba porque la herida era profunda. Decidí fugarme y me lancé al río.

Carlos Antonio Montenegro Rodríguez
(Cubano nacido en España y fallecido en Estados Unidos, 1900-1981).

* El mundo inefable es una trilogía formada por La causa, La cárcel y La fuga, relatos con carácter autobiográfico, que en una carta dirigida al profesor Enrique J. Pujals, fechada el 20 de septiembre de 1980, cuando el autor era ya octogenario y fallecería al año siguiente, explica:
"Me abren otra buena posibilidad para la publicación de mi libro de memorias El mundo inefable. En la última década le he dedicado, con intermitencias, algunos años. […] La obra se desarrolla íntegramente en Méjico y fue escrita con vistas a ser publicada en ese país. La acción, a mi juicio, muy movida y estimo original cubre un lapso agitado de la Revolución mejicana. […] Por uno de mis azares, por el encadenamiento de sucesos sorprendentes, me vi –pues– involucrado en ella. Soy detenido, expuesto a una ejecución sumaria y salvado por un Recurso de Amparo. Paso tres meses en una prisión originalísima en Tampico. Herido y conducido al hospital de donde me fugo, ignorando que tanto mis heridas como mi fuga están controladas. Por otro azar, que parece de una obra de ficción, escapo de dicho control. Tanto mi prisión como los días que siguieron a esta, me dan la oportunidad de resaltar los momentos heroicos de ese pueblo en sus niveles más bajos. Si se juzgan con criterio convencional. Es el momento en que la vida y la muerte apenas se diferencian. Las ocurrencias me superan y paso de protagonista a un segundo plano aunque sin perder contacto con los hechos. El libro está escrito y reescrito y estoy en una tercera revisión”.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Tampico: EL NORTE, de Juan de la Cabada

"Junto a uno de los muelles de Coatzacoalcos la Perlita pasa inactiva más de un mes (...) Su ruta va mucho más arriba, hasta Tampico."

(
Fragmento del capítulo I)

Abunda y se bebe café con ron. Entonces el vocerío arrecia de tono y , con intermi- tencias y entremezclados párrafos sueltos, viene a proa en diálogo extraño de pinto- resca jerigonza:

- Pues ahora voy a la Laguna, a ver qué tal se nos presentan la Navidad y el Año Nuevo .. . Siempre yendo y viniendo de aquí para allá, de allá para acá; de barlovento a sotavento; de Tampico a Progreso .. . Paseo a las autoridades . .. Visito al señor gobernador. . Pienso montar allí una nueva tienda .. . Gastó su buen pico y nada que se le arregló el negocito. Don Conrao.

(Fragmento del capítulo V)

Junto a uno de los muelles de Coatzacoalcos la Perlita pasa inactiva más de un mes. Por fin, al reanudarse las labores del puerto, le llenan sus bodegas con sacos de azúcar para el viaje de retorno hacia Campeche. Zarpa -sin pasajeros, por fortuna en la tarde del 21 de diciembre. De capitán abajo todos esperan festejar en casa la Nochebuena de aquel año.

Galletero significa ir en harapos de harapos, sudando sangre de infancia a cambio de las sobras de la comida únicamente. Hay, sin embargo, una alegría de inocencia y simpleza extremas, que ni el galletero siquiera olvida nunca. Es la visión de tres, cinco, diez embarcaciones a motor y vela en fila, con las velas izadas a todo viento y máquina, a todo correr, en competencia. Salvo El Dictador -120 caballos- y La Polar -100- nadie nos gana. Pero ni La Polar ni El Dictador están en nuestra línea. Su ruta va mucho más arriba, hasta Tampico; así, pues la Perlita vence constantemente. La Perlita sólo tiene un buen motor Volverine 62. Difícilmente podría tacharse de servil a un tripulante, y algunos se preguntan: «¿Qué ganamos?». Pero entonces, ¿por qué esta ansia, esta satisfacción de ser los primeros donde vamos?

Juan de la Cabada (México, 1899-1986).

martes, 16 de mayo de 2023

Tampico: TENER Y NO TENER, de Ernest Hemingway

"... y el humo lejano de un petrolero con rumbo a Tampico."

Capítulo XII

La Queen Conch, lancha de Freddy Wallace, de treinta y cuatro pies de eslora, número V de Tampa, estaba pintada de blanco; la cubierta de proa era verde, y el interior del sollado estaba también pintado de verde. La cubierta de la cabina tenía el mismo color. En la proa tenía pintados en negro el nombre y el puerto de matrícula, Cayo Hueso, Florida. No estaba equipada con puntal de tope ni tenía mástil. Tenía parabrisas, y uno de ellos, el correspondiente al volante, estaba roto. En las planchas del casco, recién pintado, se observaban a ambos lados agujeros astillados. Casi a la altura de la línea de flotación había a babor otros agujeros cerca del puntal que sostenía la cabina o toldo de mando. Del agujero más bajo había goteado algo oscuro que dejó unos trazos irregulares en la nueva pintura del casco.

Iba a la deriva empujada por el suave viento norte y a unas diez millas de distancia de la ruta de los petroleros que se dirigían hacia el norte. Blanca y verde contra el agua oscura de la Corriente del Golfo, tenía un aire alegre. En el agua flotaban cerca de la canoa manchas amarillas de algas sargazo que la pasaban lentamente en la corriente que las llevaba hacia el norte y hacia el este. El viento empujaba cada vez más a la lancha hacia el centro de la corriente. No había en la Queen Conch señales de vida, pero por encima de la regala, tendido sobre un banco encima del tanque de babor se veía el cuerpo de un hombre que parecía hinchado, y, desde el barco que corría a lo largo de la regala de estribor, otro hombre parecía inclinarse hacia el agua y meter en ella los dedos. Su cabeza y sus brazos estaban al sol, y en el punto en que sus dedos casi tocaban el agua había un banco de pececillos ovalados, de unas dos pulgadas de largo y color dorado con unas tenues franjas moradas, que habían abandonado las hierbas del golfo para refugiarse en la sombra que hacía la lancha a la deriva, y cada vez que algo goteaba al agua se precipitaban y tironeaban y forcejaban hasta que lo hacían desaparecer. Dos rémoras grises de unas dieciocho pulgadas de longitud nadaban dando vueltas y vueltas en torno a la lancha y abriendo y cerrando sus bocas rasgadas, pero no parecían comprender la regularidad con que caían las gotas que atraían a los pececillos, y cuando caían lo mismo podían estar lejos que cerca de ellas. Hacía tiempo que meneando sus feas cabezas y sus largos e inquietos cuerpos de cola fina habían tragado los deshilachados cuajarones de color carmín y los hilos que desde los agujeros más bajos de la canoa se escurrieron hasta el agua. Y se resistían a abandonar un lugar donde tan bien y tan inesperadamente se habían alimentado.

En el sollado de la lancha había otros tres hombres. Uno muerto, yacía de espaldas donde había caído bajo el taburete del volante. Otro, muerto también, estaba acurrucado contra el imbornal y al lado del puntal delantero de estribor. El otro, aún vivo, pero inconsciente, estaba tendido de costado y con la cabeza reclinada en un brazo.

El pantoque de la lancha estaba lleno de gasolina, y en cuanto la lancha se balanceaba un poco se oía el chapoteo. Al hombre todavía vivo, Harry Morgan, le parecía que el ruido lo hacía su barriga, y que la tenía tan grande como un lago donde el agua batía en las dos orillas a la vez. Eso le sucedía porque estaba de espaldas con las rodillas encogidas y la cabeza caía hacia atrás. El agua del lago que era su barriga estaba muy fría, tan fría que cuando se encaramó en el borde quedó entumecido. Sentía un frío terrible y en todo notaba gusto a gasolina, como si hubiera aspirado en un tubo de goma para hacer sifón desde un tanque. Sabía que no existía ningún tanque allí, aunque sentía como que le había entrado por la boca un frío tubo de goma que se le retorcía fría y pesadamente por todo el cuerpo. Cada vez que aspiraba aire se le retorcía el tubo con más firmeza en el abdomen y lo sentía allí dentro como una gran serpiente que se movía suavemente entre el chapoteo del lago. El tubo le daba miedo y, aunque lo tenía dentro, le parecía que estaba muy lejos y que lo que le importaba era el frío.

Estaba traspasado por el frío, por un frío doloroso que no se amortiguaba. Se había quedado quieto y lo sentía intensamente. Durante un rato pensó que si conseguía cubrirse consigo mismo se calentaría como con una manta, y llegó a creer que lo había conseguido y que empezaba a calentarse. Pero el calor no fue más que la hemorragia provocada al levantar las rodillas, y en cuanto le cesó comprendió que uno no puede cubrirse consigo mismo y que lo único que le quedaba era aguantar el frío. Mucho después de ser incapaz de pensar siguió procurando con todas sus fuerzas no morir. Había quedado a la sombra al ir la lancha a la deriva, y el frío era cada vez mayor.

La lancha había estado yendo a la deriva desde las diez de la noche de la víspera, y ya iba avanzando la tarde. En la superficie de la Corriente del Golfo no se veían más que algas, las sonrosadas, hinchadas y membranosas burbujas de unos cuantos «acorazados portugueses» jactanciosamente inclinados a flote, y el humo lejano de un petrolero con rumbo a Tampico.

Ernest Hemingway (Estados Unidos, 1899-1961).

(Traducido al español por Pedro Ibarzába).

lunes, 15 de mayo de 2023

Tampico: LA GUERRA DE LOS PASTELES, de Rafael F. Muñoz

"En una hamaca tendida a la sombra de grandes árboles, dormita en espera del momento..."

(Fragmentos)

1

Allá por el año de 35 desembarcaron frente a Tampico los aventureros contratados por el general José Ignacio Mejía. El coronel Gregorio Gómez los derrotó, capturó a veintitantos, los fusiló. Bien hecho. Dos de ellos, Demoussent y Saucen, eran france- ses.
(...)

7

Su Excelencia el general Santa Anna ha terminado su comida del mediodía. En una hamaca tendida a la sombra de grandes árboles, dormita en espera del momento en que habrán de comenzar las peleas concertadas con unos galleros de Guanajuato. Entre el murmullo de las frondas y de las aguas en corriente, de los ganados y de los peones, en medio de su somnolencia., don Antonio percibe un rumor diferente: como si el mar embravecido hubiera entrado a tierra.

Se incorpora, trata de captar los detalles de ese temblor sonoro que llega envuelto en viento de mar. No le es desconocido, aunque casi lo había olvidado. Le basta medio minuto para identificarlo y para comprender lo que sucede. Es el cañón que truena.

Mientras el temblor arrecia, coro de doscientas voces de cañón, el Excelentísimo hace un balance de sí mismo: el gobierno lo posterga y lo humilla; el presidente, los ministros, los generales, los políticos o le odian, o le desprecian, o le envidian. El pueblo, entretenido con la serie de sublevaciones que tienden a mejorarlo, pero que lo empeoran, ha olvidado ya Tampico y El Alamo. Los periódicos, de vez en cuando, hincan el diente en su vida privada, sus gallos, sus aventurillas. Parece que la nación entera le ha vuelto la espalda.

Rafael Felipe Muñoz (México, 1899-1972).

domingo, 14 de mayo de 2023

Tampico: VIERNES DE DOLORES, de Miguel Ángel Asturias


(
Fragmento del primer capítulo)

- ¡Me agarró el luto parrandero, qué culpa tengo yo! ¡Me agarró el luto de la Mujer X… mi mujercita se volvió en México, la Mujer X… la parranda más negra… pobrecita, viva me quiso mucho y muerta ya no me quiere, ya no le gusto, y lo peor es qué ¿qué le va uno a explicar en su descargo a una piedra, a una lápida, a una cruz, a la tiniebla, al vacío…? -tras una pausa limpióse la boca salivosa con la manga del saco y añadió, después de observar atentamente los botoncitos de la bocamanga-, lo que escrito está, escrito se queda… fondear aquí, no… ¡nunca!… aquí vengo a que me mueran…!

- Pues si es para eso -pacientó el cantinero, tomando de un plato un rabanito pelado-, allí enfrente, donde los muertos le hacen el favor. Pregunte por el guardián del cementerio, un verdugo, un tal Tenazón… Vaya, pase, atraviese la calle, pues allí no sólo lo mueren, sino que lo entierran…

- No fondeo, vaya… aquí yo no fondeo… -monólogo de briago, la cabeza colgada sobre el pecho, el pelo en la frente-, tampoco enfrente… -reaccionó, alzando la cabeza, una fúnebre sonrisa entre los dientes-, enfrente, en el cementerio, por baboso! ¡Ni en tan… poco… ni en Tampico… y lo que ahora me está haciendo falta es otro elíxir!

Miguel Ángel Asturias (Guatemalteco fallecido en España, 1899-1974).
Obtuvo el premio Nobel en 1967.

El texto íntegro puede leerse en literatura.us.

sábado, 13 de mayo de 2023

Tampico: BANDERAS SOBRE EL POLVO, de William Faulkner

"En enero, su tía recibió una postal de Bayard fechada en Tampico..."

(
Fragmento de la quinta parte, capítulo 2)

En enero, su tía recibió una postal de Bayard fechada en Tampico; y un mes más tarde un cable solicitando dinero desde la ciudad de México. Y esa fue la última intimación suya, que contemplaba permanecer en determinado lugar el tiempo suficiente para recibir la respuesta, aunque de vez en cuando las extravagantes postales indicaban donde había estado, tras un brutal camino sombrío. En abril llegó la tarjeta de Río, y luego se abrió un intervalo en el cual parecía haberse desvanecido por completo, durante el cual la señorita Jenny y Narcissa mantenían la tranquilidad en casa, con los días centrados en la placidez del niño esperado a quien la señorita Jenny ya había nombrado Juan.

William Faulkner (Estados Unidos, 1897-1962)
Obtuvo el premio Nobel en 1949,

jueves, 11 de mayo de 2023

Tampico: 1919, de John Dos Passos

"... se podía ver la cama con almohadas blancas y un retrato de la Virgen encima..."

(
Fragmento del capítulo Joe Williams)

El maldito matasanos judío trató de sacarle otros veinticinco pavos para completar la cura, pero Joe dijo que al carajo con todo aquello y se enroló de marinero en un petrolero completamente nuevo de la Standard Oil, el Montana, que zarpaba para Tampico y luego seguiría, unos decían que hasta Adén y otros decían que hasta Bombay. Joe estaba harto del frío y la humedad y las heladas, de las sucias calles de Brooklyn y de las tablas de logaritmos del curso de náutica, que no le entraban, y de la alegre voz de la señora Olsen. Ésta empezaba a comportarse como si quisiera mandar en él; era buena persona, sí, pero ya era hora de largarse.

El Montana dobló Sandy Rock en medio de una furiosa tempestad de nieve que venía del noroeste, pero tres días más tarde estaban ya en la corriente del Golfo, al sur del cabo Hatteras, cabeceando suavemente con las camisas de algodón de los marineros secándose en cuerdas tendidas entre los cables. Era agradable estar de nuevo en el mar azul.

Tampico era un infierno; dicen que el mezcal lo vuelve loco a uno si se bebe demasiado; había grandes salas llenas de hispanos grasientos bailando con el sombrero puesto y la pistola en la cadera, y orquestas y pianos mecánicos que funcionaban a todo volumen en cada bar, y peleas y texanos borrachos de los pozos de petróleo. Las puertas de los cuartos de los burdeles estaban abiertas, de modo que se podía ver la cama con almohadas blancas y un retrato de la Virgen encima, y las lámparas proyectaban sombras raras y los papeles de colores temblaban; las chicas morenas de cara ancha estaban apoyadas en la puerta con bragas de encaje. Pero todo era tan endiabladamente caro que se gastaron toda la pasta enseguida y tuvieron que volver a bordo antes de medianoche. Y los mosquitos invadían el castillo de proa, y las moscas durante el día, y hacía mucho calor y nadie podía dormir.


John Dos Passos (Estados Unidos, 1896-1970).

(Traducido al español por Mariano Antolín Rato).

miércoles, 10 de mayo de 2023

Tampico: DUELOS Y QUEBRANTOS, de Ermilo Abreu Gómez

"... me presenté en la estación Colonia (...) Don Francisco tenía que embarcarse en Tampico y no en Veracruz..."

(
Fragmento)

Cuando don Francisco me anunció su viaje a España, le prometí despedirlo en la estación. Me advirtió que no lo hiciera porque iría mucha gente. No obstante su advertencia, al otro día me presenté en la Estación Colonia, a eso de las seis de la mañana. (Don Francisco tenía que embarcarse en Tampico y no en Veracruz porque este puerto estaba incomunicado por los rebeldes delahuertistas). En la estación había poca gente. Me puse a buscar a don Francisco por los pasillos y por el andén y después de ir de un sitio para otro, le encontré en un rincón sentado sobre su baúl. Nadie había ido a despedirlo.

Ermilo Abreu Gómez (México, 1894-1971).

La ilustración corresponde a la antigua estación Colonia del ferrocarril en la ciudad de México.