Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

domingo, 31 de enero de 2016

Unicornios: EL AÑO DEL COMETA, de Álvaro Cunqueiro


(Fragmento)

¿Vamos a negar la existencia del unicornio porque lo más del tiempo sea animal invisible, oculto como un sueño? Por ese camino llegaríamos a negar la existencia del alma humana. ¡Invisibilidad no quiere decir irrealidad!


Álvaro Cunqueiro (España, 1911-1981) 

sábado, 30 de enero de 2016

Unicornios: EL PEQUEÑO CABALLO BLANCO, de Elizabeth Goudge

"... cuando el caballo volvió su cabeza hacia ella advirtió un pequeño cuerno de plata sobresaliendo de su frente…"

(Fragmento)

Y entonces lo vio. Un pequeño caballo blanco galopaba delante de ellos, marcando el camino, y de su cuerpo perfecto tan blanco como la leche, brillaba la luz igual que si surgiera de una lámpara. Iba bastante más avanzado que ellos, pero en el soplo de un instante pudo verlo claro como un camafeo contra la oscuridad, la orgullosa curva de su cuello, la blanca melena de su crin y su cola alborotadas por el viento, el resplandor de sus cascos de plata, eran absolutamente extraños y a la vez familiares para ella, como si sus ojos lo hubiesen visto con frecuencia antes de mirarlo ahora con toda su belleza; ni siquiera se sorprendió cuando el caballo volvió su cabeza hacia ella y advirtió un pequeño cuerno de plata sobresaliendo de su frente… Su pequeño caballo blanco era un unicornio.


Elizabeth Goudge (Inglaterra, 1900-1984)

viernes, 29 de enero de 2016

Unicornios: PARAÍSO INHABITADO, de Ana María Matute


(Fragmento del primer capítulo)
 
Uno de mis recuerdos más lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer por un ángulo del marco, para reaparecer enseguida y retomar su lugar; hermoso, blanquísimo y enigmático.
 
Nunca supe por qué razón el Unicornio había intentado escapar del cuadro y durante mucho tiempo me intrigó, y aun me atemorizó un poco. Por aquellos días yo no debía de tener más de cinco años -quizá sólo cuatro-, pero ese recuerdo tiene un lugar relevante entre los primeros de mi vida. A veces, los recuerdos se parecen a algunos objetos, aparentemente inútiles, por los que se siente un confuso apego. Sin saber muy bien por qué razón, no nos decidimos a tirarlos y acaban amontonándose al fondo de ese cajón que evitamos abrir, como si allí fuéramos a encontrar alguna cosa que no se desea, o incluso se teme vagamente.
 
 
Ana María Matute (España, 1925-2014) 

jueves, 28 de enero de 2016

Unicornios: ENCANTAMIENTO, de Czeslaw Milosz

"La noticia llegó hasta las montañas por vía del unicornio y del eco."

La razón humana es bella e invencible.
No hay reja, alambre de púas, pulpa de libros,
Sentencia de destierro que prevalezcan en su contra.
Establece en el lenguaje las ideas universales
Y nos lleva la mano al escribir Verdad y Justicia
Con mayúsculas, mentira y opresión con minúsculas.
Pone lo que debe ser por encima de las cosas como son,
Es enemiga de la desesperación y amiga de la esperanza.
No distingue al judío del griego o al esclavo del amo,
Nos deja en resguardo los bienes del mundo.
Salva a las frases austeras y transparentes
Del sucio desacuerdo de las palabras torturadas.
Dice que todo es nuevo bajo el sol.
Abre el gélido puño del pasado.
Bellas y muy jóvenes son Filosofía
Y Poesía, su aliada al servicio del bien.
Sólo ayer Naturaleza celebró su nacimiento.
La noticia llegó hasta las montañas
Por vía del unicornio y del eco.
Su amistad será gloriosa: sin límites, su tiempo.
Sus enemigos se han entregado a la destrucción.
 
 
Czeslaw Milosz (Polaco de origen lituano, 1911-2004). Obtuvo el premio Nobel en 1980.

(Traducido al español por Pura López Colomé)

miércoles, 27 de enero de 2016

Unicornios: ELFLEDA, de Vonda N. McIntyre

"... de su frente surge un delgado cuerno en espiral. Su copete plateado oculta la cicatriz donde nace..."
 
(Fragmento inicial)
 
La amo. Y la envidio, porque es tan lista, tan desafiante como para burlarse de nuestros creadores. O de la mayoría de ellos. Ella no es un verdadero unicornio: muchos de nosotros tenemos partes humanas y ella no es la excepción. De otra manera las conexiones serían demasiado complicadas. Nuestros brillantes creadores no lo son tanto como para integrar los nervios directamente desde el cerebro.
 
Así que Elfleda* es como yo, casi enteramente humana en la parte superior del cuerpo. Debajo de mis caderas soy un equino: un centauro. Ella es unicornio, tiene pezuñas, su cola es la de un león y de su frente surge un delgado cuerno en espiral. Su copete plateado oculta la cicatriz donde nace y la cabellera de plata cae sobre sus hombros y la espalda. Su cuerpo es de un gris pálido con grandes manchas en los costados. La punta de su cola es de color negro. Durante mucho tiempo creí que algún cirujano había cometido un error o le había jugado una broma pesada, pero eventualmente comprendí porqué estaba hecha de esa manera, cuando desde lejos la observé crispar como un gato su larga cola de punta negra. Mi cuerpo carece de esa originalidad artística. Odio como soy casi tanto como amo todo en Elfleda.


Vonda N. McIntyre (Estados Unidos, 1948)
 
* Elfleda es un relato futurista en el que los protagonistas han sido creados por la ingeniería genética, como es el caso del unicornio que da su nombre al texto.

martes, 26 de enero de 2016

Unicornios: LA GUERRA DEL UNICORNIO, de Angelina Muñiz-Huberman

"... vieron al Unicornio en el claro del bosque, camino a la Montaña de Nieve."
 
(Fragmentos)

Fue entonces cuando lo vieron. Ahí estaba, tras de las buenas llamas de la hoguera: acostado con sus patas delanteras dobladas como en rezo también. El largo cuerno blanco, marfil tallado, se retorcía en finas espirales. Supieron que habían entrado en la morada del Unicornio y que éste era un don que deberían agradecer. (Página 55)
 
Fue ahí donde lo vieron por primera vez, Yuçuf y Alor. Sí, Yuçuf y Alor vieron al Unicornio en el claro del bosque, camino a la Montaña de Nieve. Y quedaron fascinados, como dos imanes, como cisnes ante el espejo, como Narciso y el agua. (Página 66)

 
Angelina Muñiz-Huberman (Mexicana de origen español nacida en Francia, 1936)

lunes, 25 de enero de 2016

Unicornios: LA CONDICIÓN HUMANA, de André Malraux


(Fragmento de la Quinta Parte)

El cambio que había comprobado al entrar le inquietó de nuevo. Miró con toda atención, y quedó estupefacto de no haberlo visto antes: una de sus pinturas taoístas «como un ensueño» y sus dos estatuas más bellas habían desaparecido. Encima de la mesa, una carta. Letra de Chpilewski. Lo adivinó. Pero no se atrevió a leer la carta. Chpilewski le había prevenido que Kyo estaba amenazado: si cometía la imprudencia de hablar de él, no podría por menos de contarlo todo. Cogió la carta y se la echó al bolsillo.

En cuanto hubieron salido, encontraron los autos blindados y los camiones llenos de soldados.
 
Clappique casi había recobrado su calma; para ocultar su turbación, a la cual no podía sustraerse aún, se hizo el loco, como de costumbre.

- Quisiera ser encantador y enviar al califa un unicornio (un unicornio le digo) que apareciese del color del sol, en el palacio, gritando: «¡Sabes, califa, que la primera sultana te engaña! ¡Ni una palabra!» ¡Yo mismo, de unicornio, estaría asombroso, con mi nariz! Y, por supuesto, no sería verdad. Diríase que nadie sabe cuán voluptuoso es vivir, con los ojos de un ser, otra vida distinta de la suya. De una mujer, sobre todo...
 
- ¿Qué mujer no está dotada de una falsa vida, por lo menos para cada uno de los hombres que se le han acercado en la calle?
 
 
André Malraux (Francia, 1901-1976)
(Traducido al español por César A. Comet)

domingo, 24 de enero de 2016

Unicornios: ENTRE, de Vladimir Holán

"El pensamiento perdido en los ojos del unicornio..."

Entre la idea y la palabra
hay más de lo que somos capaces de entender.
Hay ideas para las cuales no hay palabras.

El pensamiento perdido en los ojos del unicornio
reaparece de nuevo en la risa del perro.
 
 
Vladimir Holán (República Checa, 1905-1980)
 
(Traducido al español por Clara Janés) 

sábado, 23 de enero de 2016

Unicornios: Y LA MUERTE PERDERÁ SU DOMINIO, de Dylan Thomas


Y la muerte perderá su dominio.
Los muertos desnudos serán un solo muerto.
Con el hombre en el viento y la Luna de occidente;
cuando se descarnen los huesos y desaparezcan los huesos.
Donde hubo codos y pies aparecerán estrellas.
Y aunque se sumerjan en profundas aguas tendrán que resurgir.
Y aunque los amantes se extravíen perdurará el amor.
Y la muerte perderá su dominio.

Y la muerte perderá su dominio.
Bajo los remolinos del mar
aquellos que yazgan largamente no morirán en la tempestad
retorciéndose en el tormento, cuando cedan los tendones
atados a una rueda no podrán destrozarse;
entre sus manos la fe se romperá en dos
y el Unicornio del mal los atravesará.
Y hendidos por todas partes no se desmembrarán.
Y la muerte perderá su dominio.

Y la muerte perderá su dominio.
Nunca más las gaviotas gritarán en sus oídos
o se romperán las olas tumultuosamente en la ribera;
allí donde se abrió una flor nunca más otra flor
ofrecerá su cabeza a los golpes de la lluvia.
Y aún locas o muertas como clavos
atravesarán la margaritas con sus cabezas de señoras;
irrumpiendo sobre el Sol hasta que el Sol se desprenda.
Y la muerte perderá su dominio.



Dylan Thomas (Inglaterra, 1914-1953)

(Traducido al español por Waldo Rojas)

viernes, 22 de enero de 2016

El unicornio de Confucio que inspiró a Borges

el unicornio herido que regresa para marcar su fin...

En el prólogo de Cuentos breves y extraordinarios, sus autores, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, explican:
 
Uno de los muchos agrados que puede suministrar la literatura es el agrado de lo narrativo. Este libro quiere proponer al lector algunos ejemplos del género, ya referentes a sucesos imaginarios, ya a sucesos históricos. Hemos interrogado, para ello, textos de diversas naciones y de diversas épocas, sin omitir las antiguas y generosas fuentes orientales. La anécdota, la parábola y el relato hallan aquí hospitalidad, a condición de ser breves.
 
Entre dichos textos se incluye uno del misionero francés Évariste Régis Huc, quien pasó la mayor parte de su vida viajando por Asia, donde aprendió a hablar el idioma chino, fue escrito en 1850 y lleva por título Vidas paralelas:
 
"Cuando nació Confucio, un unicornio recorrió la comarca. Por la forma y el tamaño parecía un buey. La madre del Maestro ató en el cuerno del animal una cinta. Setenta y siete años después el unicornio reapareció y lo mataron; la cinta estaba rota. Confucio dijo:
 
- El unicornio ha vuelto; han pasado los años; el día de mi muerte está próximo."
 
En su poema El guardián de los libros, que publicó en el volumen Elogio de la sombra, en 1969, Borges escribe en su primera estrofa:
 
Ahí están los jardines, los templos, y la justificación de los templos,
la recta música y las rectas palabras,
los sesenta y cuatro hexagramas,
los ritos que son la única sabiduría
que otorga el Firmamento a los hombres,
el decoro de aquel emperador
cuya serenidad fue reflejada por el mundo, su espejo,
de suerte que los campos daban sus frutos
y los torrentes respetaban sus márgenes,
el unicornio herido que regresa para marcar su fin,
las secretas leyes eternas,
el concierto de orbe;
esas cosas o su memoria están en los libros
que custodio en la torre.

No hay duda que la referencia “el unicornio herido que regresa para marcar su fin”, debió inspirarse en el relato de Huc sobre Confucio.

 
Jules Etienne

jueves, 21 de enero de 2016

Solsticio: INSTRUCCIONES PARA ENTENDER TRES PINTURAS FAMOSAS, de Julio Cortázar


La dama del unicornio, por Rafael

Saint-Simon creyó ver en este retrato una confesión herética. El unicornio, el narval, la obscena perla del medallón que pretende ser una pera, y la mirada de Maddalena Strozzi fija terriblemente en un punto donde habría fustigamientos o posturas lascivas: Rafael Sanzio mintió aquí su más terrible verdad. El intenso color verde de la cara del personaje se atribuyó mucho tiempo a la gangrena o al solsticio de primavera. El unicornio, animal fálico, la habría contaminado: en su cuerpo duermen los pecados del mundo. Después se vio que bastaba levantar las falsas capas de pintura puestas por los tres enconados enemigos de Rafael: Carlos Hog, Vincent Grosjean, llamado “Mármol”, y Rubens el Viejo. La primera capa era verde, la segunda verde, la tercera blanca. No es difícil atisbar aquí el triple símbolo de la falena letal, que a su cuerpo cadavérico une las alas que la confunden con las hojas de la rosa. Cuántas veces Maddalena Strozzi cortó una rosa blanca y la sintió gemir entre sus dedos, retorcerse y gemir débilmente como una pequeña mandrágora o uno de esos lagartos que cantan como las liras cuando se les muestra un espejo. Y ya era tarde y la falena la habría picado: Rafael lo supo y la sintió morirse. Para pintarla con verdad agregó el unicornio, símbolo de castidad, cordero y narval a la vez, que bebe de la mano de una virgen. Pero pintaba a la falena en su imagen, y este unicornio mata a su dueña, penetra en su seno majestuoso con el cuerno labrado de impudicia, repite la operación de todos los principios. Lo que esta mujer sostiene en sus manos es la copa misteriosa de la que hemos bebido sin saber, la sed que hemos calmado por otras bocas, el vino rojo y lechoso de donde salen las estrellas, los gusanos y las estaciones ferroviarias.


Julio Cortázar (Argentino nacido en Bruselas, Bélgica, en 1914; fallecido en París, Francia, en 1984).

miércoles, 20 de enero de 2016

Unicornios: LOS DOS REYES, de William Butler Yeats

 
 
El rey Eochaid fue, una tarde, a un bosque
al oeste de Tara. Hacia su reina
yendo al galope, adelantó a sus hombres
cansados de luchar, que con ganado
cautivo caminaban por el lodo,
y donde el hayedo era una luz verde
con el azul de la hiedra sobre el suelo,
halló un ciervo más blanco que la nata,
del color del océano los ojos.
Pues cortaba el camino y parecía
más alto que cualquier ciervo del mundo,
sentóse en su caballo tembloroso
y luego picó espuelas; pero el ciervo
se inclinó y corrió hacia él; pasó rasgando
la ijada del corcel. Tambaleándose,
el rey sacó su espada y con la punta
al ciervo señaló. Cuando chocaron
asta y acero, el asta resonó
como si fuera plata, con un ruido
terrible, musical y milagroso.
Enzarzada aquel asta con la espada,
tiraron y lucharon como un ciervo
y un unicornio, juntos, que pisaran
los Montes Africanos de la Luna;
hasta que al fin las dobles astas, vueltas,
dieron sobre la sola, atravesando
del corcel las entrañas. El rey Eochaid
dejó caer la espada, y entre sus recias
manos tomó las astas y miró
con fijeza a los ojos verdes mar,
y de aquí para allá fueron sus pasos
hasta que todo se sumió en el cieno.


W. B. Yeats: William Butler Yeats (Irlanda, 1865-1939). Obtuvo el premio Nobel en 1923.
 
(Traducido al español por Antonio Rivero Taravillo).

martes, 19 de enero de 2016

Unicornios: LOS DIOSES, de José Lezama Lima

"... se perdieron al contemplar las flechas..."

(Fragmento)
 
El unicornio, con dos jinetes,
comienza a lamer las flechas.
Van a la nieve de la extensión,
a la invariable línea del horizonte.
Regresa el unicornio, los jinetes
se perdieron al contemplar
las flechas cubriendo los ojos,
la boca y los labios balbuceando
el aislamiento de las letras,
sin ser pesada por la boca,
ni derretidas por los labios.
Los jinetes regresaron con un nuevo lenguaje,
tardaron demasiado tiempo
en ser interpretados
y huyeron de nuevo.
Desaparecían y ceñían
la novísima discontinuidad
del tiempo, roto el sueño
de la sucesión numérica.
 
 
José Lezama Lima (Cuba, 1910-1976)

La ilustración corresponde a La caza del unicornio, de Jan van der Straut (alrededor de 1596). 

lunes, 18 de enero de 2016

Unicornios: BESTIARIO DE AMOR, de Richard de Fournival

"... los cazadores que no han tenido el valor de perseguirlo cuando está despierto, se disponen a matarlo."
 
(Fragmento)

Yo también fui capturado por medio del olfato, como el unicornio, que se duerme al captar el suave perfume de la virginidad de una muchacha. Por su propia naturaleza no existe bestia más cruel para su captura. Posee un cuerno en medio de su frente que puede penetrar cualquier armadura, de manera que nadie se atreve a atacarlo o a intentar su emboscada, excepto una joven virgen. Cuando reconoce una por el olor, se arrodilla ante ella y se inclina con humildad y dulzura, como si quisiera ponerse a su servicio. En consecuencia, los cazadores astutos que lo saben ponen a una doncella en su camino para que caiga dormido en su regazo. Entonces mientras duerme, los cazadores que no han tenido el valor de perseguirlo cuando está despierto, se disponen a matarlo.
 
 
Richard o Richart de Fournival (Francia, 1201-1260)

domingo, 17 de enero de 2016

Unicornios: UNICORNIO, de Enrique Anderson Imbert

Se le vino encima. Tenía dos cuer- nos. La embestida era de toro, el cuerpo no.

- Te conozco -dijo riéndose la mu chacha-. ¿Crees que voy a cometer la tontería de cogerte por los cuer- nos? Uno de tus cuernos es postizo. Eres una metáfora.

Entonces el Unicornio, al verse reco- nocido, se arrodilló ante la muchacha.


Enrique Anderson Imbert (Argentina, 1910-2000)

La ilustración corresponde a El unicornio (1885), de Gustave Moreau.

sábado, 16 de enero de 2016

Unicornios: LA FUENTE DEL UNICORNIO, de Theodore Sturgeon


(Fragmento)
 
Entonces, de lo alto de la loma, llegó el sonido de una sola inhalación, y el silencio. Uno sabía, sin mirar, que unos miraban boquiabiertos y que otros escondían la cara o se tapaban los ojos con el brazo.
 
Llegó.
 
Llegó despacio esta vez, midiendo los pasos como si las patas fueran agujas de bordar. Llevaba erguida la espléndida cabeza. Contempló con gravedad el árbol de la orilla y después de volvió para mirar la loma un instante. Finalmente dio media vuelta y bordeó la fuente que había junto a los sauces. Al llegar al musgo azul se detuvo y miró el agua. Pareció que aspiraba hondo, una vez. Entonces inclinó la cabeza y bebió, y la levantó para sacudirse las gotas brillantes.
 
Se volvió hacia los tres seres humanos embelesados y los fue mirando uno a uno. Y al final no fue hacia Rita ni hacia Bárbara. Fue hacia Del, y así como había bebido de la fuente, profundamente y tomándose su tiempo, bebió de los ojos de Del. La belleza y la sabiduría estaban allí, y la compasión, y lo que parecía ser un blanco y brillante punto de ira. Del supo entonces que la criatura había leído todo, y que los conocía a los tres de maneras que los seres humanos no conocían.
 
Hubo una tristeza majestuosa en la manera en que se volvió y agachó la luminosa cabeza y avanzó delicadamente hacia Rita. La muchacha suspiró y levantó un poco el cuerpo alzando la brida. El unicornio bajó el cuerno para recibirla...
 
… y sacudió la cabeza, arrancó la brida de las manos a la muchacha y la arrojó al aire. La brida de oro giró allá arriba, al sol, y cayó dentro de la fuente.
 
Y en el instante en que tocó el agua, la fuente se transformó en una ciénaga y los pájaros salieron llorando de los árboles. El unicornio los miró y se sacudió. Después trotó hasta donde estaba Bárbara, se arrodilló y le puso la cabeza suave e inmaculada en el regazo.
 
Las manos de Bárbara siguieron en el suelo, a los lados. Su mirada recorría aquella cálida belleza blanca, subiendo hasta la punta del cuerno de oro y volviendo a bajar.

 
Theodore Sturgeon (Estados Unidos, 1918-1985)

viernes, 15 de enero de 2016

Unicornios: LA PUERTA DE LOS PÁJAROS, de Gustavo Martín Garzo

"Los unicornios eran criaturas extremadamente huidizas que raras veces se dejaban ver."

(Fragmento)

Los tapices procedían de la abuela de su madre, que a su vez los había recibido de su propia madre, y esta de la suya hasta remontarse a una lejana reina de Sicilia que había sido quien los mandó tejer. Los unicornios eran criaturas extremadamente huidizas que raras veces se dejaban ver. Sin embargo, amaban a las doncellas y bastaba que vieran a una en el bosque para que la siguieran. Y cuando estas se sentaban a descansar, los unicornios se tumbaban a su lado y se quedaban dormidos sobre sus faldas. Y a aquella reina le gustaba esta historia por encima de todas y, siendo ya una anciana, mandó tejer los tapices e hizo que la doncella tuviera su propio rostro, como si fuera a ella a quien le había sucedido lo que allí se contaba. Quería que, a su muerte, los tapices pasaran a sus hijas y nietas, y que así todas las mujeres de su familia supieran que más allá de las cosas que las obligaban a vivir y hacer, había una vida distinta de la que apenas sabían nada y que era la única que importaba de verdad. A mi único deseo, estaba escrito en la tienda que la doncella levantaba en el bosque para recibir al unicornio.

- A lo mejor -le había dicho a Constanza su madre cuando esta era una niña y se detenían ante aquellos tapices-, cuando seas un poco mayor, a ti te pasa lo mismo y te encuentras en el bosque con una criatura así.

 
Gustavo Martín Garzo (España, 1948)

jueves, 14 de enero de 2016

Unicornios: LA DAMA BLANCA, de Robert Graves

"La pureza de la virgen representa la integridad espiritual. El unicornio apoya la cabeza en su regazo..."

(Fragmento)

La Letanía de la Virgen Santísima contiene la plegaria Sedes sapientiae, ora pro nobis, «Sede de la Sabiduría, ruega por nosotros». Pues San Pedro Crisólogo en su Sermón sobre la Anunciación había representado a la Virgen como el templo de siete pilares que la Sabiduría (según Proverbios, IX, 10) se había erigido a sí misma. Así se puede interpretar fácilmente el significado de la alegoría, medieval acerca del unicornio blanco como la leche que podía ser capturado solamente con la ayuda de una virgen pura. El Unicornio es el Corzo en el Soto. Se aloja bajo un manzano, el árbol de la inmortalidad por la sabiduría. Sólo lo puede capturar una virgen pura: la Sabiduría misma. La pureza de la virgen representa la integridad espiritual. El unicornio apoya la cabeza en su regazo y llora de alegría. Pero la versión provenzal de la fábula es que el animal hociquea sus pechos e intenta otras familiaridades, por lo que la virgen le ase suavemente por el cuerno y lo lleva adonde están los cazadores: aquí es, en realidad, un símbolo del amor profano rechazado por el amor espiritual.
 
Robert Graves (Inglaterra, 1895-1985)

La ilustración corresponde a La virgen y el unicornio (1604), de Domenico Zampieri.

miércoles, 13 de enero de 2016

Unicornios: LA DAMA DEL UNICORNIO, de Ramón Xirau

 
(Fragmento)

Muerto han los trovadores. Esta Dama
esbelta entrega joyas a la muchacha atenta.
No han muerto pájaros ni flores ni castillos
todo es imagen.

El tejido del palacio -tela de lagos y de luces-
asciende; no es palacio, es corona
indicadora punta de oro inmóvil en el cielo.
¿Es el unicornio? No hay duda que es su imagen,
el de verdad, erguido hacia la izquierda de la dama,
a la derecha está el león peinado
no aquél del rey David -ofensivo león-,
este león sonríe, medio ríe,
sostiene la capa de la Dama toda a colores, previsto Boticelli.
Muerto han los trovadores, muerto los Minnesänger*.
Simétrico más leve unicornio
recoge la otra ala de la capa.
En Asiria naciste, misterioso animal caballo.


Ramón Xirau (Catalán nacionalizado mexicano, 1924)
 
* Minnesänger era el nombre con que se denominaba a los trovadores que recorrían Alemania.

martes, 12 de enero de 2016

Unicornios: LA AZUCENA ROJA, de Anatole France

"Estas historias del unicornio, cuya serie completa se conserva en Cluny..."

(Fragmento del capítulo XXVI)

Subieron a la sala que sirvió en un principio de estudio al arquitecto y donde el escultor dibujaba, modelaba, y sobre todo leía, porque amaba como un opio la lectura, solo interrumpida para forjar ensueños.
 
Góticos tapices, muy descoloridos. que dejaban adivinar en un bosque maravilloso una dama con su caperuza en la cabeza y el unicornio tendido a sus pies sobre la hierba florida, cubrían las paredes hasta rozar en las pintadas vigas del techo.
 
Dechartre la condujo a un diván ancho y bajo, provisto de almohadones forrados con suntuosos restos de capas pluviales españolas y de dalmáticas bizantinas; pero ella prefirió sentarse en una butaca. Él dijo:
 
-¡Ya estás aquí! ¡Ya estás aquí! Teniéndote a mi lado no temo ni al fin del mundo.
 
Ella respondió:
 
- Antes pensaba yo en el fin del mundo, pero no lo temía. El académico Lagrange me lo prometió galantemente, y lo esperaré con cierta curiosidad. Mientras no te conocí, ¡me aburría tanto!
 
Miró Teresa en torno suyo las mesas cargadas de jarrones y estatuitas, los tapices, la multitud confusa y espléndida de armas, esmaltes, mármoles y libros antiguos.
 
- Tienes preciosos objetos.
 
- La mayor parte los heredé de mi padre, que vivía en la edad de oro de las colecciones. Estas historias del unicornio, cuya serie completa se conserva en Cluny, las encontró en el año mil ochocientos cincuenta y uno en una posada de Meungsur-Yévre.
 
Pero ella, curiosa y lánguida, observó:
 
- No veo nada tuyo, ni una estatua, ni un bajo relieve, ni uno de los bocetos tan estimados en Inglaterra, ni una figurita, ni una medalla.
 
- ¿Crees que yo podría vivir a gusto entre mis obras? Conozco demasiado mis obras, y me aburren. Lo que no tiene secretos no tiene encanto.
 
Ella le miró entonces con despecho fingido.

- Nunca me advertiste que no hubiera para ti encanto sin secreto.
 
 
 Anatole France: François-Anatole Thibault (Francia, 1844-1924).
Obtuvo el premio Nobel de literatura en 1921.

lunes, 11 de enero de 2016

Unicornios: EN BUSCA DEL UNICORNIO, de Juan Eslava Galán



(Fragmento del capítulo uno)

... se fue a donde estaba la pared del paño y me lo señaló y me dijo: "¿Conoces qué animal es éste?" Y lo que se veía en el bordado era una doncella de luengos cabellos rubios y labios bermejos que estaba ricamente vestida de brocados y sedas muy finos y sentada en medio de un verde prado de pintadas flores. Y a un lado de la doncella había un grande león, no en actitud fiera sino como si le rindiera pleitesía a la niña, y era cosa maravillosa de ver cómo la belleza da mansedumbre a las fieras, y al otro lado de la doncella había un caballo blanco, en todo caballo con las equinas proporciones que a su clase corresponden si no fuera porque, de en medio de la frente, donde Alonsillo tenía un lucero, a éste le salía un larguísimo cuerno, todo derecho como huso e igualmente blanco.
 
Y el animal que el señor secretario me estaba señalando era aquel caballo.
 
Y el secretario volvió a preguntarme: "¿Conoces qué animal es éste?" Y yo, no queriendo parecer rústico, no sabía qué responderle porque en mi vida había visto un caballo tan guarnecido de cuerno, y aunque pensaba que era alguna adivinanza o chascarrillo, le respondí honradamente: "Paréceme, señor, que es un caballo si no fuera por ese como cuerno que tiene en medio de la frente". Y él se me quedó mirando gravemente y movió un poco la cabeza como si pesara las palabras que iba a decirme y luego me dijo: "Caballo es, amigo mío, pero de una clase de caballos como nunca se ha visto por nuestros reinos ni creo que nunca se vea en tierra de cristianos. Su nombre es el unicornio por ese cuerno que le ves en la frente en el que reside su maravillosa virtud. Estos caballos unicornios pacen en los pastizales de África, más allá de la tierra de los moros, donde nunca llegaron cristianos fuera de los mercaderes del Preste Juan si es que tal hubo. El Rey nuestro señor quiere que tú y otros vayáis allá y le traigáis uno de estos cuernos". "Un cuerno", dije yo en mi asombro, y el secretario me preguntó: "¿Es una pregunta o una opinión?" Y yo le contesté: "Es una pregunta". "Bien -dijo él-, pues sí: es un cuerno. El Rey lo necesita para que sus boticarios saquen de él ciertos polvos de virtud que son muy salutíferos y necesarios para el buen servicio del Rey nuestro señor. Pero de esto importa mucho que no sepa nadie ni una palabra ni qué embajada lleváis, sino que iréis bajo capa de otro negocio que se os explicará".
 
Así fue cómo me vi embarcado en la busca del unicornio.
 
 
Alonso Eslava Galán (España, 1948)

domingo, 10 de enero de 2016

Unicornios: LAS CANCIONES, de Thibaut de Champagne

"Que cae exánime en su regazo; entonces, lo matan a traición."

Canción XXXIV, primera estrofa
 
Soy semejante al unicornio,
Que queda atónito al mirar
Cuando contempla a la doncella.
Tanto goza con su tormento.
Que cae exánime en su regazo;
Entonces, lo matan a traición.
De igual modo me han matado
Amor y mi señora, en verdad:
Tienen mi corazón y no puedo recobrarlo.
 
 
 Thibaut de Champagne (Francia, 1201-1253)
 
Les chansons de Thibaut de Champagne, roi de Navarre.

sábado, 9 de enero de 2016

Unicornios: SONETOS A ORFEO, de Rainer María Rilke

"... y existió en su espejo de plata..."

IV
 
Este es el animal que no ha existido.
No lo sabían, pero lo han amado
siempre -su paso, su gesto, su cuello,
y hasta la luz de su mirada en calma-.
 
No existió, ciertamente. Pero porque
lo amaban, puro, se hizo, este animal;
le dejaron espacio claro, ahorrado,
en que alzó su cabeza, sin hacerle
 
falta existir, sin nutrirle de grano
sino de ser posible que existiera.
Y esto dio tanta fuerza al animal
 
que le brotó en la frente un cuerno, solo.
Blanco, fue a una doncella, y existió
en su espejo de plata como en ella.
 
 
  Rainer María Rilke (Escritor en lengua alemana nacido en Praga, 1875-1926)
 
(Traducido al español por José María Valverde)

viernes, 8 de enero de 2016

Unicornios: CÁNTIGAS A LA CÁBALA, de Alejandro Chao Barona

"... unicornios blancos con cascos de oro que persiguen a las vírgenes doncellas..."

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¡Reniegan quienes abusan
de la llama bailarina
con que iluminas las
huellas de dominantes
potestades ya perdidas!
 
aventuras adolescentes
de Sandokan o Simbad
o distraídas hadas añiles
 
pegasos que llenan nubes de relinchos
y unicornios blancos con cascos de oro
que persiguen a las vírgenes doncellas
 
centauros domeñados
por héroes pelasgos
cincelados en mármol
o sirenas vengativas
que vagan por los mares
y códices iluminados
de la homérica Odisea
 
hobbies en la dimensión de
excavaciones arqueológicas
en remotas islas, Indonesia
 
se abre la compuerta azul
de la memoria oceánica
¿a quién recordar primero?
¿a quién relegar a la tiniebla?
en la oquedad del pecho
se atropellan las sombras
de los amados compañeros
 
¡amigo dame sangre para beber y revivir!
y sin piedad su duro espíritu elige entre los
espectros mirando a las llamas con fijeza
y empieza lentamente a extraer del profundo
recuerdo el rumoroso hilo de mil vueltas de su viaje


Alejandro Chao Barona (México, 1936-2014)