Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

viernes, 25 de octubre de 2019

Tu boca: EL VACÍO, de Georges Bataille



 Llamas nos rodearon
bajo nuestros pasos se abrió el abismo
un silencio de leche de hielo de huesos
nos envolvía con un halo

eres la transfigurada
mi destino te ha roto los dientes
tu corazón es un hipo
tus uñas han hallado el vacío

hablas como la risa
los vientos alisan tu cabello
la angustia que el corazón oprime
precipita tu burla

tus manos tras mi cabeza
no agarran sino la muerte
tus besos rientes no se abren
sino a mi pobreza de infierno

bajo el baldaquino sórdido
del que penden los murciélagos
tu maravillosa desnudez
no es más que una mentira sin lágrimas

mi grito te llama en el desierto
al que no quieres venir
mi grito te llama en el desierto
en el que se cumplirán tus sueños

tu boca sellada a mi boca
y tu lengua en mis dientes
la inmensa muerte te acogerá
caerá la inmensa noche

entonces habré hecho el vacío
en tu cabeza abandonada
tu ausencia estará desnuda
como una pierna sin medias

esperando el desastre
en que se extinguirá la luz
seré yo suave en tu corazón
como el frío de la muerte.
 
 
Georges Bataille (Francia, 1897-1962).

martes, 22 de octubre de 2019

Tu boca: MOSQUITOS, de William Faulkner

"Cerró el libro y se quitó los lentes."
 
(Fragmento del cuarto día, a las once en punto)
 
- Sí, pero estás tratando de reconciliar al libro con el autor. Un libro es la vida secreta de un escritor, el secreto gemelo de un hombre: y contigo, cuando llega el choque inevitable, la verdadera personalidad del autor es la que pierde, porque eres de aquellos que ganan en verosimilitud al verlos en letra impresa.
 
- Quizá sea así -respondió Fairchild distraídamente, inclinándose otra vez sobre la página-. Escucha:
 
«Esos labios cansados parecen aún más cansados, por esa curva y pálida astucia. El quieto misterio de tu secreta faz, y tu enfermizo desespero obsesionado por su propio mal; tus manos de infante no se posan en tu corazón para protestar. Esa sonrisa reconcilia tu fatigada boca, guárdate de jurar, aunque desengañada con la secreta alegría de tu pecho de mujer. Cansada tu boca de sonrisas; no puedes apagarlas con tus besos ni tu amante, ni tú, ni ella. Tu despertar virginal es en sí una burla. Llega despierto con la aguda ausencia del sueño y junto a tu boca tu gemelo corazón esconde su dolor; no puede quebrarse, pues en medio, no late ningún pecho.»
 
- Hermafroditas -leyó-. De eso se trata. Es una especie de secreta perversión. Como un fuego que no necesitara combustible, que viviera de su propio calor. Quiero decir, que toda la poesía moderna es una especie de perversión. Como si el día de la poesía sana hubiera pasado ya, y los hombres modernos no hubieran nacido para escribir poemas. Les concedo otras cualidades, pero no la de escribir poesía. Es como si los hombres de hoy no fueran suficientemente masculinos y vigorosos para idear algo que anda tan cerca de lo sobrenatural. Una raza estéril; mujeres dema- siado masculinas para concebir; hombres demasiado femeninos para engendrar...
 
Cerró el libro y se quitó los lentes.
 
William Faulkner (Estados Unidos, 1897-1962).
Obtuvo el premio Nobel en 1949.

domingo, 20 de octubre de 2019

Tu boca: LAS HOGUERAS DE SAN JUAN, de Juan Ignacio Luca de Tena


(Fragmento del segundo acto)

Juan (angustiado): ¡Nora!

Nora: ¿Qué?

Juan: ¡No seas cruel, Nora! ¡No seas cruel conmigo!... ¡No puedo más!... ¡Dios mío!... ¿Qué... qué... qué... qué quieres de mí? ¿Qué quieres que te diga?

Nora (un poco asustada): ¡Juan!

Juan: ¿Querías que te dijera que no puedo vivir sin ti, que desde hace un mes vivo en un infierno, que no sé lo que pienso, ni lo que siento, ni lo que quiero; que has revolucionado todos mis sentimientos y mis ideas, que eres la primera mujer de mi vida, que te adoro, que sueño contigo por las noches, que tengo ansia de tu boca? ¡Nora de mi alma!

Nora: ¡Déjame... deja... Me das miedo.

Juan: Ahora no huyas, no; tienes que oírme. Pero ¿no sabías que la maldad que estabas haciendo conmigo, que desde que has llegado no tengo un minuto tranquilo, que la paz ha huido de mi espíritu? ¡No, maldad, no! He sido yo..., no sé. Ni sé si ha sido el demonio quien te ha traído a esta casa para perderme, o Dios para probarme y para castigar mi orgullo haciéndome ver que mi vocación no era más que orgullo, y orgullo mi virtud, que sólo existía porque yo ignoraba que tú existieras en el mundo.

Nora: ¡Dios mío! ¿Qué he hecho yo?

Juan: Abrirme los ojos a la vida, hacerme pensar en la felicidad de tu cariño y soñar con el momento que puede ser éste, y que, sin embargo, me sigue pareciendo un sueño, de que tú me digas que me quieres, Nora. Porque tú también me quieres, ¿verdad? ¡Dímelo, Nora


Juan Ignacio Luca de Tena (España, 1897-1975).

La ilustración corresponde a la puesta en escena durante el estreno de la obra en 1929. En las fotografías aparecen Carmen Larrabeiti y Emiio Thuillier como el tío y obispo; y la propia Larrabeiti junto con su marido, Carlos Díaz de Mendoza, en los papeles protagónicos de Nora y Juan.

sábado, 19 de octubre de 2019

Tu boca: LA CANCIÓN DE LA NOVIA, de Tristan Tzara

"Te he encerrado yo también en la noche del cementerio..."

Amado mío se acerca el desierto
Aparta resoplando la arena ardiente
Siento cómo se aferran las garras de la quemadura
en el gris de la roca del alma

¡Oh! Amado mío, junta tus manos al rezar
escucha cómo zumba el fin en los oídos
espera que se te escurra la sangre del anochecer de tu boca
y los recuerdos te muerdan el cuerpo
los recuerdos con olor íntimo de escondites remotos

En los llantos del atardecer se ha apagado la luz de tu boca
La sombra del bosque sigue vibrando
Hago del corazón sendero para tus dolores, muñeca
Mi corazón con tantas bellas manchas
Con bordes de heridas como los vestidos de las mozas
y arcoíris de ceniza

La flor de los faroles se ha marchitado
Se le ha doblado el tallo en la humedad de la oscuridad
La luna se ha encerrado por encima de las nubes
como el corazón de la abadesa en la antigüedad de un monasterio

Te he encerrado yo también en la noche del cementerio
donde vuelan pájaros de hierro
frágil amor arrancado en silencio de una lápida de una azucena tímida
los árboles son crisantemos de hielo
y tú te has helado en el cielo al lado de una bella oración.


Tristan Tzara: Samuel Rosenstock
(Francés nacido en Rumania, 1896-1963).

viernes, 18 de octubre de 2019

Tu boca: A ESTE LADO DEL PARAÍSO, de F. Scott Fitzgerald

"Por favor no te enamores de mi boca (…) Todo el mundo se enamora de mi boca,"

(Fragmento del libro segundo: La educación de un personaje)

Ella: A la mayoría de la gente le gusta como beso.

Él (Recordando): ¡Dios mío, ya lo creo! Bésame otra vez, Rosalind.

Ella: No; mi curiosidad por lo general queda satisfecha con una vez.

Él (Desanimado): ¿Se trata de otra norma?

Ella: Yo fabrico las normas según vienen al caso.

Él: Tú y yo nos parecemos en algo; excepto en que yo tengo mucha más experiencia.

Ella: ¿Qué edad tienes?

Él: Casi veintitrés años. ¿Y tú?

Ella: Diecinueve justos.

Él: Yo supongo que eres el producto de un colegio elegante.

Ella: No, todavía soy materia bruta. Me expulsaron de Spence, y no recuerdo porqué.

Él: ¿Cuál es tu forma natural de ser?

Ella: Oh, soy brillante, egoísta, emocional -si me emocionan-, me encanta ser admirada...

Él (De repente): No quiero enamorarme de ti...

Ella (Levantando las cejas): Nadie te lo ha pedido.

Él (Con la misma frialdad): Pero lo haré probablemente. Me gusta tu boca.

Ella: ¡Buf! Por favor no te enamores de mi boca; enamórate de mi pelo, de mis ojos. de mis hombros, de mis zapatillas, pero no de mi boca. Todo el mundo se enamora de mi boca.

Él: Es muy, bonita.

Ella: Demasiado pequeña.

Él: No es verdad. Vamos a ver.

(La besa de nuevo con la misma intensidad.)

Ella (Conmovida): Di algo dulce.

Él (Asustado): El cielo me asista.

Ella (Retirándose): No lo hagas... si te es tan duro.

Él: ¿Nos engañamos? ¿Tan pronto?

Ella: Nosotros no tenemos la misma idea del tiempo que las otras personas.

Él: Ya están aquí... las otras personas.

Ella: Vamos a engañarnos.

Él: No, no puedo: mis sentimientos...

Ella: ¿No serás sentimental?

Él: No, soy romántico. Una persona sentimental cree siempre que las cosas han de durar; un romántico espera contra toda esperanza. El sentimiento es emocional.

Ella: Y tú, ¿no lo eres? (Con los ojos casi cerrados.) Probablemente tú te halagas creyendo que es una actitud superior.

Él: Está bien, Rosalind, no discutamos; bésame otra vez.

Ella (Muy fría): No, no tengo el menor deseo de besarte ahora.

Él (Manifiestamente desconcertado): Hace un minuto querías besarme.

Ella: Ahora es ahora.

Él: Será mejor que me vaya.

Ella: Creo que sí.

(Él se va hacia la puerta).


Francis Scott Fitzgerald (Estados Unidos, 1896-1940).

jueves, 17 de octubre de 2019

Tu boca: ANTIGUO (del poemario Mediterráneo), de Eugenio Montale

"... como tú cuando arrojas a tus playas entre estrellas de mar, corchos y algas..."
 
Antiguo, estoy embriagado por la voz
que brota de tus bocas cuando se abren
como verdes campanas y se repelen
hacia atrás, disolviéndose.
La casa de mis veranos juveniles
-lo sabes- estaba a tu lado
allá en la tierra donde el sol calcina
y oscurecen el aire los mosquitos.
Hoy como entonces ante ti permanezco
inmóvil, mar, mas no me creo
digno ya de la solemne admonición
de tu aliento. Me dijiste primero
que el pequeño fermento
de mi corazón no era sino un instante
del tuyo, que en el fondo de mí
estaba tu arriesgada ley: ser enorme y diverso
y fijo al mismo tiempo,
para librarme así de toda suciedad,
como tú cuando arrojas a tus playas
entre estrellas de mar, corchos y algas
las inútiles sobras de tu abismo.
 
 
Eugenio Montale (Italia, 1896-1981).
Obtuvo el premio Nobel en 1975.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Tu boca: TRES SOLDADOS, de John Dos Passos

"... con un piano y un millón de hojas de papel pautado."
 
(Fragmento del capítulo III de la segunda parte: El metal frío)
 
- ¿Sabes una cosa? -dijo Andrews, hablando rápidamente y con excitación mientras se apartaba de la frente un mechón de pelo rubio-. Me dejaría matar con gusto por gozar de un año de estancia aquí, con un piano y un millón de hojas de papel pautado. Creo que vale la pena ofrecer la vida por una temporada así.
 
- Este lugar no es para quedarse, sino para volver. Imagínate que regresas de un viaje a las montañas del Tibet, donde estuviste a punto de que te arrancaran el cuero cabelludo o de perecer ahogado y donde pudiste hacerle el amor a la hija de un jefe afgano, una muchacha cuyos labios perfumados con loukoumi dejaron en tu boca un sabor dulcísimo -dijo Henslowe acariciando suavemente su bigotito castaño.
 
- Pero, ¿de qué sirve ver las cosas y sentirlas si uno no sabe expresarlas?
 
- ¿De qué sirve vivir, al fin y al cabo? ¿Qué sacamos de la vida aparte de la diversión, amigo?
 
- Para mí, la única diversión posible es... -empezó a decir Andrews-. ¡Dios! daría todas las alegrías del mundo por componer una sola página de música inspirada. ¿Sabes que hace muchos años no hablaba así con nadie?
 
Los dos miraron silenciosamente al exterior. La niebla era espesa y formaba nubes que parecían de algodón en rama; sólo que la niebla era todavía más suave que el algodón y tenía un tono dorado verdoso.
 
 
John Dos Passos (Estados Unidos, 1896-1970).

lunes, 14 de octubre de 2019

Tu boca: EL CUENTO DEL ALMIRANTE, de Michael Arlen

"... ella te mira como el conejo al armiño. La vida era el armiño de Mañana Cohen."

(Fragmento)

Sabía que estaba equivocado. Lo sabía. De manera que no discutí, pero me mantuve en mi punto. La chica debía salir antes de que tuviera lugar la redada. Si la policía la encontraba allí, la encerrarían en la cárcel -tal vez durante años-. Simplemente no podía permitirlo. La chica estaba apenas comenzando a vivir. Encarcelarla ahora podría arruinar el resto de su vida.

Tarlyon, por supuesto, no necesitaba que lo convenciera, él siempre me seguía. Tarlyon no habría entregado a una chica a la policía por tratar de hervirlo en aceite. Pero tenía razón sobre Mañana Cohen. ¡Dios santo!, vaya que tenía razón. Esa había sido su vida, era su vida, estas calles tristes, estos callejones sucios. Julian Raphael la había encontrado, la deslumbró, la sedujo, la acosó, hasta romperla. ¿Qué oportunidad tuvo ella alguna vez? Era timorata, se podía ver. Una joven tímida. No importa que tan amable le hayas hablado, ella te mira como un conejo al armiño. La vida era el armiño de Mañana Cohen. ¿Quién sabe cuánto habrá sufrido en su corta vida, qué infierno? Tal vez ella había amado a Julian Raphael, tal vez ella lo amaba ahora. Eso no estaba en su contra. Los santos aman a los sinvergüenzas. Es la única manera en la que puedes reconocer a un santo, casi siempre. Algunas de las mujeres más lindas que tú y yo conocemos, Hilary, se han divorciado, por el amor de algún canalla. Bueno, si Mañana amaba a Raphael sería suficiente castigo tener que visitarlo en prisión por una larga temporada. Uno podía fácilmente encontrarle trabajo en el escenario, con su aspecto y esa figura. Dios mío, la forma en que esa chica te miraba cuando apenas abrías tu boca, sus ojos negros temblaban como si le doliera el corazón.
 

Michael Arlen: Dikran Kouyomdijan
(Británico de origen armenio nacido en Bulgaria y fallecido en Estados Unidos, 1895-1956).

domingo, 13 de octubre de 2019

Tu boca: PRIMERAMENTE, de Paul Éluard

"... Y es por tu boca, detrás del vaho de nuestros besos..."
 
XXVII

Los cuervos aletean por los campos
La noche se apaga
Para una cabeza que se despierta
Los blancos cabellos el último sueño
Las manos se hacen luz de su sangre
De sus caricias
Una estrella llamada azul
Y cuya forma es terrestre
Enloquecida por los aullidos
Enloquecida por los sueños
Enloquecida por los capelos del ciclón fraterno
Infancia enloquecida por los fuertes vientos
Cómo harías la hermosa la coqueta
No se reirá más
La ignorancia la indiferencia
No revelarán su secreto
Tú no sabes saludar a tiempo
Ni compararte con las maravillas
Pero me oyes
Tu boca comparte mi amor
Y es por tu boca
Detrás del vaho de nuestros besos
Por donde estamos unidos.
 
 
Paul Éluard (Francia, 1895-1952).

sábado, 12 de octubre de 2019

Tu boca: EL VELLOCINO DE ORO, de Robert Graves

"¡Bésame otra vez, Jasón, bésame! Sólo en tu boca puedo hallar el valor necesario..." 

(Fragmento)

-  Ahí está la cama en la que has de tumbarte. Las mantas te taparán. ¡No dejes que se te vea la espada! Podría ser que trajera consigo una lámpara.

Jasón respondió con una sonrisa:

- Melas me ha dicho que se tragó tu historia con la misma avidez con que Butes se tragó la miel venenosa.

Medea suspiró y se mordió la uña del pulgar.

- Debimos abandonar al colmenero a su suerte –dijo–. Su avidez nos ha llevado a cometer crimen tras crimen.

- Somos inocentes en cuanto a la sangre derramada –dijo Jasón apresuradamente–. No te muestres débil, hermosa mía, porque sólo unos corazones implacables conseguirán que el vellocino vuelva nuevamente a Grecia. ¿Acaso no deseas regresar con nosotros? Tu camino de regreso a Cólquide aún está abierto. Si decides volver, sea por piedad o por temor, yo no me pondré en tu camino, por muy amarga que me sea tu pérdida. Pero hay algo de lo que estoy convencido: tengo que retener a toda costa el vellocino.

- ¡El vellocino, siempre el vellocino! –exclamó Medea–. Podría odiarte como odio a las Furias si no te amara de este modo insufrible. No, no, te seguiré hasta el fin del mundo, y ni la sangre de mi padre ni la de mi hermano correrá entre los dos para impedir nuestro matrimonio. ¡Bésame otra vez, Jasón, bésame! Sólo en tu boca puedo hallar el valor necesario para la ineludible acción que tengo ante mí.

Él la besó una y otra vez, aspirando ansiosamente el aromático perfume de su cabello y de su cuerpo. Medea cerró los ojos y gimió de placer como un perrito.

Luego Jasón se separó de ella, y, tumbándose sobre la cama, se cubrió con las man- tas. Allí, solo, con la espada al alcance de la mano, aguardó la entrada de Apsirto.


Robert Graves (Inglés fallecido en España, 1895-1985).

La ilustración corresponde a Jasón jurando amor eterno a Medea, de Jean Francois Detroy.

viernes, 11 de octubre de 2019

Tu boca: VIEJA ROMANZA, de León de Greiff

"Perfume de tu tórrida cabellera nocturna! Y tu boca! ( En tu boca naufragó mi albedrío)..."

 
Oh gracia de tu rítmico cuerpo gozado un día!
Oh misterio inasible de tus ojos sedeños!
(Me persiguió tu hechizo por ilusos y lueños
países encantados que holló mi fantasía...)

Oh gracia de tu cuerpo que ritmó la alegría
para danzar la Danza Única de mis Sueños!
(Cuando adivino la dura negación de tus ceños
me refugié en las nébulas de la Melancolía...)

Perfume de tu cuerpo, que lo sexual integra!
Perfume de tu tórrida cabellera nocturna!
Y tu boca! ( En tu boca naufragó mi albedrío)

No perfuma tu boca mi inútil noche negra!
(Tal vez con ella tope mi boca taciturna
en algún ilusorio lunario señorío...)
 
 
León de Greiff (Colombia, 1895-1976).

jueves, 10 de octubre de 2019

Tu boca: LIRIO Y SERPIENTE, de Nikos Kazantzakis

 "Sé qué quieres decir cuando entreabres Tu boca..."

10 de octubre
 
Se rindieron las líneas de Tu cuerpo a mis caricias y Tus labios se secaron succionados por los míos. Te echaste sobre mí y profané todos los secretos y los escalofríos y las ondulaciones de Tus carnes. Sellé con el beso de mi deseo todos los nidos de Tu cuerpo. Y el hastío crece, crece a la par que el amor.
 
Te he analizado toda al microscopio de mi alma perversa. Sé lo que dicen Tus ojos tras sus largas pestañas y lo que dice la opresión de Tu mano y lo que grita Tu silencio en la penumbra. Sé, cuando arqueas Tu cuerpo, de qué forma se aprietan y se arrugan Tus carnes y cuántos hoyitos se forman en Tus pechos y cómo de Ti sale caliente y profundo Tu aliento. Todo, lo sé todo. Tu cuerpo cae sobre la cama con la palidez de los lirios y con la gracia de los nenúfares. Y Tus labios se aprietan y atardecen blancos los bulbos de Tus ojos. Y Tu brazo derecho, rendido y blanco, se enreda en mi cuello. Sé qué quieres decir cuando entreabres Tu boca y sé qué ves cuando cierras tus ojos y qué piensas cuando tímidamente se van sonrosando Tus mejillas.
 
Por Tu andar cuando llegas y la temperatura de Tu mano al saludar, sé cuántos besos has de darme y qué palabras me vas a decir. Te he analizado toda, ¡oh, infeliz!, al microscopio de mi alma perversa... Y he aquí, he aquí como crece el hastío a la par que el amor.
 
Nikos Kazantzakis (Griego fallecido en Alemania, 1883-1957).

(Traducido al español por Pedro Olalla).

martes, 8 de octubre de 2019

Tu boca: ORIENTAL, de E. E. Cummings

"... tu boca es un acorde de música carmesí..."

I

te hablé
con una sonrisa y no
respondiste
tu boca es
un acorde de música carmesí
Acércate
tu, ¿no es la vida una sonrisa?

te hablé con
una canción y
no escuchaste
tus ojos son como un ánfora
de divino silencio
Ven acá
tú, ¿acaso no es la vida una canción?

te hablé
con un alma y
no te preguntaste
tu cara pareciera un sueño cerrado
en una fragancia pálida
Acércate
tú, ¿no es el amor la vida?

te hablo
con una espada
y te quedas en silencio
tus pechos como tumbas
más suaves que flores
Ven acá
tú, ¿acaso no es muerte el amor?
 
 
E. E. Cummings: Edward Estlin Cummings
(Estados Unidos, 1894-1962).