Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

martes, 31 de diciembre de 2019

Año nuevo: PASAJE DEL AÑO, de Carlos Drummond de Andrade

"Una vez más estás vivo. Y con la copa en la mano esperas amanecer."

El último día del año
no es el último día del tiempo.
Otros días vendrán
y nuevos muslos y vientres te comunicarán
el calor de la vida.
Besarás bocas, rasgarás papeles,
harás viajes y tantas celebraciones
de aniversario, graduación, promoción,
gloria, dulce muerte con sinfonía y coral,
que el tiempo quedará repleto y no oirás el clamor,
los irreparables aullidos
del lobo en la soledad.
El último día del tiempo
no es el último día de todo.
Queda siempre una franja de vida
donde se sientan dos hombres.
Un hombre y su contrario,
una mujer y su pie,
un cuerpo y su memoria,
un ojo y su brillo,
una voz y su eco,
y quien sabe si hasta Dios...
Recibe con simplicidad
este presente del acaso.
Mereciste vivir un año más.
Desearías vivir siempre y agotar
la borra de los siglos.
Tu padre murió, tu abuelo también.
En ti mismo mucha cosa ya expiró,
otras acechan la muerte,
pero estás vivo. Una vez más estás vivo.
Y con la copa en la mano
esperas amanecer.
El recurso de embriagarse.
El recurso de la danza y del grito,
el recurso de la pelota de colores,
el recurso de Kant y de la poesía,
todos ellos...y ninguno resuelve nada.
Surge la mañana de un nuevo año.
Las cosas están limpias, ordenadas.
El cuerpo gastado se renueva en espuma.
Todos los sentidos alertas funcionan.
La boca está comiendo vida.
La boca está atascada de vida.
La vida escurre de la boca,
mancha las manos, la vereda.
La vida es gorda, oleosa, mortal, subrepticia.


Carlos Drummond de Andrade (Brasil, 1902-1987).

martes, 24 de diciembre de 2019

Navidad: EL HOMBRE DELGADO, de Dashiell Hammett


(Fragmento inicial del capítulo cinco)

Aquella noche Nora no pudo conciliar el sueño.  Estuvo leyendo las memorias de Chaliapin hasta que empecé a quedarme dormido, y entonces me despertó al preguntarme:
 
- ¿Estás dormido?
 
Le dije que sí. Encendió un cigarrillo, me lo dio y encendió otro para ella.
 
- ¿Nunca se te ha ocurrido volver a hacer de detective de cuando en cuando, nada más que por diversión? Quiero decir, cuando ocurre algo especial, como lo de Lindb...
 
- Cariño, mi teoría es que Wynant la mató y que la Policía le cogerá sin necesidad de que yo los ayude. En cualquier caso, no tiene nada que ver conmigo.
 
- No quise decir sólo eso, pero...
 
- Además, no tengo tiempo. Estoy demasiado atareado cuidando de que no pierdas el dinero por el cual me casé contigo-la besé-.¿No crees que si te tomaras un trago te ayudaría a dormir?
 
- No, gracias.
 
- Puede que te ayudara a hacerlo si me lo tomara yo.
 
Cuando volví con mi whisky a la cama encontré a Nora frunciendo el ceño al vacío.
 
- Es mona, pero anda mal de la cabeza -le dije-. No sería hija de su padre si estuviera cuerda. Es imposible saber hasta qué punto lo que dice es lo que piensa, ni hasta qué punto ha ocurrido lo que piensa. Me gusta la chica, pero creo que te estás metiendo en...
 
- Yo no estoy segura de que me guste-dijo Nora pensativamente-. pero aunque sólo la cuarta parte de lo que nos dijo sea verdad, está en un buen lío.
 
- Yo no puedo hacer nada para ayudarla.
 
-Ella cree que sí.
 
-Y tú también, lo cual viene a demostrar que no importa qué sea lo que pienses, siempre encontrarás a alguien que estará de acuerdo contigo.
 
- ¡Ojalá estuvieras un poco menos borracho para poder hablar contigo! -suspiró Nora. Se inclinó hacia mí para beber un sorbo de mi vaso-.Si me das mi regalo de Navidad ahora, te daré yo el tuyo.
 
- Con el desayuno -dije, sacudiendo la cabeza.
 
- Pero ¡si ya es Navidad!
 
- Con el desayuno.
 
- Lo que sea que me vas a regalar-dijo-, espero que no me guste.
 
 
Dashiell Hammett (Estados Unidos, 1894-1961).

sábado, 21 de diciembre de 2019

EL SOLSTICIO DE INVIERNO SEGÚN TRES POETAS: D. H. Lawrence, Ezra Pound y Octavio Paz


El día de hoy tiene lugar el solsticio de invierno, y para no dejarlo pasar desapercibido incluyo las referencias al mismo de tres poetas, dos en lengua inglesa, D. H. Lawrence y Ezra Pound, y otro en español, Octavio Paz, quienes se ocupan de este solsticio que ocurre en el hemisferio boreal durante el mes de diciembre.

Sombras, de D. H. Lawrence

(Fragmento)

Y si, igual que el otoño se ahonda y se oscurece
siento el dolor de las hojas al caer y tallos que se rompen en las tormentas
y turbulencias y disolución y la zozobra
y luego, suaves sombras profundas plegándose, plegándose
sobre mi alma y mi espíritu, sobre mis labios
dulcemente, como un letargo, o más bien el estupor de una grave, triste canción
cantada más opacamente que el ruiseñor, y así hacia el solsticio
y el silencio de los días cortos, el silencio del año, la sombra,
sabré entonces que mi vida aún se mueve
con la oscura tierra y se humedece
en un profundo olvido, en el lapso de la tierra y su renovación.

Canto LII, de Ezra Pound

(Fragmento)

El primer mes del invierno es ahora
el sol en la cola de Scorpio
al alba en Hydra, el hielo empieza
el faisán se zambulle en el Howai (el agua grande) y se convierte en una ostra
el arcoíris está escondido por algún tiempo.
El Hijo del Cielo se alimenta de cerdo asado y mijo,
gris acero son los corceles.
Este mes el invierno gobierna.
El sol está en el hombro del arquero
en la cabeza del cuervo al alba
el hielo se engruesa. La tierra se raja. Y los tigres ahora andan en celo.
Cortad los árboles en el solsticio y varas de flechas de bambú.
Tercer mes, patos silvestres van al norte, la urraca empieza a edificar.
El faisán alza el grito al Espíritu de las Montañas la temporada de la pesca se abre,
ríos y lagos profundamente helados
poned ahora hielo en vuestras hieleras,
el gran concierto de los vientos
llama a las cosas por sus nombres. El buen soberano por la distribución
El mal rey es conocido por sus impuestos.

El poema Solo a dos voces, de Octavio Paz, es muy extenso y sus alusiones al solsticio de invierno son constantes. Esta es una selección arbitraria de diversos fragmentos del mismo:
Si decir No
al mundo al presente
hoy (solsticio de invierno)
no es decir
decir es solsticio de invierno
hoy en el mundo
no
es decir
decir mundo presente
no es decir
¿qué es
Mundo Solsticio Invierno?
¿Qué es decir?
Desde hace horas
oigo caer, en el patio negro,
una gota de agua.
Ella cae y yo escribo.
Solsticio de invierno:
sol parado,
mundo errante.
Sol desterrado,
fijeza al rojo blanco.

***

Hoy es solsticio de invierno:
canta el gallo,
el sol despierta.
Voces y risas, baile y panderos,
sobre el suelo entumido
rumor de faldas de muchachas
como el viento corriendo entre espadañas,
como el agua que brota de la peña.

***

El diccionario
es un mundo no dicho:
de solsticio de invierno
a pascua de resurrección,
en dirección inversa
a las agujas del cuadrante...

***

La letra no reposa en la página:
memoria la levanta,
monumento de viento.
¿Y quién recuerda a la memoria,
quién la levanta, dónde se implanta?
Fuente de claridad, alumbramiento,
la memoria es raíz en la tiniebla.
Come tiniebla,
come olvido:
no lo que dices, lo que olvidas,
es lo que dices:
hoy es solsticio de invierno
en el mundo
hoy estás separado
en el mundo
hoy es el mundo
ánima en pena en el mundo.


Jules Etienne

viernes, 20 de diciembre de 2019

Tu boca: EL NUEVO REMORDIMIENTO, de Oscar Wilde

"... y él besará las todavía enredadas rosas de tu boca..."

El pecado era mío; yo no lo entendí.
Así que ahora es música prisionera en su cueva,
A salvo donde descienden las olas desordenadas
Se asientan con sus inquietos remolinos
Y en el hueco marchito de esta tierra
El verano ha cavado su propia tumba tan profunda,
Que los sauces plomizos apenas pueden anhelar
Un capullo de plata en la mano del invierno.

Pero, ¿quién es aquel que viene por la orilla?
(No, amor, ¡mira y adivina!) ¿Quién es ese
Que viene con la ropa teñida desde el sur?
Es tu recién encontrado Señor, y él besará
Las todavía enredadas rosas de tu boca,
Y yo te adoraré con mi llanto, como antes.

(The New Remorse

The sin was mine; I did not understand.
So now is music prisoned in her cave,
Save where some ebbing desultory wave
Frets with its restless whirls this meagre strand.
And in the withered hollow of this land
Hath Summer dug herself so deep a grave,
That hardly can the leaden willow crave
One silver blossom from keen Winter's hand.

But who is this who cometh by the shore?
(Nay, love, look up and wonder!) Who is this
Who cometh in dyed garments from the South?
It is thy new-found Lord, and he shall kiss
The yet unravished roses of thy mouth,
And I shall weep and worship, as before
.)



Oscar Wilde (Irlandés fallecido en Francia, 1854-1900).

(Traducido del inglés por Jules Etienne).

martes, 10 de diciembre de 2019

Tu boca: LOS AVISPONES, de Peter Handke


(Fragmento del capítulo Los avispones)

No tienes que mostrar que vas por un camino polvoriento. Los espectadores no tienen por qué enterarse de las características del camino. Basta con que Te vean andar. Tampoco es necesario mostrar que hace calor. Solamente debes tener cuidado al entrar para que aquellos que Te miran no piensen que Te has puesto en marcha justo ahora; cuando Te vean entrar, deben creer que ya llevas mucho tiempo andando. Tú entras no como si llegaras a este concreto y preciso lugar, sino a un lugar que es idéntico a todos los lugares por los que Tú ya has ido. El lugar al que Tú llegas y en el que Te presentas ante los espectadores no es distinto de los otros lugares. Tú no entras, no Te presentas en un escenario, más bien caminas por entre las miradas. No hay nadie. Los movimientos de Tus piernas son tales que suscitan en los que Te miran la idea de que ya van solas y de que Tú no pones nada de Tu parte para que avancen. Si miras a Tu alrededor, a los espectadores les tiene que parecer que miras siempre después de haber dado un número determinado de pasos. Al andar, Tu mirada no se ha apartado ni una sola vez de Tus pies. Miras a Tu alrededor como quien busca una sombra en una vasta extensión de terreno. Tu vestimenta es sencilla; no debe atraer la mirada de los espectadores. Llevas una camisa sin cuello, como un presidiario o un campesino. Hace poco que has llegado. Los espectadores ya habrán captado que estás en camino desde hace mucho. No necesitan saber más. Ahora tienes que este breve lapso de tiempo durante el cual los espectadores Te ven y que Tú puedes calcular midiendo Tus pasos con la abertura entre el pulgar y el índice, este tiempo que transcurre entre Tu primer movimiento visible a los espectadores y el momento en el que Te detienes y miras a Tu alrededor, a ellos, les parezca infinitamente largo. No basta con mostrar tu fatiga a los que desconocen lo que Te pasa, haciendo ver que Te pones de cuclillas y escupiendo sobre una piedra (por decir algo) que desentierras del camino para Ti, como recomienda el remedio casero para el dolor de costado. Solamente dispones de Tu cara y de Tus gestos. Tu voz, con la que podrías hablarles, ha enmudecido. Durante el minuto que has andado ha transcurrido medio día. Esto es lo que los otros tienen que entender. En medio día, la luz y el viento cambian. El camino cambia. Cambian las sombras de lo que se alza sobre la tierra. A los espectadores Tú sólo puedes mostrarles Tu propio cambio. Sin embargo, durante el minuto que Te han visto, no Te ha ocurrido otra cosa que lo que les has mostrado. No vale la pena que Te pongas la mano sobre los ojos y Te gires para ver los doce pasos que has dado ante ellos. No basta con que simules que no alcanzas a ver un final. Seguro que ellos entenderán lo que Tú representas y se dejarán convencer por Tus gestos de que tienen que multiplicar los pasos, sin embargo, no podrán entender cuánto tiempo ya ha transcurrido. No les llegará al corazón. Para mostrárselo, necesitarías magia o una gran elocuencia o una fórmula con la que pudieras encantar sus oídos. Pero se Te exige que permanezcas mudo. No basta con que cambies Tu modo de andar, no basta con modificar la expresión de la cara y que los ojos parpadeen, no basta con dejar que los brazos cuelguen lacios de los hombros. No dispones de una iluminación que podría mover Tu sombra. Tirarte al suelo de cansancio, no resultaría. Con ningún gesto, con ninguna expresión conseguirías resumir el tiempo transcurrido. Cualquier cosa que hicieras se convertiría en un espectáculo de títeres. Pero si Tú mismo representas esa comedia, se reirán de Ti, igual que si quisieras mostrar el paso del tiempo colocando delante de Ti la palma de la mano a modo de cronómetro y utilizaras como aguja el índice de la otra mano y los espectadores tuvieran ante sí los puntos invisibles que significan las horas, y Tu dedo que iría avanzando a cada paso que dieras. Tienes que mostrar doce pasos, doce horas. Ahora el dedo ha regresado al punto de partida. Simultáneamente, Tú te has detenido y Te propones descansar al lado del camino. Pero la magia que necesitas para que los espectadores capten el tiempo, la magia que los haga estremecer, está encerrada en Tu boca. Tu voz es muda. También en lo que sigue, Tu voz permanecerá muda. El ruido que en medio del movimiento que realizas para ponerte a descansar Te hace aguzar los oídos, Tú lo indicas levantando de lado la cabeza «como un ciego».
 
 
Peter Handke (Austria, 1942).
Hoy tuvo lugar en Suecia la ceremonia en que recibió
el premio Nobel de literatura correspondiente a 2019.
 
(Traducido al español por Anna Montané Forasté).