Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

jueves, 27 de febrero de 2020

LITOTERIA* (del poemario Mitología del olvido)

"La lluvia no lava la memoria, sólo la humedece."

Por el entramado de humedad cristalina
escurre la transparencia del cielo,
silabario que el agua deletrea
hasta embriagar un relato sin palabras.
No es ningún secreto
son incidentes del corazón,
unas cuantas gotas de olvido
intentan salpicar los recuerdos,
esferas que de súbito se diluyen
al estrellarse contra el suelo,
vapores que el tiempo bebe
con el pulso de la tarde fugitiva.
La lluvia no lava la memoria,
sólo la humedece.

Jules Etienne

* De lítotes: figura retórica que niega lo que se quiere decir.

domingo, 16 de febrero de 2020

Tu boca: PARIS AT NIGHT, de Jacques Prévert


Tres fósforos de uno en uno encendidos en la noche
el primero para ver tu rostro todo
el segundo para ver tus ojos
el último para ver tu boca
y la completa oscuridad para recordarme todo eso
al estrecharte en mis brazos.


Jacques Prévert (Francia, 1900-1977).

viernes, 14 de febrero de 2020

Febrero: PAÍS DE NIEVE, de Yasunari Kawabata


(Fragmento que alude al Festival de los Pájaros, el 14 de febrero)

Lo primero que había atraído la atención de Shimamura al bajar del tren era ese manto plateado que cubría las laderas de la montaña. A lo lejos parecía un espejo de agua que reflejaba la luz de la tarde. Ya estoy aquí, había pensado él al contemplarlo. Pero los manojos que cargaban aquellas campesinas parecían de una clase completamente diferente. Los largos tallos bamboleantes casi ocultaban a sus portadoras y sus penachos parecían peinar las rocas que se alzaban a la vera del camino. En la luz exangüe de la recepción, vio una polilla enorme desovando en el perchero de laca negra y oyó el repiquetear de los insectos contra las paredes de papel de los faroles. Ése era el sonido del atardecer en aquella época del año.

Komako llegó tarde y lo contempló largamente desde la entrada de la habitación.

- ¿Para qué has vuelto?

- He venido para verte.

- No es cierto. Por eso me disgusta la gente de Tokio: porque siempre está mintiendo. -Cuando se sentó pareció suavizarse un poco. - Nunca más despediré a alguien. No puedo explicarte lo que fue para mí verte partir.

- La próxima vez me iré sin avisarte.

- No me refiero a eso. Me refiero a ir a la estación.

- ¿Qué pasó con Yukio?

- Murió, qué te pensabas.

- ¿Mientras estabas despidiéndome?

- Pero ésa no fue la causa. No tenía idea de que podía detestar tanto las despedidas.

Shimamura asintió en silencio.

- ¿Dónde estabas el 14 de febrero? Te estuve esperando. La próxima vez sabré no dar crédito a tus palabras.

El 14 de febrero se celebraba el Festival de los Pájaros, una fiesta infantil tradicional en los pueblos de montaña. Durante los diez días anteriores al festival, los niños de cada aldea tallaban pequeños bloques de nieve y construían con ellos un palacio de seis metros de lado y casi cuatro metros de alto. Como el Año Nuevo se festejaba allí a comienzos de febrero, los ornamentos tradicionales seguían colgando de todas las puertas de la aldea. El día 14 los niños los retiraban y los quemaban en una gran hoguera delante del palacio de hielo. Se deslizaban desde el resbaladizo techo, saltaban, jugaban y cantaban la Canción de los Pájaros, y luego pasaban la noche dentro del palacio. La celebración terminaba a la mañana siguiente, cuando volvían a trepar al techo y cantaban la Canción de los Pájaros otra vez.

Era la época de más nieve y Shimamura le había prometido a Komako estar para el festival.

- Me tomé una pequeña vacación para esas fechas. Estaba segura de que vendrías, al menos para el 14, y volví expresamente. Podría haberme quedado a cuidar mejor de ella si hubiese sabido que no venías.

- ¿Quién se enfermó?

- La maestra de música. Se pescó una neumonía en la costa. En cuanto me llegó el telegrama partí a cuidarla.

- ¿Y se curó?

- No.

- Lo lamento —dijo Shimamura ambiguamente. Sus palabras podían aludir a la enferma o a su promesa incumplida, y no hizo nada para aclararlo.

Komako sacudió la cabeza con un movimiento ausente y luego pasó su pañuelo por la mesa. Una nube de minúsculos insectos muertos cayó al piso. Varias polillas aleteaban en torno a la lámpara y muchos insectos más cargaban el aire nocturno afuera.


 Yasunari Kawabata (Japón, 1899-1972). Obtuvo el premio Nobel en 1968.

(Traducido al español por Juan Forn).

La ilustración corresponde a Yukinori en la prefecura de Niigata, conocida como "la  espalda de Japón".

miércoles, 12 de febrero de 2020

Febrero: EL BÁRRIL MÁGICO, de Bernard Malamud

"... junto a una ventana que miraba a la ciudad alumbrada por los faroles."

(Párrafo que alude al invierno en el mes de febrero)

Los dos hombres se pusieron a tratar de su asunto. Leo había llevado a Salzman al único sitio claro del cuarto, una mesa junto a una ventana que miraba a la ciudad alumbrada por los faroles. Estaba sentado junto al agente, pero de cara a éste, intentando reprimir, con un acto de voluntad, el desagradable cosquilleo que notaba en su garganta. Salzman abrió impaciente su cartera y quitó una floja cinta de goma de un paquetito de tarjetas muy manoseadas. Al separarlas y examinarlas, ademán y ruido que molestaron físicamente a Leo, el estudiante aparentaba no mirar, absorto en lo que se veía a través de la ventana. Pese a estar todavía en febrero, el invierno iba a concluir, hecho que advertía por primera vez en muchos años. Veía ahora, con la boca medio abierta, que la pálida y redonda luna atravesaba, en lo alto del cielo, una nube parecida a un corral, donde una gallina gigantesca la engullía para devolverla luego como el ave que pone un huevo. Aunque fingía estar ocupado en leer tarjetas a través de los cristales de sus gafas, que se había calado un momento antes, Salzman lanzaba miradas de cuando en cuando, con disimulo, al noble rostro del joven, contemplando con agrado la nariz larga y severa del estudiante, los ojos pardos cargados de saber, los labios a la vez ascéticos y sensuales, las hundidas y morenas mejillas. Paseó la vista por las estanterías llenas de libros y soltó un suave suspiro de contento.

Bernard Malamud (Estados Unidos, 1914-1986).

martes, 11 de febrero de 2020

Nieve: NOSTALGIA DE LA NIEVE, de Xavier Villaurrutia

"Luego, por hilos invisibles y sueltos en el aire como una cabellera, descienden copos de pluma, copos de espuma."

¡Cae la noche sobre la nieve!
Todos hemos pensado alguna vez
o alguien -yo mismo- lo piensa ahora
por quienes no sabe que un día lo pensaron ya,
que las sombras que forman la noche de todos los días
caen silenciosas, furtivas, escondiéndose
detrás de sí mismas, del cielo:
copos de sombra.
Porque la sombra es la nieve oscura,
la impensable callada nieve negra.

¡Cae la nieve sobre la noche!
¡Qué luz de atardecer increíble,
hecha del polvo más fino
llena de misteriosa tibieza,
anuncia la aparición de la nieve!
Luego, por hilos invisibles
y sueltos en el aire como una cabellera,
descienden
copos de pluma, copos de espuma.

Y algo de dulce sueño,
de sueños sin angustia,
infantil, tierno, leve
goce no recordado
tiene la milagrosa
forma en que por la noche
caen las silenciosas
sombras blancas de nieve.

 
Xavier Villaurrutia (México, 1903-1950).

domingo, 9 de febrero de 2020

Nieve: SEPULCRO (del poemario Mitología del olvido)

"... días furtivos y diminutos que se acumulan como gotas en la destilería del tiempo."

Absortos en la espera
los inviernos resguardan la nieve,
días furtivos y diminutos
que se acumulan como gotas
en la destilería del tiempo.
Restos de piel deshabitada
con un alrededor de ausencias,
el avaro testimonio de las almas
es apenas un lejano rumor
en el cementerio de las intenciones.

Jules Etienne

jueves, 6 de febrero de 2020

Tu boca: SEMBRADOR DE CÁNDIDAS LEYENDAS, de Salvatore Quasimodo

"... y el lirio del sueño era tu boca."

III

(Fragmento)

«Los nómadas duermen bajo sus riendas;
ven: perfuma de jazmín mi lecho»
sembrador de cándidas leyendas.
Perdidamente he besado un lirio,
en la noche perfumada de incienso,
con un escalofrío sutil, como quien toca
un mármol sacro en el silencio intenso:
y el lirio del sueño era tu boca.
«No creerás ya más en tu señor
que tortura la carne con la lepra
y al ciego con el sueño de un resplandor».
La miró. En la serenidad de los ojos, en verdad,
se habían encendido dos estrellas desconocidas.


Salvatore Quasimodo (Italia, 1901-1968).
Obtuvo el premio Nobel en 1959.

(Traducido al español por Antonio Colinas).

martes, 4 de febrero de 2020

Tu boca: CANCIONES PARA ELLA, de Paul Verlaine

"Sin la presencia bendita de tu cuerpo junto a mí, sin tu boca tan besada..."

CXV *

¡La horrible noche de insomnio!
- Sin la presencia bendita
de tu cuerpo junto a mí
sin tu boca tan besada
aunque demasiado astuta
y bien que de mala fe,
sin tu boca todo mentira,
pero tan franca, bien pensado
y que sabe consolarme
con el aspecto y la especie
de una fresca -y buena pieza-
de un muy plausible charlar,
y sobre todo sin el pentagrama
de tus senos y el milagro
múltiple y uno, flor y fruto,
de tus duros ojos de hechicera
duros y dulces a tu manera...
¡Buen Dios qué terrible noche!
 
 
Paul Verlaine (Francia, 1844-1896).
 
(Traducido al español por Manuel Machado). 
 
* En la traducción de Manuel Machado, que lleva por título Fiestas galantes, aun cuando incluye otros poemas de Verlaine publicados en Choix de poésie, -por eso el volumen en cuestión lleva el extenso subtítulo de Poemas saturnianos, La buena canción, Romanzas sin palabras, Sabiduría. Amor. Parábolas y otras poesías-, aparece con este número romano, equivalente al 115, pero en la edición original francesa de Chansons pour elle, lleva el número X, además de que, por alguna extraña razón, el formato también difiere y de esa manera
-basado en el antecedente francés- es como lo he reproducido aquí. El texto del poema en español sigue siendo fiel a la versión de Machado. 

lunes, 3 de febrero de 2020

Tu boca: EVASIONES EN LA CÁRCEL, de Curzio Malaparte

"... y bajar a tu lado por el triste declive al encuentro de los negros cisnes de ojos blancos..."

(Fragmento)

El lamento de los perros infernales suena en tus oídos mucho más dulce que mi amorosa plegaria. Estás ya perdida, ninguna fuerza del mundo podrá salvarte, tu condena empieza esta noche en esta hora interminable, en esta fugaz eternidad. Si por lo menos pudiese seguirte y bajar a tu lado por el triste declive al encuentro de los negros cisnes de ojos blancos, misteriosa Eurídice, no me será jamás concedido conocer tu secreto. Adiós, dentro de poco volverás de improvisto hacia atrás, levantarás los brazos con un gesto de terror, tu boca se abrirá con un horrendo aullido silencioso, tus pies descalzos seguirán en la hierba el plateado rastro de la serpiente de escamas rojas y verdes.

Huirás temblando, y no oirás el lamento del mar, el grito de las aves nocturnas, el llanto de los ciervos en la estática selva, no escucharás mi voz, mi ruego, la voz de Orfeo implorante. Un momento más, un solo momento, quédate todavía un instante a mi lado, en esta última orilla, bajo este último jirón de cielo, un solo instante antes de que se apague para siempre en tu corazón el recuerdo de los días claros, del dorado reflejo del sol sobre las piedras y las hojas de las nubes blancas sobre el cielo profundo. Llora, tienes tiempo todavía, un día quizá…


Curzio Malaparte: Curt Erich Suckert (Italia, 1898-1957).

domingo, 2 de febrero de 2020

Tu boca: UN AÑO YA, UN AÑO SOLAMENTE, de Roger Vitrac

"tu boca de pedrería..."

Malas voces entretejidas
en estas fuentes de miel
donde tu boca de pedrería
escupe el vitriolo del cielo.


Roger Vitrac (Francia, 1899-1952).