Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 26 de mayo de 2023

Tampico: 1919, de John Dos Passos

"... se podía ver la cama con almohadas blancas y un retrato de la Virgen encima..."

(
Fragmento del capítulo Joe Williams)

El maldito matasanos judío trató de sacarle otros veinticinco pavos para completar la cura, pero Joe dijo que al carajo con todo aquello y se enroló de marinero en un petrolero completamente nuevo de la Standard Oil, el Montana, que zarpaba para Tampico y luego seguiría, unos decían que hasta Adén y otros decían que hasta Bombay. Joe estaba harto del frío y la humedad y las heladas, de las sucias calles de Brooklyn y de las tablas de logaritmos del curso de náutica, que no le entraban, y de la alegre voz de la señora Olsen. Ésta empezaba a comportarse como si quisiera mandar en él; era buena persona, sí, pero ya era hora de largarse.

El Montana dobló Sandy Rock en medio de una furiosa tempestad de nieve que venía del noroeste, pero tres días más tarde estaban ya en la corriente del Golfo, al sur del cabo Hatteras, cabeceando suavemente con las camisas de algodón de los marineros secándose en cuerdas tendidas entre los cables. Era agradable estar de nuevo en el mar azul.

Tampico era un infierno; dicen que el mezcal lo vuelve loco a uno si se bebe demasiado; había grandes salas llenas de hispanos grasientos bailando con el sombrero puesto y la pistola en la cadera, y orquestas y pianos mecánicos que funcionaban a todo volumen en cada bar, y peleas y texanos borrachos de los pozos de petróleo. Las puertas de los cuartos de los burdeles estaban abiertas, de modo que se podía ver la cama con almohadas blancas y un retrato de la Virgen encima, y las lámparas proyectaban sombras raras y los papeles de colores temblaban; las chicas morenas de cara ancha estaban apoyadas en la puerta con bragas de encaje. Pero todo era tan endiabladamente caro que se gastaron toda la pasta enseguida y tuvieron que volver a bordo antes de medianoche. Y los mosquitos invadían el castillo de proa, y las moscas durante el día, y hacía mucho calor y nadie podía dormir.


John Dos Passos (Estados Unidos, 1896-1970).

(Traducido al español por Mariano Antolín Rato).

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