"... ella se publicaba joven y bella, virgen y culta, desamparada y triste, en la revista Confidencias..."
(Fragmento)
Para tener éxito en sus anuncios ella se publicaba joven y bella, virgen y culta, desamparada y triste, en la revista Confidencias, canjeando con sus pretendientes retratos tomados quince años atrás, historias íntimas y promesas de matrimonio. Y si no se anunciaba en un número, conseguía la revista con urgencia, para ser una de las primeras en contestar solicitudes.
En un cajón con candado guardaba su correspondencia, para que no fuera a caer en manos de mis tíos o mis primos, y la leyeran.
Ella sacaba algún dinero de sus pretendientes, quienes ansiosos de conocerla, y fatigados y excitados por tantas cartas, pedían a como diera lugar un encuentro, mandándole un giro postal para el viaje a Tampico. Sitio al que mi tía no iba a última hora, a causa de mala salud o por enfermedad de un hermano, posponiendo la partida para el año próximo.
Y ocupada en sus cartas y sorda iba por la calle entre los camiones ruidosos. Y leyendo junto a la ventana, acercaba cada vez más el libro a sus ojos, y fruncía el ceño si pasaba algún conocido, teniendo trabajo en distinguir sus rasgos.
Un olor a polvo, a animales y a plantas parecía haberse instalado en el corral de su casa. Heredando de mi abuela macetas con geranios, rosas y pensamientos; y un burro, un chivo y una docena de gallinas, que ponían huevos en la cocina y en las recámaras, sobre las camas.
Homero Aridjis (México, 1940).
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