Regresa la primavera a Vancouver.

miércoles, 12 de julio de 2023

Tampico: LA IRA DE DIOS, de James Graham (Jack Higgins)

"Voy a tomar el tren de las dos y media para Tampico."

(
Fragmento del primer capítulo: México)

- Para un hombre inteligente tal vez no, pero estos campesinos -se encogió de hombros-. Son incapaces de aprender nada más allá de las tareas más simples. Yo mismo tengo un camión. El único en Bonito. Es lo más importante de mi negocio. Traje un chofer y mecánico especialmente de Tampico, pero el desgraciado se tuvo que ir cuando le dio por meterse a la política.

- Algo peligroso en este país.

Se limpió una capa de sudor de su cara regordeta.

- Estaba en el primer grupo al que ejecutaron esta mañana. Muy desafortunado.

Obviamente se refería a sí mismo. Le dije:

- Así es la vida, señor Jennings. No debería haberse ido.

Una forma bastante difícil de verlo, pero la mayor parte del sentimiento más humano se había quemado en mi interior desde hace mucho tiempo, particularmente en lo que respecta a ese tipo de situaciones. No era asunto mío y estaba cansado de la conversación que, por alguna razón, tenía un extraño aire de irrealidad. Tenía calor y estaba cansado y no quería nada más que un baño y tal vez un par de horas en mi cama antes de que partiera el tren.

Me puse de pie y Jennings dijo:

- Tengo un envío bastante importante para ir a Huila. ¿Conoce el lugar, tal vez?

Entonces adiviné lo que él quería, pero no había ninguna razón por la que debería ponérselo fácil.

- No, no le puedo decir que sí.

Doscientas millas al norte de aquí hacia la frontera americana. Carreteras de tierra, pero no demasiado malas en la estación seca.

Para entonces, ya había tenido suficiente. Dije:

- Voy a tomar el tren de las dos y media para Tampico.

Podría estar de vuelta mañana por la noche y tomar el tren al día siguiente.

- En ese caso perdería el barco para La Habana mañana por la noche -dije-. Y ese pasaje no tiene reembolso.

¿Cuánto era? ¿Cuarenta y dos dólares americanos? Se encogió de hombros.

- Le pagaré quinientos, señor Keogh. Quinientos buenos dólares americanos y muy fáciles de ganar. Tiene que admitirlo.

Lo cual me hizo enojar bastante porque después de pagar mi pasaje no me quedaban más de veinte o treinta dólares.

- Eso es mucho dinero sólo por llevar unos suministros al interior del país -repliqué con cautela.

Así que decidió ser honesto conmigo, el gran rostro brillante se arrugó en una jovial sonrisa de hombre a hombre. Seré franco con usted, señor Keogh. Las cajas de mi camión contienen buen whisky escocés. Un bien escaso en México, solo Dios lo sabe, pero al otro lado de la frontera tienen lo que se conoce como Prohibición. Allí valdrá mucho más.

- Incluyendo una sentencia de cinco años en prisión si te agarran transportando esas cosas -señalé-.

- Un riesgo que otra persona asume -dijo-. El hombre que se hace cargo del envío en el Huila. Usted, amigo mío, no violará ninguna ley que yo conozca. No, mientras permanezca en México. Comerciar con alcohol aquí es perfectamente legítimo.

Lo cual era bastante cierto y la perspectiva era tentadora, incluso si perdía el boleto del barco, aun así estaría bastante/considerablemente mejor.

(...)

- ¿Había mucho de importancia en la cartera?

- Veinte o treinta dólares, un boleto de tren, el pasaje para un vapor y mi pasaporte.

Levantó las cejas.

- ¿Entonces? Ahora eso es serio. Más de lo que supuse en un principio.

Volvió a mirar el expediente.

- Veo por sus papeles que estaba registrado como ciudadano  británico. ¿Es eso correcto?

Respondí con calma:

- Así es.

- Extraño, pensé que ustedes, los irlandeses, tenían ahora un estado libre, desde que ganaron su revolución.

- Algunas personas podrían cuestionarlo -le dije.

Parecía desconcertado, luego asintió alegremente:

- ¡Ah!, pero claro, ahora tienen su guerra civil. Los irlandeses que lucharon juntos contra los ingleses, ahora se matan unos a otros. Aquí en México hemos sufrido el mismo problema -volvió a mirar en el archivo-. Para que pueda obtener un pasaporte nuevo requiere solicitarlo al cónsul británico en Tampico.

- Supongo que sí.

Henry Harry Patterson (Inglaterra, 1929-2022).
solía utilizar el seudónimo literario de Jack Higgins,
aunque esta novela la firmó como James Graham.

(Traducida del inglés por Jules Etienne).

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